El espectáculo ofrecido por los senadores y los diputados socialistas, recibiendo con sonrisas y ovaciones, puestos en pie, a un Pedro Sánchez no solo derrotado en toda regla el 28M, sino trastornado hasta el punto de haber convocado elecciones con apenas unas horas de lapso entre el final de las autonómicas y municipales y el comienzo del plazo para las generales, es una de las escenas más inconcebibles, grotescas y disparatadas que se han visto nunca en la política española.
Madrid.-
¿Qué aplaudían los diputados y senadores socialistas el pasado día 30 de mayo? ¿Por qué sonreían de oreja a oreja? ¿Cuál era la razón o el motivo de ese entusiasmo enloquecido que cristalizaba por ejemplo en una ministra María José Montero totalmente arrebatada? ¿Por qué escogió Sánchez este escenario y esta claque de políticos cuya continuidad en las listas electorales y en los jugosos salarios y privilegios parlamentarios depende exclusivamente de él? ¿Por qué no se atrevió a convocar de inmediato un Comité Federal o, mejor aún, un congreso extraordinario del PSOE?
Son preguntas, éstas y muchas más, que se hicieron y se siguen haciendo centenares de miles de votantes socialistas, que no comprendían semejante espectáculo y que sienten vergüenza ajena por tamaño despropósito.

En esta reunión borreguil a mayor gloria de un cada día más desnortado Sánchez, no solo ocurrió lo que todo el mundo pudo ver -esos papanatas aplausos, esas ridículas sonrisas, ese injustificado y falso entusiasmo, esa adhesión norcoreana prietas las filas-, sino, lo que es peor, lo que todo el mundo pudo oír, el discurso más fuera de lugar, disparatado y enloquecido de un Sánchez del que muchos dudan ya acerca de su equilibrio mental.
Sánchez no solo se ha convertido en un déspota a ojos de la ciudadanía y de un sector mayoritario del electorado socialdemócrata, sino en un déspota trastornado, lo cual es mucho peor. La reacción casi unánime de la prensa nacional e internacional ante ese show sanchista no deja lugar a la duda. Por eso, cada día son más, incluso entre el electorado incondicional, los que ponen en duda el sentido de su voto en los próximos comicios, conscientes de que seguir apoyando a este personaje es poner en peligro no solo al PSOE -que tendrá dificilísima su recuperación después del 23J-, sino, lo que es peor, a España.
Los movimientos contrarios a esta deriva dentro del PSOE son cada vez más claros y numerosos. La reciente nueva reunión de dos centenares de excargos y dirigentes socialistas en la Fundación Carlos de Amberes es solo un signo visible de lo que se está cociendo en una parte de la dirigencia del partido y en las federaciones territoriales.
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