jueves, 25 abril, 2024
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Illa, una arriesgada operación que puede salir bien

La inesperada apuesta de Pedro Sánchez para Cataluña es un movimiento tan arriesgado como inteligente y necesario, aunque tiene varios peros y peligros.

El paso dado por Moncloa -porque ha sido Presidencia, y no el PSOE la autora de la iniciativa- de proponer al todavía ministro de Sanidad, Salvador Illa, como candidato a presidir la Generalitat en las próximas elecciones autonómicas catalanas, ha dejado descolocado al resto de partidos, que no esperaban una maniobra tan sagaz y creíble. Este es el movimiento electoral más disruptivo e inteligente de cara al 14-F, pero también es una apuesta muy arriesgada que, si sale mal, tendrá un efecto demoledor sobre las perspectivas futuras de Pedro Sánchez.

Aunque tiene todas las características de ser un “producto made in Moncloa”, es decir, salido del obrador de Iván Redondo -con la imprescindible inspiración de Pedro Sánchez y de Miquel Iceta, desde luego, pero en una decisión en la que el PSOE no ha pintado nada-, esta vez no parece una ocurrencia redondiana al uso -como esa de envolver las vacunas que llegan a España con la marca del gobierno o ponerle gafas de sol al presidente a bordo del Falcon-, sino una operación de calado que puede empezar a cambiar, ojalá, la deriva de una Cataluña parasitada por la minoría -grande, sí, pero minoría en votos- independentista.


La “operación Illa” esconde también un matiz plebiscitario de la gestión y la figura de Pedro Sánchez.


Este movimiento que nadie esperaba fuera del núcleo duro de Presidencia del Gobierno y que el propio Salvador Illa había negado hasta la víspera, introduce en la política catalana un factor de recolocación de actores y proyectos de cara a las elecciones autonómicas del 14-F. Al PP y a Cs les deja más que descolocados, por ser la de Illa una clara opción de centro-izquierda, incluso más de centro que de izquierda. Igualmente, la irrupción en el tablero catalán del todavía ministro de Sanidad permite al elector desenmascarar al máximo los extremismos, tanto el del españolismo recalcitrante de Vox como el del separatismo delirante de Puigdemont y los suyos.

LAS OPCIONES DE ILLA: Que Illa tiene opciones de obtener un buen resultado electoral -mejor que los obtenidos hasta ahora por Iceta-, incluso de remontar hasta alzarse en 2021 como la fuerza más votada en Cataluña -como ocurrió con Ciudadanos en 2017-, es una posibilidad cierta. Si esto sucediese -como esperan en la sala de máquinas de Moncloa- y, con ello, las fuerzas de izquierda lograsen la suficiente mayoría para ensamblar un tripartido -PSOE, ERC, Podemos- con posibilidad de gobernar la comunidad, podría empezar a reorientarse la deriva independentista de estos últimos años hacia territorios más pragmáticos y de mejor gestión del día a día, como la ciudadanía exige.


La irrupción en el tablero catalán del todavía ministro de Sanidad permite al elector desenmascarar al máximo los extremismos.


Illa ha sido presentado así como el “hombre providencial” que puede marcar un nuevo rumbo en Cataluña y esto puede tener un valor importante en la nueva contienda electoral.

Pedro Sánchez se la juega. RTVE
Pedro Sánchez se la juega. RTVE

NADA QUE ESPERAR DE LOS INDEPES, SALVO DE ERC: Para este necesario cambio de rumbo no cabe esperar nada de los independentistas, salvo de ERC -la fuerza nacionalista más pragmática- si el electorado abre la posibilidad del citado tripartido de izquierdas, una fórmula -tanto si la responsabilidad máxima de gobierno recayese en ERC como en el PSOE, según el resultado electoral y el acuerdo posterior- que tan buenos resultados está dando en Euskadi, donde un pragmático PNV gobierna con el apoyo del PSOE como socio de gobierno, con tres consejerías socialistas, entre ellas, la vicepresidencia segunda (PNV-PSE, el tándem de la estabilidad).

NADA QUE ESPERAR DE CIUDADANOS: Tampoco cabe esperar mucho de Ciudadanos, una formación caída en el abismo de la indecisión, tras la fulgurante victoria de Inés Arrimadas en 2017. En aquella ocasión, este partido bisoño y veleta, perdió la oportunidad de postularse para presidir la Generalitat aunque los números no diesen. Pero era un deber moral y cívico, una oportunidad de amplificar la visibilidad de un posible cambio futuro, que Arrimadas perdió ante su electorado y ante otra parte sensata de los electores ajenos que, aunque no le hubiesen votado, esperaban de ella algún mensaje de esperanza que no llegó. Los resultados que para este partido se esperan el 14-F serán catastróficos en comparación con los obtenidos en 2017.


Para este necesario cambio de rumbo no cabe esperar nada de los independentistas, salvo de ERC, la fuerza nacionalista más pragmática.


NADA QUE ESPERAR DEL PP: Desde luego, la solución del problema catalán no ha pasado nunca ni va a pasar jamás por el PP. Al contrario. Ha sido este partido el que dejó pudrirse, hasta la actual descomposición, el problema, y ha sido bajo el mandato de este partido al frente del gobierno español cuando el problema terminó de estallar, causando la gravísima crisis del 1-O, lo que motivó la aplicación del artículo 155. La representación actual de solo cuatro diputados en el Parlament, que difícilmente aumentarán ahora -si no bajan-, da una idea del estado en que se encuentra este partido en Cataluña.

Y MENOS QUE ESPERAR DE VOX: Tanto si Vox consigue representación parlamentaria en Cataluña en febrero -a costa principalmente del PP y de Cs- como si no, nada hay que esperar de este partido en relación con ninguna solución para el problema independentista, más bien lo contrario. Si Vox consigue escaños en el Parlament, seguramente la intransigencia de sus diputados logrará acentuar la deriva independentista y alejará todavía más una remota posibilidad de arreglo.

Arrrimadas perdió en Cataluña la oportunidad de erigirse como una líder creíble. RTVE
Arrrimadas perdió en Cataluña la oportunidad de erigirse como una líder creíble. RTVE

SOLO ILLA APUNTA SOLUCIONES: En este cuadro de fuerzas y tendencias se deduce claramente que solo Salvador Illa ofrece un horizonte de reconducción de la crisis catalana hacia territorios más pragmáticos, en los que una autonomía reforzada y una gestión real de eficacia y logros palpables devuelva la confianza a la ciudadanía y la normalidad a la vida social y política de una comunidad tan castigada por los excesos indepes y la corrupción de sus mentores históricos.

LA OPCIÓN MÁS INTELIGENTE: No es de extrañar, por tanto, a la vista de este cuadro, que Moncloa moviese la ficha de Salvador Illa en este momento crucial de la vida política catalana y nacional. La apuesta es, desde luego, sorpresiva e inteligente, e introduce un revulsivo extraordinario en una campaña que, de no ser por eso, se pronosticaba tan plana, reiterativa y decantada -en favor de los indepes- como siempre.


De fracasar electoralmente Salvador Illa, el resultado puede ser también demoledor para Sánchez.


Illa es la esperanzada novedad frente a un más que gastado Miquel Iceta -que sin duda va a buscar algún refugio ministerial en Madrid-, no solo para el todavía electorado socialista catalán, sino también para los antiguos y muchos votantes del PSOE en esta comunidad que se perdieron por el camino, y, desde luego, para los desencantados de Ciudadanos y del PP, que saben que, votando a estos partidos, su voto disperso lo único que conseguirá es acentuar la deriva soberanista.

Con estas premisas, la “operación Illa” parece del todo justificada.

Urkullu y Mendia, el exitoso pragmatismo vasco. GOBIERNO VASCO
Urkullu y Mendia, el exitoso pragmatismo vasco. GOBIERNO VASCO

DOS PEROS: Sin embargo, hay dos cuestiones que oscurecen esta apuesta socialista tan brillante. Por un lado, no es de recibo que un candidato a presidente de la Generalitat siga ejerciendo como ministro del gobierno central, primero, porque es difícil tener tiempo para ambas cosas; y, segundo, porque el puesto de ministro otorga una visibilidad y un impacto mediático que sus competidores no tienen.

Por otro lado, puede ser un grave error desaprovechar estas semanas de precampaña que deberían ser de plena presencia de Salvador Illa en Cataluña, tanto a efectos de eficacia electoral, como para no dar la impresión de que una cosa está subordinada a la otra.

PEDRO SÁNCHEZ SE LA JUEGA: La apuesta, como la han calificado otros comentaristas, es audaz. En eso estamos de acuerdo. Pero esta apuesta no tiene solo una dimensión autonómica o catalana. También tiene una dimensión claramente nacional. Por eso es tan arriesgada. Porque la jugada de Pedro Sánchez tiene asimismo un matiz claramente plebiscitario. Si Salvador Illa consigue un buen resultado en las próximas elecciones catalanas -como convertirse en la primera fuerza en votos, o incrementar muy significativamente los 17 diputados actuales de Iceta, o ayudar a formar un gobierno autonomista alejado de veleidades independentistas-, eso será un éxito personal extraordinario para Pedro Sánchez y un refrendo positivo a su gestión de la política nacional y territorial y de la pandemia.

Pero si Illa repite o empeora el resultado de Iceta en las últimas autonómicas, el fracaso -no solo de él, sino de Sánchez y de Moncloa- será mayúsculo y eso, en estos momentos de inestabilidad, con la tercera ola del coronavirus en modo galopante y con las graves divergencias vigentes en el seno del gobierno de coalición -monarquía, modelo de Estado, pensiones, salario mínimo, etc.-, puede ser desastroso para el presidente y para el PSOE.

(José Mª Pagador es periodista y escritor, y fundador y director de PROPRONews. Sus últimos libros publicados son 74 sonetos (poesía, Fundación Academia Europea de Yuste), Los pecados increíbles (novela, De la Luna Libros), Susana y los hombres (relatos, Editora Regional de Extremadura) y El Viaje del Tiburón (novela, Caligrama Penguin Random House).

SOBRE EL AUTOR

José Mª Pagador y Rosa Puch, casi 100 años de periodismo

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