El año que iniciamos va a dejar a nuestros herederos huérfanos del estudio regular de la FILOSOFIA. Se han escuchado algunas quejas sobre este despropósito, pero no alcanzan las primeras planas de los medios, al ser esta una pérdida que no afecta al índice de precios al consumo ni amenaza con empobrecer el valor de la oferta turística. Ni siquiera puede considerarse que cierra el camino hacia una carrera de prestigio social y buen rendimiento económico. Como sí lo es en otros países, precisamente en aquellos que obtienen las mejores posiciones en el informe PISA que, a nosotros nos pone en la cola.
Madrid.-
No pensábamos en situarnos ventajosamente en la escala de prestigio social quienes, en los años 60, habíamos apostado por una carrera en cuya Facultad de Filosofía se celebraban encuentros que los “grises” intentaba bloquear y deshacer. Incluso cuando las manifestaciones acordadas por nosotros en asamblea democrática, no podían salir del campus, aunque iban presididas por catedráticos como Tierno Galván, García Calvo y Aranguren. Estos profesores, participando en nuestras asambleas, enseñaban una Filosofía muy diferente de la que recogían los manuales escolásticos. Refiriéndonos a ellos y al empeño de nuestros profesores por hacernos unos ciudadanos correctos, teníamos como uno de nuestros lemas el Primum vivere, deinde philosofare, el tamiz por el que debía pasar una enseñanza que había nacido con el empeño ateniense por el bello riesgo con el que Sócrates afronta la copa de cicuta.
Nuestro riesgo era cumplir con las formalidades de una carrera seria y elaborar unos trabajos a base de buscar y contrastar las fuentes, lejos, como estábamos, del coladero del “cortar y pegar”, habilidad que ha permitido a tantos mendaces, incluidos algunos Padres de la Patria, disponer de títulos de alto coturno. Tomábamos apuntes seriamente y los convertíamos en trabajos de rigor…, aunque nos distraían las noticias que en aquella Primavera del 68 apuntaban hacia un viaje más rico que el diálogo peripatético al que nos invitaban nuestros profesores.
CAMBIO DE GALAXIAS
Estábamos participando, más o menos conscientes de ello, en una nueva configuración de las formas de expresar y difundir los conocimientos y crear una novedosa interrelación entre las personas. La explicaba McLuhan al definirla como fruto de un cambio de turno entre la Galaxia Gutenberg, desplegada por el libro como soporte de conocimiento, que iba cediendo protagonismo a los medios radiados y telemáticos que desplegaba la Galaxia Marconi, y que hoy cubren el Planeta y la Vía Láctea con su casi infinito bosque de bits.
El Amor a la Sabiduría -eso significa Filosofía- es un continuum que explica todas las grandes creaciones del espíritu humano.
La Galaxia Marconi -sigo el brillante esquema de McLuhan- con el poderío de la Radio, la Televisión y las diferentes formas de Comunicación telefónica y telemática, tomaba la primera línea de difusión y transmisión del saber, como heredera de la Galaxia Gutenberg, cuyas apuestas y retos seguirían siendo la espina dorsal del desarrollo personal, como guardiana de las creaciones filosóficas y religiosas que habían dado formas diferenciables a los pueblos y a sus credos.
Como aspirantes a filósofos sabíamos que la originalidad de los nuevos soportes de comunicación no residía tanto en los contenidos del mensaje cuanto en la forma que tenían de sustituir -o incluso reforzar- océanos de letra impresa por vibraciones, cuyas olas cubrían instantáneamente toda la Tierra y, que en un par de decenios, aceptarían el reto de mandar señales hacia los océanos intergalácticos. Por su parte, el libro seguiría centrando las bases del conocimiento personal y las claves de los diferentes mensajes de transformación personal o de grupo con siempre nuevas formas de expresión.
HACIA EL TRANSHUMANISMO
Al ceder protagonismo a las poliédricas formas de la Galaxia Marconi, iba a continuar el intento de diálogo con las estrellas que se atrevieron a iniciar los astrónomos de Caldea, al mismo tiempo que sus ladrillos cuneiformes preludiaban, como documentos rigurosos, el incuestionable valor de soporte que nos han proporcionado la escritura y el libro desde los albores de aquella Aldea Global, nombre que da McLuhan a la primera Galaxia que recogió y repartió conocimientos y visiones del pasado. En sistemas tan primitivos latía una semilla que, tras milenios de atención a lo invisible, ahora nos reta hacia el Transhumanismo y su invitación a asomarnos en el espejo del Bosón de Higgs.
Porque aquel intercambio simbiótico entre las Galaxias Gutenberg y Marconi, que los de nuestra generación vimos nacer y sentimos crecer como prometedor horizonte, ha evolucionado hacia espacios siempre más amplios en la medida en que el ser humano se ha vuelto capaz de utilizar soportes cada vez más ligeros y potentes que, por otra parte, deben superar el reto de que la Galaxia Marconi no se limite a ser una Telaraña más relevante y valiosa que las frivolidades de su cortar y pegar textos de los grandes aportes de la Galaxia Gutenberg.
Por mi parte, si he podido presentar y defender el Amor a la Sabiduría -eso significa Filosofía- como un continuum que explica todas las grandes creaciones del espíritu humano, desde el Canto de Gilgamesh hasta el Bosón de Higs, es evidente que mantendrá firme, etapa tras etapa, el avanzar en camino hacia esa eternidad que describe el ordenado turno de protagonismos que han seguido las Galaxias de McLuhan.
Por eso es tan importante que la Filosofía no muera en este año 2022 y que siga enseñándose a las nuevas generaciones.
(Xavier Moreno Lara es periodista, escritor y filósofo).
SOBRE EL AUTOR
OTRAS INFORMACIONES Y ARTÍCULOS
La infamia de los ongi etorri a los etarras
Un tesoro en las arenas del desierto
Sobran asesores y faltan sanitarios
Coronavirus, ¿aviso o castigo?
Una España vacía… de políticos eficaces
Teruel existe… y los amantes se reencuentran
Los españoles, últimos en felicidad
Toro nacionalista en el gobierno de Navarra
Fidel García, el único obispo que no respaldó la “Cruzada del 36” y lo cara que le costó su valentía
Juego de historias para nuevos pactos