Él reina como soberano absoluto sobre un país tan machista que no existe ni una sola mujer en ningún puesto relevante de su administración, desde la base -los curas- hasta la cúspide -los obispos, los cardenales y el Papa- y, en cambio, a la mujer -las monjas- le está reservada la tarea de asistencia a dichos dirigentes. Y ella es una feminista declarada que abomina de la deriva machista de la derecha. Mario Bergoglio y Yolanda Díaz se han reunido una vez más en el Vaticano en feliz y risueño encuentro, para asombro de Doña Coherencia. ¿Será porque estamos en las carnavalescas fechas de Don Carnal?
Vestida tan recatadamente que parece una monja, ella que nos tiene acostumbrados a un guardarropa variadísimo y colorido como pocos, en el que el sugerente escote es una de sus señas de identidad, Yolanda Díaz visitó al Papa Francisco, no sabemos a santo de qué -nunca mejor dicho-, ni qué funciones relacionadas con los asuntos exteriores de España figuran entre las de ministra de Trabajo, ni qué pueden tener en común una comunista atea confesa y el jefe de una iglesia como la católica, enemiga declarada del comunismo.
Pero como con este gobierno todo es posible y la contradicción se ha convertido en su principal seña de identidad, allá que se ha ido por segunda vez doña Yolanda a ver a Mario Bergoglio. El Papa le ha lisonjeado los oídos preguntándole si sigue “tan combativa como siempre”. Y ella se lo ha agradecido diciendo que Francisco “es el mejor embajador del trabajo decente en el mundo”, siendo como es el jefe de una iglesia en la que numerosas mujeres -innumerables monjas- realizan trabajos subalternos, sin salario o por salarios de miseria.
La ministra no ha planteado al Papa la pregunta de por qué no hay una sola mujer en la estructura institucional católica.
Ambos, que pertenecen a ámbitos políticos e ideológicos ademocráticos -él dirige una monarquía absoluta y ella profesa un comunismo donde no cabe la democracia-, han sentenciado que hay que democratizar las empresas. Por lo visto eso es más urgente que democratizar Cuba, Venezuela, Nicaragua, Corea del Norte, China o Rusia y otros paraísos comunistas o herederos del comunismo que tan caros les son a ambos y donde la libertad raya a gran altura.
Todo este derroche de coherente camaradería personal e ideológica tiene lugar en la sede gubernamental de un país, el Vaticano, cuyo jefe supremo desprecia tanto a España que se va a morir sin pisar la nación a la que su iglesia, su país natal y él mismo, le deben la cristianización de medio mundo, el idioma que hablan y el mucho dinero que nuestro país dedica cada año a financiar esa confesión religiosa y ninguna otra.
Pero nada de esto le ha reprochado doña Yolanda a don Mario, ni el machismo imperante en la Iglesia Católica, ni la discriminación institucional y social de la mujer en sus estructuras, ni el declarado desprecio del Papa a España, ni la pederastia y el abuso licencioso de tantos prelados, que siguen dando lugar a escándalos como el reciente de la diócesis de Valencia que le ha costado la vida a un canónigo.
Y todo esto, este espectáculo vomitivo de una farsa en la que dos actores de comedia, de pensamiento antagónico, se sonríen se tocan las manos, se piropean, se hacen regalos y se elogian públicamente, nos es ofrecido en un vergonzante espectáculo que seguiría siendo sonrojante incluso si Yolanda se hubiese pagado la carísima excursión de su bolsillo, pero que, encima, para mayor escarnio, hemos financiado los contribuyentes españoles.
(José María Pagador es periodista y escritor, y fundador y director de PROPRONews. Sus últimos libros publicados son AbeceImagindario (fotolibro, Fundación Caja Badajoz), Lencero, el hombre que no se encontró a sí mismo (biografía, Fundación Caja Badajoz), y Susana Leroy (novela, Fundación José Manuel Lara/Grupo Planeta).
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