Vistas la rapidez y la eficacia del acuerdo al que han llegado PP y PSOE para solucionar tan insólito e inverosímil problema legislativo -no hay un caso igual, ni parecido, en la historia legislativa española-, las ciudadanas y los ciudadanos nos preguntamos qué hubiese sido del problema territorial, el educativo, el económico o cualquier otro, si ambos partidos hubiesen accedido a pactar en todos esos asuntos esenciales para la ciudadanía, en lugar de haber dejado el PSOE la aprobación final de tantas iniciativas legislativas y tantas decisiones políticas cruciales en manos de Podemos, ERC y Bildu.
Madrid.-
Una inmensa mayoría de españoles no solo ha visto con buenos ojos el pacto PSOE-PP por el que se reforma la tontamente llamada “ley del solo sí es sí” -cual si decir algo que no sea sí pudiese considerarse como afirmación o afirmativo-, sino que ha producido un efecto reconfortante en la ciudadanía. Después de tanto tiempo de desencuentro entre las dos principales fuerzas políticas de nuestro país, la mera aceptación por ambas del hecho de que un gravísimo problema como es la rebaja de penas a más de mil violadores, pederastas y agresores sexuales y la puesta en libertad de más de cien de ellos -todo eso consecuencia de la nefasta ley alentada y propiciada por Irene Montero- solo podía ser solucionado por las fuerzas constitucionalistas y verdaderamente democráticas de nuestro país, ha puesto ante los ojos de todos la realidad de que los asuntos de Estado no deben dejarse al albur de las veleidades de los populistas, los independentistas y los herederos de los terroristas.
Una mayoría parlamentaria de 208 diputados -120 del PSOE y 88 del PP- puede y debe imponer su razón y su fuerza cuando se trata de un problema grave para el país o de un asunto de Estado.
Vistas la rapidez y la eficacia del acuerdo al que han llegado PP y PSOE para solucionar tan insólito e inverosímil problema legislativo -no hay un caso igual, ni parecido, en la historia legislativa española-, las ciudadanas y los ciudadanos nos preguntamos qué hubiese sido del problema territorial, el educativo, el económico o cualquier otro, si ambos partidos mayoritarios hubiesen accedido a pactar en todos esos asuntos esenciales para la ciudadanía, en lugar de haber dejado el PSOE la aprobación final de tantas iniciativas legislativas y tantas decisiones políticas cruciales en manos de Podemos, ERC y Bildu. La cojera parlamentaria del PSOE -una minoría de 120 diputados que no puede tomar medidas por sí sola- se ha servido estos años de muletas tan poco recomendables como las citadas. Y lo malo es que cuando el partido gobernante camina tan inestablemente, si se apoya en quien no debe la que se da el gran batacazo es España, como ha ocurrido con los nefastos efectos de la ley Montero.
PACTO Y ACUERDO
Después de haber dejado pasar estérilmente la magnífica oportunidad de haber gobernado el PSOE en coalición con Ciudadanos cuando ambos partidos tenían la mayoría suficiente, la ciudadanía ha visualizado que una mayoría parlamentaria de 208 diputados -120 del PSOE y 88 del PP- puede y debe imponer su razón y su fuerza cuando se trata de un problema grave para el país o de un asunto de Estado. Lo conseguido por ambas formaciones con la reforma de la nefasta ley Montero, se podía haber conseguido antes y se puede conseguir aún con multitud de asuntos de primera importancia que afectan a nuestra democracia y a la vida de los ciudadanos, como la defensa del español en todo el territorio nacional, la lucha contra el independentismo, la contención del gasto y de la deuda pública, la independencia de organismos públicos como el CIS o RTVE, la implementación de una educación acorde con nuestra democracia, nuestra cultura secular y las nuevas necesidades, las relaciones con Argelia y con Marruecos, la política internacional o la política de defensa, entre otros asuntos.

Vista la reacción de las fuerzas enemigas de España y de nuestra democracia -que, sin embargo, se sientan en nuestras instituciones representativas y perciben los jugosos emolumentos de su tóxica gestión-, y vistas las caras de Belarra y Montero en el hemiciclo tras la aprobación de la reforma de la ley del sí gracias al acuerdo entre PSOE y PP, se comprende mejor lo fecundo y lo fértil que podría ser ese acuerdo aplicado a tantas cuestiones de nuestra vida nacional. En otros países es cosa normal que fuerzas constitucionalistas de uno y otro signo se unan en asuntos de interés nacional, e incluso formen coaliciones duraderas en el gobierno de los mismos, de lo que Alemania es un ejemplo claro.
Ese es el camino y por ahí hay que avanzar cuando se gobierna en minoría y se tiene al lado a una fuerza política que, en lo esencial, en las cuestiones de Estado, defiende lo mismo que tú.
OTROS EDITORIALES
Podemos, al borde de un ataque de nervios
Explosión (des)controlada del Gobierno
Nicolás Redondo Urbieta, el admirable ejemplo de un “traidor”
Kichi/Colau, el gran fracaso de los “ayuntamientos del cambio”
¡Fuera el español! ¡Visca el català!
La inaceptable injerencia punitiva de Argelia
El pueblo ruso no tiene la culpa
Fracaso histórico de Yolanda Díaz
El consenso debería ser la regla, no la excepción
Andalucía: gane quien gane, pierde el PSOE
El Gobierno incumple su promesa de lealtad al jefe del Estado y a la Constitución
Rivera muestra a Sánchez el camino de la dignidad
El extremismo filoetarra, aislado en el Parlamento Vasco
La Fiscalía debe actuar de oficio contra la llamada de Torra a la “confrontación” contra el Estado
España y el PSOE, en manos de un iluminado
La (¿inevitable?) destrucción del PSOE
El viraje pedrista de Vara y otras complicidades
El síndrome del museo en llamas