sábado, 27 abril, 2024
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Cataluña: letal incertidumbre

La prolongación del problema en el tiempo puede arruinar a la región

Prosigue a un ritmo endiablado la fuga de empresas, profesionales, particulares y capitales de Cataluña, según fuentes fiables de dicha comunidad. Son ya más de cincuenta las grandes empresas que han huido a toda prisa, y que representan unos activos de decenas de miles de millones de euros, con una posible pérdida para las arcas catalanas de miles de millones. Pero lo peor no es esto. Lo peor es que la confianza de los empresarios, los inversores y los ciudadanos ha quebrado. Prolongar en el tiempo esta incertidumbre aboca a Cataluña a un desastre aun mayor.

El goteo de las grandes empresas que se marchan, incluso sacando ya de Cataluña también el domicilio fiscal, es incesante. Una de las últimas en sumarse al éxodo ha sido APPLUS (grupo de ingeniería, ITV y asistencia técnica de vehículos, entre otras actividades).  Son ya más de cincuenta las grandes que se han ido o planean hacerlo de forma inmediata (ver cuadro actualizado pero provisional al final de esta Carta). Pero lo que no se ve a simple vista es el traslado creciente de numerosas empresas medianas y pequeñas de todos los sectores, que temen dos cosas: la inseguridad de un nuevo marco jurídico catalán, con las reglas del juego económico cambiadas, y el rechazo de los inversores y el boicot del resto de los españoles a los productos catalanes, cosas estas dos últimas que ya han empezado a notar con intensidad.


Prosigue la huida de empresas, profesionales, particulares, capitales y hasta colecciones de arte.


La peor parte se la llevan las empresas más pequeñas, que no tienen capacidad ni recursos para darse a la fuga. Ayer se publicaba la noticia de que una prestigiosa e innovadora marca catalana especializada en paté de aceitunas, internacionalmente reconocida, está a punto de echar el cierre por esta causa. Los propietarios de dicha empresa han pedido ayuda desesperada a proveedores y clientes del resto de España, que son la mayoría de los que tienen. El boicot puede ser mortal para muchos emprendedores catalanes.

Asimismo, Cataluña ha empezado también a notar en sectores esenciales para su economía, como el turismo –Barcelona es la ciudad de España que recibe más turistas-, este rechazo de los usuarios y los consumidores. Los cruceros que normalmente tocaban el puerto de Barcelona están siendo derivados a Valencia o a otros puertos mediterráneos. Igualmente, los jubilados que viajan con el IMSERSO están evitando la Costa Brava.

EMPIEZA LA FUGA DEL ARTE

Por si todo esto fuera poco, el mundo de la cultura también ha empezado a reaccionar. Por ejemplo, el prestigioso coleccionista francés Philippe Méaille ha anunciado que retira la colección -500 obras de artistas de primer nivel internacional- que cedió al Museo de Arte Contemporáneo de Barcelona (MACBA) en 2010 en un préstamo a largo plazo. La nota de la agencia EFE sobre este hecho recoge textualmente las razones exactas de la institución que tiene la titularidad del legado, con unas palabras que no pueden ser más elocuentes: «Debido a la inestabilidad política en Cataluña y para garantizar la seguridad de las obras de arte cedidas al MACBA, Méaille ha decidido repatriar su colección de arte contemporáneo a Francia y no renovar su contrato de cesión con la institución catalana».

MNAC. Un importante coleccionista francés ha retirado su colección del museo catalán.
MNAC. Un importante coleccionista francés ha retirado su colección del museo catalán.

El golpe es muy serio y puede afectar, por contagio, a otras instituciones o personas que tienen cedidas obras de arte a Cataluña, entre ellas, la Colección Thyssen-Bornemisza de Barcelona, instalada desde 2004 en el Museo Nacional de Arte de Cataluña (MNAC), y que recoge importantísimas obras góticas, renacentistas, del rococó veneciano o del barroco, incluyendo escultura medieval y pintura centroeuropea.

Lo que haya de suceder seguiremos viéndolo en los próximos días y semanas, porque este proceso de huida de intereses empresariales, económicos, profesionales, financieros, monetarios y culturales de Cataluña parece ya imparable. Un drama al que no ayuda nada la letal incertidumbre de los dilatados plazos concedidos por el pusilánime Rajoy para hacer cumplir la ley. Esperar primero hasta el lunes 16 para que Puigdemont diga si proclamó o no la independencia, y después, en caso afirmativo o de silencio, prolongar hasta el jueves 19 la incertidumbre con el dilatado ultimátum de que vuelva a la legalidad quien está claro que ya la ha violado y va a seguir violándola, es, cuando menos, una temeridad.

Los sectores financieros y productivos y la sociedad de Cataluña no pueden soportar por más tiempo este sinvivir. Lo que haya que hacerse –que debería haberse hecho hace mucho tiempo y hoy no estaríamos donde estamos- hay que hacerlo ya. Ni siquiera estamos seguros de que el día 19, después del mantenimiento indudable del desafío por parte de Puigdemont, se atreva Rajoy a aplicar de una vez la ley. Al resto de España le está viniendo muy bien esta fuga de las fuerzas económicas, empresariales, sociales y culturales de Cataluña. Pero el resto de España no quiere eso. Lo que quiere España, incluidos la mayoría de los catalanes, es una Cataluña respetuosa con la ley, integrada y en paz. La presidenta de Madrid, Cristina Cifuentes lo ha dicho: «no queremos crecer a costa de Cataluña».

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