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Cómo tener una mente que no te puedan manipular
Trumpistas, bolsonaristas, supremacistas, terraplanistas, negacionistas del cambio climático, antivacunas, negacionistas de la pandemia... Vivimos atónitos ante el comportamiento de millones de personas que son capaces de seguir a líderes que gobiernan desde la mentira, de creer en falsedades, de guiarse por bulos a sabiendas de que son falsos, e incluso de negar la evidencia de un resultado electoral sin tener ninguna prueba. Un fenómeno que crece como una metástasis en forma de partidos políticos e ideologías que amenazan nuestras democracias y convivencia. Y nos preguntamos por qué el ser humano es capaz de creer en la mentira, cómo funciona la mente humana para llegar a tal nivel de degradación y aberración, cómo la desinformación es la reina de la “sociedad de la información”, cómo el ser humano es capaz de tragar tantas falsedades y moverse en la incoherencia. Y eso ocurre porque la mente es fácilmente manipulable si no estamos atentos y no aprendemos a evitar las múltiples manipulaciones a que se nos quiere someter.
Los 100 primeros periodistas que íbamos a ser fusilados el 24-F
En la trastienda del fallido golpe de Estado del 23 de febrero de 1981 -la trama civil fascista de ultraderecha con miles de participantes, que daba apoyo y posterior colaboración, y la militar ejecutante encargada de la acción primera- estaban elaboradas desde tiempo atrás las listas de los ciudadanos y ciudadanas de este país que íbamos a ser represaliados desde el día siguiente, por ser considerados “elementos peligrosos” a eliminar o reducir al ostracismo. Las represalias previstas tenían una escala de mayor a menor severidad, en función de la ideología y la “gravedad de la conducta” de los implicados, una escala que iba desde el fusilamiento a la pérdida del trabajo. Cien periodistas seleccionados, yo entre ellos, entramos en el primer grupo de los que iban a ser fusilados el 24 de febrero para escarmiento de todos, como recogió la prensa de entonces. Esta es mi crónica de aquellos días aciagos, que pusieron en peligro nuestra democracia y que cuento por primera vez en primera persona y con muchos detalles inéditos.