El partido de fútbol de esta tarde entre las selecciones nacionales de España y Marruecos ha sido entronizado a priori como una ocasión de alto riesgo por el presunto enfrentamiento “entre marroquíes y españoles”, o “entre africanos y europeos”, o entre “cristianos y musulmanes”, o “entre hispanos y magrebíes”, sin que haya ningún dato previo en nuestro país de que dicho enfrentamiento vaya a producirse o se haya producido en el pasado.
Madrid.-
Los graves disturbios de hace unos días en Bruselas y otras ciudades belgas tras la eliminación por Marruecos de la selección belga en el Mundial, sirve de excusa para que los racistas y los xenófobos españoles se apresten a esperar la menor provocación para liarla parda, y para que el Ministerio del Interior haya tomado nada menos que medidas nacionales para prevenirlos aquí. Se sabe que antes del partido Marruecos-Bélgica, seguidores de ambas selecciones ya protagonizaron diversos enfrentamientos, no se sabe provocados por quién. Finalmente estalló la revuelta callejera en un ambiente ya caldeado de antemano, y numerosos vándalos la mayoría de ellos encapuchados se dedicaron durante horas a destrozar la ciudad. Lo que no se sabe es de qué nacionalidad eran los alborotadores anónimos y por qué desde el primer momento se culpó de todo a “los marroquíes”.
En Europa, y ahora aquí, en España, ya están señalados “los marroquíes” como los malos que van a provocar y a causar daño.
A menudo, como consecuencia de la alta rivalidad que el fútbol desata entre las masas, se producen en numerosos lugares del mundo batallas campales entre seguidores de unos y otros equipos o de unas y otras selecciones, sin que se señale a unos o a otros enfrentados por su nacionalidad o por sus peculiaridades étnicas. Pero en Europa, y ahora aquí, en España, ya están señalados “los marroquíes” como los malos que van a provocar y a causar daño. Incluso circula profusamente por las redes un mapa de España con la indicación del número de marroquíes que viven en cada provincia -cerca de un millón en todo el territorio nacional-, como advirtiendo de “lo que puede pasar” hoy, sobre todo en aquellas donde hay más, lo que constituye un claro indicio del racismo y la xenofobia que anida en el corazón incluso de aquellos ciudadanos que se consideran justos y desprejuiciados.
CIUDADANOS DE AQUÍ
Cuando el caos desatado este mismo año en París en la final de la Liga de Campeones entre el Real Madrid y el Liverpool, con millares de personas participantes en los disturbios y numerosas “escenas dantescas” de caos y destrozos, como las calificó la prensa internacional, nadie señaló a los aficionados causantes por su nacionalidad o por su “raza” (no existen las razas entre los humanos, porque, científicamente, todos pertenecemos a la misma).
Hace poco una alta empleada del palacio de Buckingham le preguntó reiteradamente a una ciudadana negra dónde había nacido o de dónde provenía, sin aceptar la respuesta de aquella mujer que le dijo “soy británica, he nacido aquí”. Porque numerosísimos inmigrantes adoptan la nacionalidad -si se les permite, que esa es otra- del país al que llegan y, sobre todo, sus hijos nacen ya siendo ciudadanos del país de acogida. Gracias a eso, los EE.UU. son una gran nación multicultural y multirracial, sin que, desgraciadamente, el racismo y la xenofobia hayan dejado de estar presentes allí, pero habiendo contribuido grandemente ese hecho al progreso y la prosperidad del país.
En España tenemos un gran grupo de ciudadanos procedentes de Marruecos, como de muchos otros países del mundo. Muchos de ellos son y se consideran ciudadanos españoles y se envuelven en nuestra bandera, tanto que, de no jugar hoy ambas selecciones, e incluso jugando las dos, algunos o muchos se decantarían por el triunfo de la española. Pero también tienen derecho a reivindicar la validez de sus orígenes y a festejar, pacíficamente desde luego, sus victorias.
En vez de dinamitar puentes entre las personas de uno u otro origen, lo que habría que hacer es la mínima pedagogía sobre los lazos que nos unen, y más entre dos países vecinos y amigos, que comparten tantas cosas desde el punto de vista geopolítico, cultural, social y económico.
Estoy seguro de que en España, salvo que aprovechen la situación los descerebrados de uno y otro lado de siempre, o salvo que terceros países con interés en aprovechar cualquier ocasión para desestabilizar nuestras democracias -la Rusia de Putin tiene acreditadas numerosas operaciones encubiertas para alterar la vida de los países occidentales-, no va a pasar nada esta tarde. Por eso me parecen desmesurados el gran despliegue preventivo que ha ordenado Interior, la innecesaria alarma generada en la población y el interesado “sobreaviso” en que desde hace días están los amantes del follón. Por mis experiencias en Marruecos -un país maravilloso y amable- y con marroquíes -gente pacífica y hospitalaria donde las haya-, estoy convencido de que toda esta alerta nacional quedará desmentida esta tarde por los hechos, una alerta tal vez provocada por los interesados en distraer a los españoles de los numerosos problemas que tenemos.
(José Mª Pagador es periodista y escritor, y fundador y director de PROPRONews. Sus últimos libros publicados son 74 sonetos (poesía, Fundación Academia Europea de Yuste), Los pecados increíbles (novela, De la Luna Libros), Susana y los hombres (relatos, Editora Regional de Extremadura) y El Viaje del Tiburón (novela, Caligrama Penguin Random House).
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