martes, 19 marzo, 2024
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Llamadme mujer…

...aunque ya no sea “persona gestante ni menstruante”, pero estoy harta de esos señoros contrarios a la baja por regla dolorosa

Llamadme mujer, aunque no pueda ni quiera incluirme en ese neo lenguaje que nos define como “personas gestantes” o “menstruantes”; no soy ninguna de las dos cosas, no estoy en edad. Y aviso, he venido aquí a despotricar de la multitud de “señoros” que han asaltado las redes para quejarse ante el anuncio del Ministerio de Igualdad de “reconocer por Ley el derecho a las mujeres con menstruaciones dolorosas a una incapacidad temporal especial que será costeada por el Estado desde el primer día”.

La periodista, con su perro Killer
La periodista, con su perro Killer

Pero ¿cómo me atrevo yo, que no soy persona menstruante, a hablar del tema y criticar a los hombres que claman por una baja semejante si les duelen los huevos? Muy sencillo, tuve regla desde los 13 a los 50 años, y, para colmo, pertenezco a una generación en la que a menstruar se le llamaba “estar con esos días”, “estar mala”, “el tomate “o “ha venido la tía Pili”. Más exóticas son las definiciones en Latinoamérica, como “Juana la colorada”, “tengo mermelada en mi gofre” o “han desembarcado los ingleses”. En total, y según una encuesta mundial existen, al menos, 5.000 maneras de referirse a la menstruación sin nombrarla.


“Estar mala”, “el tomate”, “ha venido la tía Pili”, “Juana la colorada”, “tengo mermelada en mi gofre”…, en el mundo hay más de 5.000 maneras de referirse a la menstruación sin nombrarla.


Y todos esos eufemismos para disimular, porque eso era lo que hacíamos, disimular cuando nos bajaba el periodo, y ¡ay, si no bajaba y eras soltera! Por supuesto, si dolía también había que estar calladita, porque tener la regla era lo normal, pero confesarlo en voz alta era anatema.

Por fortuna ese temor pasó, o eso creía yo, señora ya no menstruante y, aun así, mujer, pero compruebo estupefacta que no; ha sido salir a escena la cuestión de la baja y lanzarse a degüello un montón de varones patrios dando su opinión. Iñigo Errejón, además, incluyendo “a los hombres que tienen la regla”.

¿Y los dolores de ellos cómo se sabe que son verdad cuando piden la baja?
¿Y los dolores de ellos cómo se sabe que son verdad cuando piden la baja?

HABLAR SIN TAPUJOS

Yo, la verdad es que aún no he estudiado lo suficiente el verdadero alcance que podría tener la medida , pero ya de entrada aseguro que me encanta que se hable sin tapujos del tema, que se sepa que existe una enfermedad llamada dismenorrea, que duele de cojones (hablo así por ponerme a la altura de los montones de hombres que se lamentan amargamente de que ellos no puedan pedir una baja si les dan una patada en sus partes), enfermedad real e incapacitante, absolutamente olvidada por la ciencia y despachada en los consultorios con un “es lo que hay” y un ibuprofeno.


Se han lanzado a degüello un montón de varones patrios dando su opinión. Iñigo Errejón, además, incluyendo “a los hombres que tienen la regla”.


Yo he tenido suerte de no padecerla, pero alguna “tía Pili” chunga sí que me ha visitado y por supuesto he ido a trabajar sufriéndola en silencio, como las famosas almorranas del anuncio; de hecho, soporté a un jefe que me odiaba por ser mujer, entonces menstruante. Temía que faltara al curro, bien para ir con mi niña al pediatra, bien porque me bajara esa cosa roja para él innombrable. Sin embargo, a ese jefe, le daba igual que un compañero no compareciera, lunes sí y lunes también, porque necesitaba un margen para reponerse de las resacas del fin de semana.

Alexandra Kolontái, una adelantada en el reconocimiento de este derecho femenino.
Alexandra Kolontái, una adelantada en el reconocimiento de este derecho femenino.

MUJERES EN TROMBA

Y no solo han disparatado los hombres, también han salido en tromba algunas mujeres que confunden feminismo con machismo, ser mujer con ser esclava y justicia social con flojera. Algunas incluso han presumido de tener terribles dolores menstruales, conciliados con cinco niños y cuatro cántaros a la espalda; las demás se quejan de vicio, y punto.

Luego están los desconfiados y desconfiadas que aseguran que esto va a ser un coladero que hundirá la economía (… cree el ladrón…) Ya fuimos las culpables de una pandemia mundial por manifestarnos el 8 de marzo de 2020. Y claro, también está Eva, que se comió la manzana y fijaos la que se lio.

Y a todo esto, la medida es más vieja que la orilla del río. En 1920, la rusa Aleksandra Kolontái, por cierto, la primera mujer ministra de la historia, impulsó una licencia que permitía a las mujeres trabajadoras tomarse tres días de descanso con ese motivo. Han pasado más de cien años y ahora en Rusia manda Putin, así que no sé cómo andará allí este tema actualmente.

(Elisa Blázquez Zarcero es periodista y escritora. Su último libro publicado es la novela La mujer que se casó consigo misma. Diputación de Badajoz).

SOBRE LA AUTORA

Una colaboradora muy especial

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Llamadme lo que os dé la gana…

Llamadme cabreada…

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