jueves, 25 abril, 2024
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Un tesoro en las arenas del desierto

La consolidación de un nuevo paradigma nos abre nuevos caminos dentro de la interrelación Religiones/Culturas

El reciente viaje del Papa Francisco a Irak ha brillado como un amanecer en la armonización de las disputas y persecuciones religiosas. No solo por su contenido expreso -sermones, encuentros y apuestas de futuro- sino por el fondo de relatos bíblicos que actualizaban de alguna manera el viaje que inició Abrahán desde la llanura de Hur, convertida en escenario de un encuentro prometedor. El patriarca la abandonó hace más de tres mil años con la promesa de ser el origen de un pueblo tan numeroso como las estrellas.

Xavier Moreno Lara
Xavier Moreno Lara

Collado Mediano, Madrid.-

Tal como nos la han presentado las cadenas de televisión, se evidenciaba que se trata de una tierra inhóspita. Tendrá poco que ver con la que dejó el primero de los Patriarcas que encabezan el Libro que seguimos las tres religiones nacidas en el Creciente Fértil. Abraham no sufrió al dejar aquella arena infecunda que le había visto llegar a la ancianidad sin descendencia. Infecunda y hostil, como página inicial de una historia que testimonian los miles de años transcurridos desde la promesa y realidad del firmamento de descendientes que Yahvé le garantizó. Pero hoy no podemos verla como un cielo luminoso. Se parece más a una Supernova cuyas estrellas, alineadas en tres variantes de un credo inicial, han llenado la Tierra de sangre y fuego. Aunque parece que no chocan entre sí cuando se disputan las huríes en el cielo…, pues, eso sí, cada uno tiene su propio paraíso.

El territorio visitado por el Santo Padre ha mostrado heridas de violencia y desprecio del divergente que apenas acaban de cerrarse. Eso mismo hace más relevante el encuentro, que aspira a tener pleno sentido como diálogo entre responsables de tres diversas maneras de enfocar un único mensaje inicial. Es significativo que Francisco, que se jugaba tanto en esta apuesta, haya valorado muy positivamente la impresión que sacó de su encuentro con el Gran Ayatola Alí Al Sistani. “Sentí el deber de ir a encontrar a un hombre sabio, a un hombre de Dios”.

UN RETO A BABEL

Los locutores que glosaban las ceremonias del viaje del Papa lo aprovecharon para brindarnos su apuesta por entrar, como en un calidoscopio sin palabras, en el fondo del mensaje. Recogían el guante del desafío que hasta hoy ha supuesto la maldición de Babel, por cuyo territorio nos estaban llevando con un entramado de traducciones que querían hacernos olvidar la unidad perdida en el mismo escenario que, antecediendo a Abraham, había visualizado la dispersión de los pueblos, al dejar de entenderse por la multiplicación de sus lenguas. Las traducciones simultáneas no dejaban de ser una respuesta significativa al desafío de superar a Dios que había movido a los fracasados constructores de la Torre de Babel.


Cuando una Religión o Escuela de Sabiduría, absolutizándose, quiere centrar el mundo sobre ella, se ahoga en la estructura misma que ha creado para justificar su monopolio.


Si, también gracias a ellos, las cosas están cambiando hoy de una forma significativa se debe a que avanzamos por otros caminos. Los que nos abre la consolidación de un nuevo paradigma dentro de la interrelación Religiones/Culturas. Su novedad consiste en que avanza hacia una vivencia real de las distintas formas en las que, a lo largo de la historia, se ha vivido la experiencia del Absoluto como camino místico. El único capaz de garantizar la unidad del creyente que avanza por él. Así lo ve Mircea Elíade, experto en la historia de los encuentros del hombre con su ser profundo: “Toda la historia es, en cierto modo, una caída de lo sagrado: una limitación y una disminución. Pero lo sagrado no deja de manifestarse y, en toda nueva manifestación, reasume su tendencia inicial a revelarse total y plenamente”.

LAICISMO Y TRANSRELIGION

Volviendo al tema central que nos ocupa, es evidente que se buscan hoy dinámicas de renovación dentro de los mensajes religiosos emanados del Génesis. Y toman posiciones en una competencia, muy distinta de la que, desde el siglo VII, separó de la unidad inicial a los seguidores del Profeta y los lanzó, transgrediendo lo que pide el Corán, contra los seguidores del Libro común.

Porque los cambios significativos que ha experimentado la conciencia religiosa del hombre moderno muestra raíces socioculturales que no se enraízan en las tierras que hemos recorrido con el Papa Francisco. En ellas se fundamentó el fanatismo religioso que tantas ruinas ha causado en Occidente. La últimas fueron las Guerras de Religión entre católicos y protestantes, que remodelaron el mapa de Europa en el siglo XVII. Aunque el verdadero cambio lo había adelantado el Renacimiento, cuyo latido secular dio origen a la Edad Moderna. Siguió su huella el siglo de las Luces, que madurará en la Revolución Industrial. La confrontación que produjeron aquellos cambios se tradujo en un enfrentamiento, sin ejércitos militares, entre la ciencia y la fe. Confrontación que avanza cada día hacia la consolidación de ambas líneas como expresiones independientes, igualmente legítimas, en la búsqueda de caminos de felicidad. Por eso podemos hablar de la apertura y consolidación de un horizonte laico, que comienza ya a tomar fuerza como oferta de una Transreligión.

La reunión del Papa Francisco con el Gran Ayatola Alí Al Sistani abre un tiempo de esperanza. RTVE
La reunión del Papa Francisco con el Gran Ayatola Alí Al Sistani abre un tiempo de esperanza. RTVE

Pero salgamos de las arenas de Babel que multiplican las formas de mostrar los intentos vanos del hombre en su búsqueda de una torre que le ponga a resguardo de tantos diluvios como nos amenazan. Las palabras de alabanza en las que ha insistido el Papa Francisco al hablar del Gran Ayatola Sistani evidencian que nuestros líderes religiosos se han esforzado en la siembra. Han sigo generosos en los gestos de encuentro. Y, como el sembrador del Evangelio, pueden reconocer satisfechos que, aunque buena parte de la semilla haya podido caer entre piedras o arenales estériles, tampoco ha faltado una tierra fecunda para recibirla.

Cuando una Religión o Escuela de Sabiduría, absolutizándose, quiere centrar el mundo sobre ella, se ahoga en la estructura misma que ha creado para justificar su monopolio. Con ello rechaza al hombre en su apuesta más genial: la que le ha llevado a dar formas incontables a la experiencia mística en la que ha podido vivir una conexión real con lo Absoluto. Aunque no parece ajustarse a este paradigma, el empeño religioso de los hijos de Abraham no es en una profunda búsqueda de la unidad universal en lo que ha fundado su supervivencia.

Esta nueva forma de abrirse a una Transreligión daría paso a un tercer paradigma de la apuesta del hombre por alcanzar la transcendencia que encaja perfectamente en la dialéctica de Hegel. El primer paradigma, el de la carroza chamánica, montada sobre las ruedas del cazador recolector, sería la tesis inicial, cuando el hombre, en su lucha por superar sus limitaciones, generó la antítesis de la revolución neolítica. La supera ese hombre prehistórico gracias a los maestros del Tiempo Eje, que proponen un horizonte de autorrealización con ayuda de los dioses. Pero sus enseñanzas sobre la hermandad universal, lejos de encaminarnos hacia una sociedad del bienestar, no han podido impedir que esta se aventure en la noche de la crueldad, la injusticia y el desequilibrio ecológico. ¿Qué tiene de extraño que en ese marco se genere y crezca una pandemia que resulta una amenaza superior a todas las guerras, incluidas las de Religión que aquí era obligado traer a colación?

El Papa Francisco, que tan acertadamente imitaba en días pasados al de Asís cuando viajó a entrevistarse con el Califa, nos ha brindado un periplo de cuyo esfuerzo por una siembra común que supera divergencias podemos esperar frutos de muy alto rendimiento.

(Xavier Moreno Lara es periodista, escritor y filósofo).

SOBRE EL AUTOR

El prestigioso periodista, filósofo y escritor Xavier Moreno Lara, nuevo colaborador de nuestro periódico

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