martes, 19 marzo, 2024
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Expediente X

La novela La mujer que se casó consigo misma, de Elisa Blázquez, presenta hoy su capítulo 7º

Harta de los sobresaltos internautas que tantos sinsabores deparan, y a la espera de una nueva cita con el hombre que siempre se pierde, mi amiga decidió desenfrenarse al estilo clásico. Nada de seres surgidos de las tinieblas insondables de Internet. Bares de moda, discotecas ruidosas, plazas repletas de gente, esa es la esencia del trato humano, la clave del ligue de toda la vida.

AVENTURAS DE MI AMIGA LA DE LOS AMORES VIRTUALES

“Te daré los diferentes nombres que tiene aquí la borrachera: embriaguez, chispa, curda, trúpita, jumera, turca, tajada, merluza, cogorza, castaña, melopea, pítima, tablón….” (Ramón J. Sender. La tesis de Nancy)

7

– La verdad está ahí fuera –argumentó, recordando aquel poster plantado en la pared del despacho de su adorado Fox Mulder, protagonista de su serie favorita.

Decidida a recabar acólitas para su causa, descolgó el fijo del salón, que ya puesta a rechazar el progreso, hasta su Samsung último modelo le escocía en la mano. Enganchó a una conocida, que, al igual que ella, acaba de desembarcar en el océano de la neosoltería. Se acicalaron con primor y se fueron a un concierto que daba alguna momia de Tutankhamon, de esas venidas a menos que recorren garitos de provincias los fines de semana actuando para tres docenas de nostálgicos.

Nada más cruzar la puerta flanqueada por dos especie de sirenas envueltas en volutas doradas, divisaron en la penumbra, y en buena compañía, a su exmarido. Esas sorpresas no agradan, así que le entró un tembleque nervioso. Nuestra amiga común sacó un Orfidal del bolso y le urgió imperiosa:

– Tómatelo, te tranquilizará.

– Pero yo no estoy acostumbrada a tomar pastillas.

– Vale, entonces toma media nada más -dijo mientras se echaba a la boca la otra mitad, ante la mirada incrédula de su compañera- ¡Qué pasa! -añadió-, yo también necesito serenidad.

Poco a poco, la autora se prepara para su autoboda.
Poco a poco, la autora se prepara para su autoboda.

Bracearon, repartiendo codazos, hasta la barra y se tomaron un gin-tonic aderezado con frutitas y zarandajas varias (bueeeeno, quizás fueran cuatro gin-tonics). Lo siguiente que recuerdan es que una rodaba por el suelo con un chichón de tamaño considerable; que la otra se enfrentaba a una turba solícita, impidiendo que le pusieran hielo en la cabeza, emergencia que podría devolverla al mundo de los vivos, pero que, seguramente, destrozaría los sesenta euros invertidos en peluquería aquella misma tarde; que se organizó un buen atasco en la puerta del garito, obstaculizada por el cuerpo desvanecido de mi amiga; que un guapo chico impartía los primeros auxilios, respiración boca a boca incluida, con mucha soltura, aunque no era médico sino informático; y que un taxista se negó inapelablemente a montarlas en su coche. ¡Cómo las vería…, por dios!

Pidieron socorro a una tercera, que, a la sazón, estaba en cama, sufriendo por culpa de un cólico nefrítico, y que doliente, engurruñada y en pijama y pantuflas, acudió solícita y presta al rescate.

Aseguran, aunque no lo recuerdan, que la caída que provocó el chichón no pudo ser más glamurosa.

Pero la del cólico repite que nunca vio producirse un cambio más radical en dos horas escasas. Salieron hechas un par de poderosas sex symbols y volvieron convertidas en dos despelujadas chonis.

Para que luego digan que el ligue virtual es peligroso.

¡La noche urbana sí que es un sinvivir!

(Elisa Blázquez Zarcero es periodista y escritora).

ANTERIORES CAPÍTULOS EN PROPRONEWS

Introducción.- La mujer que se casó consigo misma

Cap. 1º. – La mujer que se casó consigo misma

Cap. 2º. – La primera en la frente

Cap. 3º. – Abróchense los cinturones

Cap. 4º. – Perdido en la noche

Cap. 5º. – La cosa nostra

Cap. 6º. – Las redes lo crean, la realidad lo espachurra

MÁS SOBRE LA AUTORA

Una colaboradora muy especial

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