Llamadme invisible. Al paso que voy lo seré en breve y, no por mi edad, que también, sino por las decisiones que se van tomando y que minan los pasitos que habíamos conseguido dar las mujeres.
La última, por el momento, es la anunciada por la directora de Arco, Maribel López, que pasándose por el suyo propio la Ley de Igualdad de 2007, Artículo 26, ha decidido prescindir del espacio que la feria destinaba a la promoción de mujeres artistas alegando que es “muy binario y demasiado reductor”, “mujeres contra hombres” ha sentenciado, saltándose de un plumazo la ley que rige en la actualidad, y zambulléndose de cabeza en la vieja y arraigada costumbre patriarcal de ningunear a las mujeres también en esta feria de arte que se clausura hoy.

No es la primera, ya lo hicieron con tantas y tantas, que siendo unas genias fueron ocultadas, criticadas, relegadas al olvido o encerradas en un psiquiátrico. La lista es larga, solo hay que leer un poco.
Un día, en una fiesta, con una copa o dos de más, un colega que se creía feminista porque en casa era el que cocinaba, afirmaba contundente que la inferioridad artística de la mujer era incuestionable, que él no conocía ninguna pintora famosa. Le dejé por imposible, ¡cómo explicarle a un borracho machista e ignorante, que encima va de aliado, las razones de semejante descompensación.
La desigualdad que afecta a las mujeres artistas -que son muchas y buenas- es palpable.
Pues, ¡sorpresa! Aquí aparece la directora de Arco, a la que sitúo al mismo nivel que mi amigo, (en la ignorancia, aclaro, no en la intoxicación etílica). Su dictamen tendría justificación si hombres y mujeres partiéramos en igualdad de condiciones, pero no es el caso. Arco tiene unas cifras de mujeres presenciales en torno al 20 o 25 por ciento, mientras que las graduadas en Bellas Artes suponen un 70 por ciento, y no, no es por la calidad de las obras, solo hay que darse una vuelta por la feria. Otro dato, los precios de las obras con firma de mujer son menores que las de los autores masculinos, y lo mismo, no es por la calidad de las obras, solo hay que darse otra vuelta por la feria.

La desigualdad no es algo intangible, se mide en cifras. En 2022 en España el 94 por ciento de las personas que trabajaban a tiempo parcial para poder cuidar de criaturas, personas mayores o dependientes, eran mujeres. También son ellas, en un 90 por ciento, las que piden excedencias para encargarse de estos menesteres. La diferencia entre el salario medio de hombres y mujeres es de casi un 20 por ciento. La representación femenina en puestos de poder no llega el 26 por ciento. Podría seguir, pero doy un último apunte de esa desigualdad, que Doña Maribel López, parece despreciar; los 22 hombres más poderosos del mundo acumulan más riqueza que todas las mujeres de África juntas, y no, no es porque ellos sean muy listos y ellas muy torpes, solo hay que pensar un poco.
Un reciente informe de la ONU afirma que faltan todavía tres siglos para que se alcance una igualdad real entre hombres y mujeres, mientras que en un solo año 87.000 hombres asesinan a su parejas o exparejas. Así que echando la cuenta sabremos que se alcanzará la igualdad cuando el número de víctimas mortales del sexo femenino llegue a otros 26,1 millones más.
Así que mientras no haya igualdad real de derechos, son necesarias las medidas correctoras, porque emulando a la gran Flora Tristán que en el siglo XIX dijo: “Hay alguien más oprimido que un obrero y es la mujer del obrero”, diré que hay algo más difícil que UN artista exponga en Arco y es que UNA artista exponga en Arco.
De modo que el EMOSIDO ENGAÑADO que un artista ha expuesto en esta edición, debería cambiarse por un rotundo EMOSIDO ENGAÑADA, que describe más fielmente la realidad de lo que a la mujer le pasa en el mundo y también en ARCO.
(Elisa Blázquez Zarcero es periodista y escritora, autora de la novela La mujer que se casó consigo misma. Diputación de Badajoz).
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