El concurso para la organización del Festival Internacional de Teatro Clásico de Mérida durante los años 2020 y 2021, cuyo plazo de presentación de propuestas concluye pasado mañana sábado 22, “está amañado a favor del actual adjudicatario, Jesús Cimarro”, según fuentes solventes del mundo teatral extremeño y español que por el momento prefieren guardar el anonimato. La cuantía total del concurso para el bienio asciende a casi 15 millones de euros (casi 2.500 millones de pesetas) incluyendo taquilla, una cifra exorbitante para una región pobre y con amplias carencias culturales, cuando, además, según expertos, ese Festival “puede hacerse, y mejor, por bastante menos dinero”.
El concurso para la organización del Festival Internacional de Teatro Clásico de Mérida para los años 2020/2021 tiene truco. Y es «un truco difícil de detectar» que, según las fuentes consultadas “está hecho así para despistar, a fin de que otras empresas que quisieran concurrir no se den cuenta y piquen sin percatarse de ese detalle, lo cual las deja fuera automáticamente”. Y añade esta fuente: “por eso, y por las condiciones que se exigen, no tenemos duda de que el concurso está preparado expresamente para adjudicarlo a Jesús Cimarro y a su empresa Pentación Espectáculos”.
El concurso infringe el principio de igualdad de oportunidades y contra él ha sido presentado un recurso con todas las posibilidades de prosperar.
Tenemos que confesar que a nosotros, con una experiencia periodística de más de 50 años y con numerosos casos de corrupción, corruptelas e irregularidades publicados a lo largo de nuestra ya larga vida profesional, y acostumbrados a manejar papeles y documentación enrevesada u oscura, nos ha sido muy complicado encontrar el “truco” y muy posiblemente nos hubiera pasado desapercibido de no ser por la colaboración de varias de nuestras fuentes de dentro y de fuera de Extremadura. Eso indica lo bien planeado que está el presunto amaño para que cuele.
Lo primero de todo que nos puso sobre aviso de que algo oscuro había en el nuevo concurso –más allá de nuestra sospecha, ahora sabemos que fundada, de que la nueva contratación estaba dada a dedo de antemano al actual director del festival, Jesús Cimarro/Pentación, al que ya le concedió el Festival directamente a dedo el entonces presidente de la Junta de Extremadura José Antonio Monago hace ocho años; al que volvió a dárselo a dedo hace cuatro el nuevo presidente Guillermo Fernández Vara, que repitió la jugada en 2016 con un concurso (el primero en este ciclo de 8 años) tan sospechoso como el actual- fue la actitud reticente y oscurantista del director-gerente del Consorcio del Festival, Pedro Blanco, que se negó desde el principio a facilitarnos toda información, remitiéndonos exclusivamente a la web de contratos del Estado donde estaba colgada la convocatoria actual, pero sin facilitarnos en ningún momento el procedimiento de acceso ni los pliegos de condiciones pertinentes, ni mucho menos el documento que contiene el “truco”.
Si a las empresas teatrales españolas que tenían intención de concurrir –algunas desistieron de antemano, vistas las circunstancias- y a sus asesores legales les ha sido difícil localizar el “truco” estando acostumbradas a los concursos, imagínense lo ardua que ha sido esta tarea para nosotros, que no estamos habituados a localizar e interpretar este tipo de documentos. Pero, con ayuda eso sí, lo hemos conseguido y hoy podemos desvelarlo aquí. El “truco” consiste en lo siguiente:
DOS PLIEGOS Y UNO MÁS
Si entramos en la web de contratos del Estado donde está alojado el Expediente 1-2019 del Consorcio del Festival de Teatro Clásico de Mérida (https://contrataciondelestado.es/wps/portal/!ut/p/b0/DcrBCkBAEADQT5pIKeUglJtcsHPR2N2YzC5qbT6f46sHCDOgp8gbBT49yW9lrL2E_VEYG0jELsKaA-k_wAQIyKaNAiqP2DWuz7KhdneaPO–0jiUJVzOVR8G0NtO/), en el epígrafe RESUMEN LICITACIÓN, activando el apartado “Pliego”, se nos abre la ventana “Documento de pliegos”. Ahí puede ver el lector dos epígrafes: “Pliego Prescripciones Técnicas” (PPT) y “Pliego Cláusulas Administrativas” (PCA) y nada más. El PPT (que el lector puede abrir si siente la curiosidad en el enlace anterior, igual que el otro) es un documento de 58 páginas donde, a priori, no se detecta nada anormal. Lo mismo ocurre en el PCA, un documento de 127 páginas, donde tampoco aparece nada de lo que comentamos.
El director-gerente del Consorcio, Pedro Blanco Vivas, se ha negado a facilitar ninguna información a este periódico.
Cualquiera que, como nosotros, vea ambos pliegos, y aunque algunas de sus prescripciones sean farragosas o no claras, se dará por satisfecho creyendo que ahí acaba todo. Pero no es así, porque, en otra parte del portal de difícil acceso (invitamos al lector al reto de que lo encuentre en el portal del enlace anterior), existe el apartado INFORME PROCEDIMIENTO RESTRINGIDO EXPEDIENTE 1-2019, que contiene un documento de 200 páginas (véase que para un simple contrato de organización de un festival de teatro los tres documentos de prescripciones que comentamos suman casi 400 páginas nada menos, es decir, más que para la construcción de una complicada obra de ingeniería) donde está alojado el “truco”. ¿Por qué esta parte del concurso no está tan accesible como los otros dos pliegos?
Antes, de llegar a él, hemos de hacer una salvedad para que el lector no se pierda con lo que viene después. Una de las condiciones del contrato es la que exige la debida solvencia económica a las empresas concursantes, solvencia que viene determinada por su volumen anual de negocio, que debe ser lo suficientemente importante como para poder hacerse cargo de un Festival que en dos años mueve los casi 15 millones de euros que señala el “Valor estimado del contrato” (ver enlace). Y aquí es donde está el truco que restringe la participación de otras empresas que no sean la de Cimarro.
En efecto, en la página 11 de dicho Informe (ver la reproducción de dicha página que acompaña a esta información), y en su punto 6.- CRITERIOS DE SELECCIÓN: SOLVENCIA se dice textualmente:
“La solvencia económica no puede venir determinada por el cumplimiento de una solvencia económica genérica y exigir simplemente un determinado “volumen anual de negocios” sino que, en uso de las facultades conferidas por el artículo 87 de la Ley de Contratos del Sector Público (LCSP), ha de venir concretado por el “volumen anual de negocios en el ámbito al que se refiera el contrato”. Es decir, el volumen de negocio que determinará la aptitud del licitador para participar en el procedimiento, será aquel que se comprenda dentro del objeto del contrato en toda su extensión: la dirección, producción, programación, realización artística y técnica, gestión, comunicación, ejecución y liquidación de todas las actividades de UN FESTIVAL DE TEATRO CLÁSICO DESARROLLADO EN UN RECINTO MONUMENTAL”.
El “truco” consiste en la interpretación superrestrictiva del “ámbito” del contrato, que deja fuera a todas las empresas salvo a una y que incurre en evidente fraude de ley.
El énfasis tipográfico no es mío sino del propio pliego, lo que también delata lo tramposo del procedimiento. Solo les falta decir “y que el licitador se llame D. Jesús Cimarro, puesto que el único empresario que reúne esas condiciones, por venir organizando el festival desde hace ocho años, es él”, matizan nuestros informadores.
FRAUDE DE LEY
Fuentes jurídicas solventes consultadas por este periódico señalan que dicha cláusula “contiene un evidente fraude de ley, al hacer una interpretación restrictiva de lo que dice el artículo 87 de la LCSP que, al referirse en su apartado a) a la opción, junto a otra más genérica aún a la que cualquier empresario podría acogerse en derecho, del “volumen anual de negocios en el ámbito al que se refiera el contrato”, no está hablando en concreto del ámbito de un festival de teatro clásico desarrollado en un recinto monumental, sino del ámbito de las empresas teatrales y la producción teatral en general, del mismo modo que, si se tratase de la construcción de un puente en Murcia el ámbito no sería la construcción de puentes en Murcia, sino en general el campo de la ingeniería y la arquitectura al que pertenecen las empresas del ramo. Lo contrario sería excluir a todos los demás para beneficiar al único candidato que reúne esas condiciones tan restrictivas, algo que puede rozar incluso la prevaricación, pues se conculca claramente y seguramente a sabiendas el principio de libre concurrencia”.
De hecho, añaden nuestras fuentes, el «truco está tan pensado para blindar a Cimarro» en esta etapa en que está muy cuestionado por diversos sectores del teatro extremeño y nacional y de la sociedad en general –que consideran un derroche la elevada cuantía del dinero público que se está gastando en el Festival de Mérida y el gran negocio que su director tiene montado en torno a él, no solo con las representaciones en Extremadura, y un fraude estético por el bajo nivel en el que ha caído el Festival, que ha dejado de ser grecolatino, como debería, e incluye numerosos espectáculos «populares» e incluso algunos ya más que vistos y gastados-, que esa condición solo se ha impuesto ahora, cuando la gestión de Cimarro/Pentación viene poniéndose en entredicho desde hace tiempo por los sectores señalados, porque eso mismo que se exige ahora -esa sospechosa experiencia previa en un festival de teatro clásico en un recinto monumental- no se le exigió a él el primer año que Monago le encargó a dedo el Festival, cuando Cimarro carecía de experiencia alguna en eso, en organizar “UN FESTIVAL DE TEATRO CLÁSICO DESARROLLADO EN UN RECINTO MONUMENTAL”, ni tampoco cuando Vara volvió a dárselo a dedo cuatro años después, ni siquiera cuando en 2016 se sacó a concurso el Festival por primera vez, también con sospechas de estar dado de antemano al mismo de siempre (de lo que ocurrió en 2016 informaremos con detalle próximamente).
Naturalmente, las empresas afectadas por esta discriminación han criticado duramente las condiciones del contrato y el truco citado, incluso, que sepamos, alguna o algunas de ellas han recurrido el concurso, con muchas probabilidades –según las fuentes jurídicas consultadas- de tumbarlo, e incluso de que el asunto pueda llegar a la Fiscalía.
Y lo asombroso del caso es que hasta ahora ningún medio de comunicación de dentro ni de fuera de la región ha dicho nada al respecto. ¡Ay, la publicidad institucional!
(PRÓXIMAMENTE seguiremos informando sobre otros aspectos oscuros del Festival).
(José Mª Pagador es periodista y escritor, y fundador y director de PROPRONews. Su último libro publicado es la novela El Viaje del Tiburón – Caligrama Penguin Random House).
SOBRE EL AUTOR
José Mª Pagador y Rosa Puch, casi 100 años de periodismo
OTROS ARTÍCULOS
Premios Ceres: más de tres millones de euros quemados en cuatro noches
Los caprichos millonarios de Monago rozan lo punible (1)
El escándalo de la publicidad institucional: despilfarro y compra de voluntades
Es falso que Cimarro haya reducido ni en un céntimo la deuda del Festival de Teatro de Mérida
Cimarro y Vara vuelven a mentir al decir que el Festival de Mérida tuvo superávit