martes, 19 marzo, 2024
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Llamadme antitaurina y olé…

... y olé y olé, con vuelta al ruedo para la alcaldesa de Gijón

Y olé y olé y otra vez olé con vuelta al ruedo, ya digo, para la alcaldesa de Gijón, Ana González, que ha dicho hasta aquí hemos llegado y no piensa soltar un euro más para mantener las corridas (de toros, aclaro) en su ciudad. Prohibirlas, imposible, recordemos que Cataluña en 2010 aprobó la abolición, y seis años después el Tribunal Constitucional le daba la estocada al Parlament, revocando la decisión y devolviéndola al corral.

La periodista, con su perro Killer
La periodista, con su perro Killer

Ahora retorna la polémica al centro del albero, a costa de un toro al que han tenido la ocurrencia de bautizar con el nombre de “Feminista”, para luego hacerle lo que se les hace a los toros, torearlos, perdón, quería decir torturarlos un rato frente a un público enardecido, y darles matarile con la puntilla (caso de que el maestro no haya estado fino esa tarde y el pobre bicho, con tres, cuatro o cinco estocadas traspasándoles los pulmones, implore ya la eutanasia).


A Hemingway, que se suicidó justo cinco días antes de los sanfermines, no deberían de gustarle tanto los toros.


Este método de rematar bóvidos, que se utilizaba en los mataderos, fue prohibido en 2006 por la Organización Mundial de la Salud Animal, al considerarse cruel, pero ya sabéis lo que argumentan los entendidos, que el toro de lidia, sea jabonero, capirote o zaino, no sufre, y además vive como un rey (no me meteré con la corona o este articulo me va a costar el descabello).

Ana González Rodríguez, alcaldesa de Gijón.
Ana González Rodríguez, alcaldesa de Gijón.

IGNORANTES Y LISTOS

Estamos las feministas tan acongojadas, por múltiples y variadas razones, que lo de Gijón nos da para aplaudir con las orejas, vitorear, ovacionar y, en concreto a mí, hasta parecerme poco la vuelta al ruedo, porque me vengo arriba y pienso en cortarle lo que ya saben a algunos. Pero no sigo. Porque puedo desbarrar y soy persona pacífica y me conformo con sacar por la puerta grande a la alcaldesa.

Lo que desconocía y he averiguado, tras las declaraciones de José Luis Lozano, el ganadero de Alcurrucén es que esto viene de atrás. Este ilustrado señor ha dicho:

“Lo que no saben estos ignorantes (o sea, nosotras) es que hay nombres que vienen de ramas de hace doscientos años. Que pasan de bisabuelos a bisnietos invariables. Ahí están los libros de las ganaderías para consultar”.


Tradiciones son también la ablación femenina, la caza de delfines y de ballenas, el burka, el cuello alargado de las mujeres birmanas…


Pues peor me lo pone, porque si ya había toros que se llamaban “Feminista” cuando decir feminismo era poco menos que exclamar Vade Retro Satanás, ya me diréis. Y otra cosa, lo de ignorante suponemos que no irá por la alcaldesa, que antes ha sido consejera de Cultura del Principado de Asturias, y es profesora de instituto, licenciada en Filología Hispánica, especializada en Lengua Española y en Literatura Española e Hispanoamericana; vamos, que si ella es ignorante, ¿qué serán tantos machotes “im-precionantes” (en dos palabras) del mundo del toro? Sin duda, ellos son más listos que nadie.

EL ARGUMENTO ESTRELLA

Y llegamos al argumento estrella, según el cual, “si se prohíbe la tauromaquia, se acaba la raza del toro bravo”. A ver, en realidad un toro de lidia no es otra cosa que un toro, el macho de la vaca, al que se ha ido seleccionando y criando durante generaciones para ir puliendo, destacando y definiendo una serie de características que son convenientes para el espectáculo taurino. Por cierto, que la tauromaquia es cultura, como alegan sus defensores, será solo desde 2011, y porque así lo decidieron Alfredo Pérez Rubalcaba cuando era Ministro de Interior y Ángeles González Sinde, después de un tira y afloja, para traspasar los toros al ministerio que dirigía ella, Cultura.

En cuanto a la tradición, voy a insistir en el ya manido tema de que la tradición no es bendita per se. Tradiciones son, costumbres tan aberrantes como la ablación femenina, la caza de delfines en Dinamarca, la de ballenas, la del trichane na kuche, la matanza de focas en Canadá, el burka en tantos países, los cuellos alargados de las mujeres jirafa birmanas, o hasta no hace tanto, los pies deformes de las japonesas, y no sigo, ni describo estas prácticas porque me estoy poniendo mala.

Unamuno, y muchos otros intelectuales, fueron contrarios a los toros. RTVE
Unamuno, y muchos otros intelectuales, fueron contrarios a los toros. RTVE

INTECTUALES CONTRARIOS

Tampoco es verdad que todos los “prohombres” y grandes escritores y escritoras de nuestra España sean taurinos. En contra se manifestaron Quevedo, Jovellanos, Carolina Coronado, Unamuno, Juan Ramón Jiménez… Resumiendo, que desde el siglo XIII, juristas, personas del mundo de la literatura, la filosofía y un largo etcétera, han denunciado la tauromaquia como lo que es, una fiesta salvaje y primitiva.


En contra de los toros se manifestaron Quevedo, Jovellanos, Carolina Coronado, Unamuno, Juan Ramón Jiménez y otros grandes intelectuales.


Luego está Sabina que dice que el que no quiera toros que no vaya, y yo añado, y que lo pague de su bolsillo, porque lo cierto y verdad, es que en las ciudades donde las instituciones han dejado de arrimar pasta, ha dejado también de haber toros, o sea que muy rentables no son, y las ayudas las pagamos también las personas que reprobamos la tauromaquia.

Lo de que se queda sin trabajo el sector, pues sí, puede que así sea, pero también se fueron al paro las trabajadoras de las fábricas textiles de Béjar o los mineros del carbón y el mercurio. Por no remontarnos a cuando se inventó la imprenta y muchos monjes pasaron de dibujar miniaturas divinas a cavar la huerta para sembrar nabos; se perdieron grandes obras sí, pero así es la vida, renovarse o morir, evolución constante. Desaparecieron los cromañones, pero aquí estamos, aunque, dicho sea de paso, alguno queda, y sacando la patita cada vez con más frecuencia y menos vergüenza.

Yo he ido a los toros muchas veces, unas por trabajo y otras por gusto, me parecía bonito, ahora me espanta, como tantas cosas que he hecho en mi vida y que quisiera borrar. Admiro a esa gente que le preguntan de qué se arrepiente y contesta que, de nada. Pues vaya suerte. A mí, me nombran ministra ahora mismo y duro menos que Máxim Huerta.

A Hemingway le gustaban los toros, pero se suicidó cinco días antes de los sanfermines.
A Hemingway le gustaban los toros, pero se suicidó cinco días antes de los sanfermines.

Aficionados hay muchos y famosos. El no va más, Ernest Hemingway, que estuvo en Pamplona y flipó tanto, que se encargó de dar caché mundial a la fiesta.

Pero si pensamos que el autor de ese tostón que es El viejo y el mar sobrevivió al ántrax, la malaria, una neumonía, la disentería, el cáncer de piel, la hepatitis, la anemia, la diabetes, la hipertensión, dos accidentes aéreos, otro por explosivos, un traumatismo de riñón, algo en el hígado, una fractura craneal, una vértebra rota y a dos guerras mundiales…, y luego va, un dos de julio, justo cinco días antes de los sanfermines, y se suicida. Pues tanto no le gustarían, digo yo, porque en tal caso hubiera esperado para pegarse el tiro a entonar antes el “¡pobre de mí!”.

(Elisa Blázquez Zarcero es periodista y escritora. Su último libro publicado es la novela La mujer que se casó consigo misma. Diputación de Badajoz).

SOBRE LA AUTORA

Una colaboradora muy especial

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