sábado, 27 abril, 2024
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Iglesias, una obra maestra de la autodestrucción

Ha dilapidado en tiempo récord el capital político del 15M y ha destruido a todos los que no se apartaron a tiempo de él

El melodrama que protagonizan Irene Montero, Ione Belarra, Pablo Echenique y Lilith Verstringe, suplicando llorosos puestos relevantes en las listas de Sumar, con la seguridad de que, o han sido vetados, o no saldrán elegidos el 23J por ocupar puestos irrelevantes en las papeletas, es un espectáculo al que la ciudadanía está asistiendo entre perpleja y divertida. Los españoles y las españolas hemos soportado durante estos últimos años la arrogancia, la ignorancia y la insustancial temeridad de estos aficionados que, sin embargo, han hecho con la política el negocio de sus vidas -jamás volverán a disfrutar de nada semejante por muchos años que vivan-, negocio que el 23J bajará la persiana para siempre, desgraciadamente para ellos y afortunadamente para los contribuyentes. Ha sido un suicidio por etapas cuyo máximo responsable es, sin duda, Pablo Iglesias.

Madrid.-

Pablo Iglesias destruye todo lo que toca. Administró el enorme capital político del 15M, un movimiento ciudadano inicialmente transversal en el que participaron gentes de las más diversas ideologías, y lo ha reducido a ese pequeño montoncito de cenizas en que se ha convertido eso que han llamado Unidas Podemos, en lo que ni hay unión ni posibilidad ya de nada. Recibió una enorme cantidad de votos para ser una fuerza de nueva y poderosa irrupción, y en unos pocos años ha reducido las opciones electorales de su “movimiento” a cero. Se rodeó de un grupo de personas con un notable nivel medio, y fue apartando a los mejores, hasta quedarse con este reducto final a punto de desaparecer, un grupúsculo sobre el que pastorea sin que los pocos que le quedan se atrevan a decir ni mú. Por destruir, ha terminado destruyendo a sus más fieles, ese cuarteto sin futuro que forman su mujer, Irene Montero, su escudero, Pablo Echenique, su matrona, Ione Belarra, y su becaria, Lilith Verstringe.

De la ruina de un partido que estuvo a punto de sobrepasar al PSOE en votos casi toda la culpa es suya. Ha sido un suicidio por etapas, en el que, por supuesto, ha recibido la ayuda inestimable y ágrafa de sus últimos fieles, cuya labor política se cuenta por errores y despropósitos. Solo se han salvado -de momento- los que se apartaron a tiempo de él, como Íñigo Errejón o Yolanda Díaz.


De la acelerada ruina de un partido que estuvo a punto de sobrepasar al PSOE en votos casi toda la culpa es suya.


Lo de esta última es digno de análisis, porque su “traición” vuelve a evidenciar la falta de ojo clínico político que tiene Pablo Iglesias en sus estrategias, como ya se vio en su fracasada candidatura en la Comunidad de Madrid y como ha terminado de verse en los nefastos resultados cosechados en las últimas elecciones autonómicas y municipales.

Hoy, los lloros de Irene Montero, Ione Belarra, Echenique y Verstringe suplicando por un puesto en las listas de Yolanda son la patética culminación de una absurda tragicomedia que, a pesar de su banalidad esencial, ha puesto en peligro durante estos años la estabilidad y la convivencia de nuestra sociedad democrática.

El 23J culminará la última fase de este suicidio por etapas con el que Pablo Iglesias se ha ahorcado políticamente en el cuello de sus últimos acólitos. De ellos no va a quedar nada, salvo el mal recuerdo de la tabarra que dieron, las molestias que causaron y el cabreo que generaron entre la inmensa mayoría de los españoles. Iglesias ha destruido todo lo que ha tocado. Los que se dieron cuenta a tiempo, huyeron de él. Los que no, ahí están, al borde de nuevo precipicio electoral por el que perderán salarios, privilegios, coches oficiales, asesores y enchufados a dedo, todos ellos sin trabajo ni prestigio -ya lo tenían perdido de atrás- en unas pocas semanas.

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