La humildad es lo que caracteriza a determinados platos de la culinaria española que vienen de épocas de escasez y pobreza, épocas cuando unos pocos ingredientes básicos, baratos y accesibles -el pan, el agua, el aceite, el tomate, el ajo…- se confabulaban para dar lugar, sin embargo, a unos platos gloriosos que, bien hechos y aderezados, constituían, y constituyen, un manjar. La sopa de tomate es uno de ellos, un plato también válido para estas fiestas navideñas, especialmente indicado, como la sopa de ajo, para el día siguiente de una cena excesiva, sobre todo si se ha abusado del alcohol.
Marchena, Sevilla.-
En épocas en las que los ingredientes a disposición de las cocinas eran escasos y poco variados, épocas en las que las dificultades económicas impedían a una mayoría el acceso a alimentos más selectos, difíciles de conseguir y caros, las familias se las arreglaban con lo poco que tenían, y con la imaginación, para alimentar a sus miembros. Eran tiempos de pan llevar, de mucho esfuerzo y trabajo, y de pocas compensaciones, cuando en las zonas rurales -que es donde nacen estos platos- se las tenían que arreglar con casi nada.
De ahí nacen platos hoy tan extendidos y deliciosos como las migas, el gazpacho, la sopa de ajo o la sopa de tomate, entre otras elaboraciones nacidas de la humildad, que tienen al pan como base. Pero estos platos de tan humilde origen han ido evolucionando y convirtiéndose en grandes hitos culinarios, en manjares que hoy son comunes -con unos u otros ingredientes, con unas u otras variantes- a todas las regiones de España.
Uno de estos platos clásicos, la sopa de tomate, es la sugerencia de nuestro chef para estos fríos días navideños, que nos traen reminiscencias de tradiciones y tiempos pasados a los que solemos volver cada año con nostalgia, pero también con ganas de disfrutar.
(Francisco Javier Segovia Montero es cocinero, gastrónomo y profesor, fundador de la Escuela de Gastronomía de Marchena).
SOBRE EL AUTOR
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