Nicolás Redondo Urbieta, líder de UGT y destacado político socialista, promovió dos huelgas generales masivas contras las medidas económicas del felipismo cuando los gobiernos de González estaban en pleno auge. La primera paralizó por completo el país, hasta el punto de que la propia RTVE dejó de emitir, por el paro de sus trabajadores. Hoy, su disidencia y su militancia en la coherencia le habrían costado la acusación de traidor con la que el sanchismo y sus adláteres intentan acallar a tantos socialdemócratas disidentes de las políticas territoriales y legislativas del actual gobierno.
Madrid.-
Pedro Sánchez tuvo ayer el cuajo de visitar la capilla ardiente de Nicolás Redondo Urbieta, cuando él no solo le hubiera condenado por disidente de sus políticas rompedoras del equilibrio y la unidad de España, sino que, además, ha hecho lo propio con su hijo, Nicolás Redondo Terreros, al que incluso se atrevió a abrirle expediente de expulsión del PSOE.
Nicolás Redondo siempre defendió la unidad de España desde su cuna y su linaje vascos
Nicolás Redondo padre, uno de los poquísimos miembros del PSOE que dimitió como diputado y dejó su escaño en el Congreso por su desacuerdo con las políticas felipistas, fue un disidente de lo que consideraba política errónea del PSOE, es decir, del gobierno de Felipe González, no de su partido. Ocurre que cuando un dirigente toma un rumbo contradictorio con lo que es la esencia de su formación política, la dirigencia pretende que los militantes abracen en bloque el cambio de rumbo. Si no se hace eso, se corre el riesgo de ser acusado de traidor y condenado al ostracismo, si no a algo peor.
Hoy, Nicolás Redondo Urbieta, que siempre defendió la unidad de España desde su cuna y su linaje vascos, indudablemente se enfrentaría contra la deriva disgregadora y anticonstitucional del gobierno sanchista, como ha hecho su hijo y como hacen cada día no solo numerosos cargos y excargos socialistas (Numerosas personalidades socialistas se manifiestan ya públicamente contra la política suicida de Pedro Sánchez), sino centenares de miles de afiliados, simpatizantes y votantes, que se cuestionan muy seriamente seguir votando al sanchismo en las múltiples convocatorias electorales de este año. La rebelión socialista contra el sanchismo no es solo cosa de García Page, de Lambán, de Lobato y de otros dirigentes y barones, sino de incontables electores disconformes (Rebelión socialista, la punta del iceberg).
Ha muerto Nicolás Redondo Urbieta, un gran hombre caracterizado por la coherencia y por la lealtad a las propias ideas y a la esencia del verdadero PSOE, un disidente que hoy sería considerado un traidor por el sanchismo y sus camarillas. Por eso da vergüenza ver a Pedro Sánchez haciéndose la foto ante el cadáver del sindicalista fallecido, cuya disidencia no hubiese tolerado él en la actualidad.
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