Vuelve a repetirse la situación de 2019, cuando los recursos ante la Comisión Jurídica de Extremadura de las empresas perjudicadas por las irregularidades del concurso para la adjudicación del nuevo cuatrienio del Festival de Mérida tumbaron la Mesa de Contratación y el propio concurso, lo que motivó que la Junta de Extremadura concediera a dedo otra prórroga de un año (2020) al adjudicatario del Festival desde 2012, Jesús Cimarro. Con los nuevos recursos, si dichas reclamaciones prosperasen, se volvería al punto de partida del año pasado y estaríamos ante una nueva edición de este escándalo que parece no terminar nunca.
Madrid, Mérida.-
Las empresas teatrales Klemark y la UTE formada por SEDA y otras dos compañías, que fueron eliminadas del concurso para la adjudicación del nuevo cuatrienio del Festival de Mérida (2021-2024), han presentado recurso recientemente contra dicha eliminación ante la Comisión Jurídica de Extremadura.
La primera de ellas, cuya solicitud de participación en la licitación ni siquiera fue atendida por la Mesa de Contratación, porque, según esta, no había presentado la documentación requerida, recurre tratando de demostrar que el procedimiento digital de presentación prueba que, en efecto, dicha solicitud fue tramitada en tiempo y forma de forma completa.
El caso de la UTE de SEDA es diferente, porque su solicitud fue aprobada y admitida por la Mesa de Contratación, pero luego fue eliminada por decisión del gerente del Patronato del Festival, Pedro Blanco, como informamos en este periódico en su momento (El gerente se carga de un plumazo al último competidor que quedaba frente a Cimarro). En estas mismas páginas publicamos en su día el acta íntegra de la Mesa de Contratación, prueba irrefutable de que dicha UTE había sido admitida para competir con Cimarro (Las pruebas de la presunta arbitrariedad del concurso del Festival de Mérida).
Aunque ambos recursos tienen opciones de prosperar, el de SEDA es el más sólido, porque el argumento de que la Mesa de Contratación le había dado el visto bueno es incontestable.
Estamos ante un episodio más de esta tragicomedia que tiene como protagonistas a un empresario teatral, Jesús Cimarro (que de los nueve años que lleva ya explotando el Festival, cinco han sido a dedo, sin el preceptivo concurso público y que, de consumarse el nuevo despropósito, eternizaría su negocio en Mérida por cuatro años más sin competencia ninguna, como ya pronosticamos en este mismo periódico en agosto: “Cimarro también explotará el Festival de Mérida en el período 2021-2024”) y a un Patronato del Festival cuya ejecutoria en este asunto está plagada de irregularidades y sospechas de parcialidad en favor de Cimarro.
OTRAS INFORMACIONES
Las pruebas de la presunta arbitrariedad del concurso del Festival de Mérida
El gerente se carga de un plumazo al último competidor que quedaba frente a Cimarro
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