El Gobierno de España ha dado un paso más en su vergonzante sometimiento a los dictados de los separatistas catalanes -a cambio de mantenerse en la poltrona-, bendiciendo el destierro del común idioma español de la enseñanza en Cataluña y propiciando la utilización del catalán en las instituciones del Estado y de la Unión Europea, empezando por el Senado y el Parlamento Europeo. Los acuerdos entre el Gobierno de España y el de la autonomía catalana, encierra la colosal contradicción -insultante para todos los españoles- de prestar su complicidad para la eliminación del idioma español de la enseñanza y de todos los ámbitos de la escuela catalana, al mismo tiempo que acepta promover la incorporación del catalán a las máximas instituciones representativas de España y Europa.
Madrid.-
¿Imagina el lector que las autoridades de la región francesa de Bretaña obligasen a impartir toda la enseñanza en bretón y prohibiesen no solo impartir la enseñanza en francés en ese territorio, sino que, además, impidiesen utilizar el idioma nacional común en todos los ámbitos de las escuelas y colegios?
¿Admitiría el Gobierno de Francia la imposición del bretón como lengua única en Bretaña y la eliminación del francés en la enseñanza de su región?
Pues justo eso es lo que ocurre en Cataluña, con la complicidad del Gobierno español parasitado por el sanchismo. En esa comunidad autónoma no solo se prohíbe impartir la enseñanza ni siquiera en ese mísero 25% de español al que la Generalitat está obligada por sentido común y por justicia, sino que se acaba de proscribir el idioma común de todos los españoles en todos los ámbitos de los colegios catalanes, donde ya no se podrá hablar español en los recreos, el gimnasio, los pasillos, el comedor y el resto de las zonas comunes; y se designa un comisario político por centro para imponer tal desafuero.
¿TRADUCCIÓN SIMULTÁNEA?
¿Imagina la lectora, por poner un ejemplo, que en una junta general de una empresa privada donde todos los asistentes hablan español, pero algunos de ellos hablan, además, catalán, vascuence o gallego, se introdujera un sistema de traducción simultánea para traducir sus palabras cada vez que a uno de estos se le antojase hablar en la lengua de su región? ¿Asumiría una empresa privada el coste de un gasto tan absurdo?
¿En qué empresa privada se admitiría un sistema de traducción simultánea si todos hablan un idioma común y unos pocos tienen una segunda lengua?
Pues esto es lo que el Gobierno de España pretende hacer en el Senado, para contentar a los separatistas catalanes “y a todo aquel que lo solicite”, una medida no solo absurda y que nadie tomaría en el ámbito privado, por el malgasto de dinero y de tiempo -la duración de las sesiones se multiplicaría por dos o por tres- que eso supondría. Y no solo eso, en una decisión tan ridícula como irrealizable, el sanchismo está dispuesto a proponer la utilización del catalán en el Parlamento Europeo, que, sin duda, lo rechazará. Porque, de aceptar, la institución tendría que hacer lo mismo con la gran variedad y número de segundas lenguas que se hablan en todos los países de la Unión.
Y lo más sangrante de todo es que el mismo Gobierno que asume estas “medidas” de “defensa” del catalán -como si corriese peligro- es el que permite la eliminación del español no solo en la enseñanza sino en todos los ámbitos de la escuela catalana.
No hay duda de que, con una ceguera incomprensible, Sánchez sigue dando fundados motivos -por si no los hubiera ya suficientes- para que cada vez le voten menos españoles, incluidos muchos de los hasta ahora votantes socialistas, como ya se ha visto en Galicia, Madrid, Castilla y León, y Andalucía, y como se verá, definitivamente, en las próximes elecciones autonómicas, municipales y generales.
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