domingo, 28 abril, 2024
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Hadrami Ahmed Bachir, de trabajar en Vitoria a la guerrilla en el Sáhara contra Marruecos

“La paz solo ha traído abandono, olvido y miseria al pueblo saharaui”

Hadrami Ahmed Bachir es saharaui, tiene 32 años, reside y trabaja en Vitoria, pero va a dejar su pacífica vida en España para alistarse y coger las armas contra Marruecos para liberar el Sáhara Occidental. Sin saberlo, Hadrami comparte la filosofía de Fray Luis de León, que aseguraba que para que la paz sea verdaderamente tal, debe ser justa, ya que sin justicia no sería sino la ausencia de guerra. “Luchar por la justicia, la libertad o la verdad es procurar restablecer el orden». Parece que Hadrami se hubiera leído De los nombres de Cristo de nuestro gran poeta del Renacimiento.

Vitoria, Cáceres.-

¿Eres consciente de que puedes morir? le pregunto nada más comenzar la entrevista, y contesta, sereno:

“Te lo resumo. No tenemos nada que perder y si una persona no tiene nada que perder, nada pierde. Entregaríamos la vida para que las próximas generaciones estén en la tierra que es suya, para que no pasen por lo que me ha tocado pasar a mí, media vida en el exilio y otra media en un campamento de refugiados, donde no tuvimos agua potable hasta 2005, donde en verano llegamos a los 55 grados a la sombra, viviendo en condiciones infrahumanas. Todas las independencias tienen un precio y estamos dispuestos a pagarlo”.

Hadrami en el Coronil (Sevilla), en un programa de vacaciones en España para niños saharauis (verano de 1997)
Hadrami en el Coronil (Sevilla), en un programa de vacaciones en España para niños saharauis (verano de 1997)

Yo insisto. pero tú eres pacifista, y la guerra es cruel.

“Claro -dice-, pero para mí es mejor que visiten nuestras tumbas y se recuerde que allí yace un pueblo que luchó por su libertad y su independencia, porque no quiso ser sumiso. La paz no nos ha traído nada bueno, solo olvido, abandono y miseria”.


“Entregaríamos la vida para que las próximas generaciones estén en la tierra que es suya”.


Hadrami tiene turno de noche en la GLS Spain, una empresa de logística. Hablamos justo cuando sale, antes de que desayune y se vaya a descansar. Le prometo que le entretendré poco, pero su sensatez, su aplomo, su compromiso y sus convicciones me seducen, y hablamos largo y tendido. Yo decidí hacerme periodista cuando, de pequeña, vi una foto de Oriana Fallaci como reportera en un campo de batalla. En ese momento me hice también feminista. Yo quería hacer lo mismo que hacían los hombres, aunque fuera algo tan horrible como la guerra. Ahora sé que los hombres son los que las hacen y las mujeres las que las padecen. Soy de un feminismo más consciente. Pero me pongo en el lugar de Hadrami y de varias mujeres saharauis que como él llevan una vida apacible en España, pero han decidido irse de voluntarias, y lo entiendo. Ellas no cogerán las armas, colaborarán desde la retaguardia, pero en todos bulle la misma intención:

“Ahora o nunca. Los jóvenes siempre hemos dicho que, sin guerra, Marruecos no va a salir y que con la paz no hemos conseguido nada. Desde 2017, ni siquiera Naciones Unidas ha nombrado un enviado especial para el conflicto. La comunidad internacional nos ha abandonado, por eso decimos, es ahora o nunca. El día que mueran los dirigentes actuales del FPolisario y llegue al poder la generación joven no va a haber diplomacia. Si quieren dialogar con nosotros, bien, pero sin dejar las armas ¿Qué país ha conseguido su independencia a través de la ONU? Ninguno”.

Una unidad del Ejército Saharaui.
Una unidad del Ejército Saharaui.

CIUDADANOS DE NINGÚN LUGAR

Hadrami habla con calma y en perfecto castellano. Vino a España por primera vez con 9 años gracias al programa Vacaciones en Paz, vivió en Sevilla, volvió en 2003 y se quedó, estudió dos grados de FP, se matriculó en arquitectura técnica, hizo tres cursos y dejó los estudios para irse a Argelia y luego a Mauritania. Allí se implicó en un proyecto turístico ilusionante: “Iba a hacer de guía, de traductor, de diseñador gráfico”, pero apareció el coronavirus y empezó a trabajar en Vitoria, a la espera de retomar el proyecto que interrumpió la pandemia. Ahora la peor pandemia para él es la situación que vive su país.


“La vía pacífica, siendo realistas, no resuelve el conflicto ni atrae la atención mediática”.


“No somos ciudadanos de ningún lugar. Estamos desesperados. La vía pacífica, siendo realistas, no resuelve el conflicto ni atrae atención la mediática -se lamenta-. Yo nací en los campamentos de refugiados, ayer cumplí 32 años, si vivo 90, una tercera parte de mi vida estará perdida. Tengo familia dispersa por Mauritania, por España, en los campamentos de Argelia y en los territorios ocupados. Los saharauis tenemos documentación de Mauritania, o argelina, española o apátrida, y sin embargo tenemos un país, heredado de nuestros abuelos, hasta que España hizo la peor descolonización del mundo y nos abandonó a nuestra suerte. Si necesitas renovar la documentación, Argelia no te la puede dar, España no reconoce la República Árabe Saharaui. Argelia, por motivos humanitarios, nos facilita un pasaporte, pero es un título de viaje no una nacionalidad”.

“A Marruecos no le interesa ni la paz ni la guerra. Está ocupando el 78% del Sahara Occidental, la zona más importante del mundo en fosfatos. Roban las riquezas saharauis. Les interesa mantener esta situación y Naciones Unidas respalda a Francia, siempre Francia; se la conoce como la madre de las libertades y la justicia, y es hipocresía total. También España es una vergüenza como Estado, no la sociedad civil, que siempre responde muy bien. Ojalá los políticos se portaran como su pueblo”.

El padre de Hadrami, primero por la izquierda, militante del FPolisario, junto a Brahim Ghali, actual presidente del Sáhara Occid.
El padre de Hadrami, primero por la izquierda, militante del FPolisario, junto a Brahim Ghali, actual presidente del Sáhara Occid.

PP Y PSOE SE OLVIDAN

Hadrami sigue, ya no tiene prisa por irse a descansar tras toda una noche de trabajo. Esto, más que una entrevista, se va convirtiendo en un desahogo:

“El PP y el PSOE nos usan como moneda de presión cuando están en la oposición, pero, cuando ganan, se olvidan, porque Marruecos sabe presionar con la inmigración, con las drogas y el terrorismo. Nos ha tocado un ocupante cuya monarquía no puede existir sin nuestros recursos naturales, pero no es un país democrático, no valora la vida humana ni la libertad, y si tiene que morir la mitad de su población, el rey lo aceptará. Somos una zona muy rica, quieren quedarse allí y pagarán cualquier factura por conseguirlo”.

Pero sois David contra Goliat, digo yo, recurriendo a la comparación fácil y casi rogándole que no se aliste. Él hace una pausa larga:

“Es verdad, pero tenemos nuestro Ejército de Liberación Popular Saharaui. Hacemos guerrillas, atacamos un puesto y volvemos. Tuvimos dieciséis años de guerra y resistimos. Fue Marruecos quien quiso la paz entonces. Pero tenemos una tremenda sensación de abandono y angustia. ¿Qué le hemos hecho al mundo para que nos trate así? ¿Tiene que haber guerra y sangre, huérfanos y viudas, para que nos hagan caso? En septiembre de 1991 se firmó el alto el fuego, con la condición de que las Naciones Unidas aprobara un referéndum se suponía que en tres o cuatro años, pero llevamos esperando veintinueve y dos meses, y no se ha hecho nada. Marruecos cuenta con el respaldo de las monarquías árabes; son ocho y saben que, si cae una, caen todas. Cada acción tiene una reacción. Nos están pisando y estamos explotando. Espero que el FPolisario no cese el fuego, porque volverían otros treinta años de olvido y abandono. ¿Quieren dialogar? Sí, pero no dejaremos las armas”.

Vuelvo a Fray Luis de León: “La paz excluye toda resignación ante la injusticia”. Yo me despido de Hadrami, dándole las gracias por el tiempo que le ha robado al sueño para atenderme. Pienso que hoy descansará en una cama confortable, mañana quizá vele, con un fusil por almohada, haciendo guardia en el desierto.

“Nuestra causa es justa y hay que darlo todo por ella”, me dice antes de cerrar el ZOOM.

(Elisa Blázquez Zarcero es periodista y escritora. Su último libro publicado es la novela La mujer que se casó consigo misma. Diputación de Badajoz).

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