El reconocido pintor Francisco Pedraja Muñoz, de origen madrileño pero extremeño por elección, un artista cuya obra goza de gran prestigio nacional e internacional, con numerosas y exitosas exposiciones en España y en otros países, murió el primer día de este mes de septiembre en su querido Badajoz. Además de su intensa labor creativa y profesoral, Francisco Pedraja desarrolló, a lo largo de décadas, una intensísima y fructífera labor cultural que dio numerosos frutos, como el brillante renacer del teatro en Extremadura a partir de iniciativas promovidas o apoyadas por él. El autor de esta semblanza, que fue testigo, compañero y copartícipe en algunas de estas actividades, sobre todo en la teatral, rememora la gran labor realizada por el desaparecido artista.
Ciertamente, con el fallecimiento de Francisco Pedraja ha desaparecido uno de los intelectuales que más han participado en el quehacer cultural de España y, sobre todo, de Extremadura en las últimas décadas. Tras la vuelta de vacaciones he sabido la noticia de su muerte y las semblanzas de algunas doctas y elocuentes plumas, como las de Manuel Pecellín Lancharro, Alberto González Rodríguez, o Alfredo Liñán Corrochano, elogiando, en la excelencia de cada escrito, la personalidad humana y el apasionamiento cultural de este gran personaje de origen madrileño, pero extremeño de corazón hasta los 93 años.
Como he sido testigo observador en muchas ocasiones de la inmensa actividad de Francisco Pedraja, quiero adicionar -sin pedanterías ni falsas humildades- a esas descripciones de consideración relevante que se tiene de él como pintor y profesor de Arte, las importantes implicaciones que tuvo en las actividades del teatro extremeño. A él, que fue un referente de acción de casi todo lo relacionado con la organización cultural (tanto en la época franquista como en la democrática), se deben el apoyo incondicional y la financiación institucional –que el teatro extremeño tiene que agradecer- de los proyectos pioneros del Centro Dramático de Badajoz y la Cátedra de Teatro “Torres Naharro”, que se presentaron a los organismos oficiales.
HOMBRE CLAVE
Conocí a Pedraja en 1973, a través de Manuel Martínez-Mediero Díaz y Joaquín Suárez Generelo, cuando pretendían montar la II Semana de Teatro de Badajoz y solicitaron mi colaboración. Recuerdo que aquella era una época del franquismo que estuvo marcada -desde el Ministerio de Información y Turismo de Fraga Iribarne, a finales de los años 60- por una propuesta de reformas, autocalificadas de “aperturistas”, indispensables, según su perspectiva, para asegurar la continuidad de aquel régimen y acallar las críticas a la censura provenientes de Europa. Momento que favoreció en Extremadura para que algunos progresistas tenaces y fecundos alentasen un auténtico resurgir cultural en la región.
Entre 1970 y 1973, desempeñaron cargos en la Diputación Provincial de Badajoz el escritor y juez Julio Cienfuegos Linares (como presidente) y Francisco Pedraja Muñoz (como diputado provincial de Cultura). Ambos se unieron entonces, en un afán regionalista común, a poetas, pintores, músicos, periodistas, eruditos y demás personas implicadas y entusiastas del renacer extremeño (gente que celebraban tertulias en casas particulares, a las que Pedraja acudía). Esa unión contribuyó a que arrancaran vitales proyectos que establecieron el “cambio” cultural a una nueva época. En 1971, el gran proyecto de Cienfuegos y Pedraja –encauzado por el escritor y abogado Manuel Terrón Albarrán, que ejerció como secretario general- fue la creación de la Institución Cultural “Pedro de Valencia”, con el objetivo de desarrollar un ambicioso programa en todos los ámbitos de la cultura regional.
NACE EL CENTRO DRAMÁTICO
En el teatro, fue el Centro Dramático de Badajoz el primero que surgió al poco tiempo, como asociación cultural, en una reunión de la Real Sociedad Económica Extremeña de Amigos del País, recuperado lugar de encuentro libre y abierto para el debate de los asuntos regionales. Estuvieron presentes en la reunión Martínez-Mediero y el profesor y crítico de teatro y cine Ricardo Puente Broncano, entre otros, quienes recogieron las iniciativas de algunos grupos de teatro pacenses –“Pax” y “Almas Humildes”- que querían fomentar el arte dramático en la provincia. El Centro Dramático, que termina legalizándose en 1973 ante el Gobierno Civil e inicia una captación de socios, lo presidió Suarez Generelo, que fusionó los dos grupos teatrales en uno, “Pequeño Teatro”. Pero sus actividades estuvieron máximamente acogidas y sufragadas por la Institución Cultural “Pedro de Valencia”, en la que Pedraja era hombre clave.
La Institución Cultural “Pedro de Valencia”, con Manuel Terrón y Francisco Pedraja al frente, logró crear una infraestructura cultural de la que hasta entonces se carecía.
Mi colaboración en la II Semana de Teatro de Badajoz consistió en redactar un proyecto desde Teatro Estudio de Madrid, al que pertenecía, en el que participarían los más competentes grupos teatrales españoles y los mejores intelectuales de teatro del momento (que animarían el evento con conferencias, debates y cursillos para la formación de actores). El proyecto teatral, que fue aprobado por Pedraja y llevado a la práctica por Suárez Generelo, resultó ser la más importante actividad dramática española de todo el año. Contó con la asistencia de Carlos Gortari, máximo representante teatral del Ministerio de Información y Turismo, y de directores y redactores de las revistas especializadas del país –“Primer Acto”, “Yorick”, “Triunfo”, “Pipirijaina”, etc.- que recogieron favorablemente la labor y trascendencia de la Semana.
SURGE LA CÁTEDRA DE TEATRO
Entre los cursillos teatrales que se realizaron, impartí uno sobre “Técnicas de actuación y dirección escénica”, que tuvo muy buena acogida y dio lugar a que propusiera a las instituciones culturales la creación de una escuela de teatro. Presto, fue Pedraja quien ofreció crear la Cátedra de Teatro “Torres Naharro”, vinculándola al Centro Dramático y a la Institución “Pedro de Valencia”. Y quien me sugirió dirigirla. Un encargo al que no pude corresponder, por tener ese año compromisos profesionales de teatro en América. No obstante, Pedraja aprobó un presupuesto para iniciar el funcionamiento de la Cátedra en 1974, con el actor Cristian Casares que vendría, ofrecido por Teatro Estudio de Madrid, a implantar su enseñanza. Sin embargo, la actividad de la Cátedra sólo duró medio año, ya que durante la práctica educativa con los alumnos –en el montaje de una obra y su representación- no hubo entendimiento entre el actor y el Centro Dramático de Suárez Generelo. Y la enseñanza teatral quedó paralizada.
A Pedraja se deben el apoyo incondicional y la financiación institucional de proyectos culturales pioneros, como el Centro Dramático de Badajoz y la Cátedra de Teatro “Torres Naharro”.
Pero fue en 1978, con la irrupción democrática, cuando se dio el auténtico resurgir cultural en la región. Hubo cambios de profundo estilo y alcance que consiguieron despertar, en manera ciertamente colectiva, la letal confusión y pasividad cultural sobrevenida entre 1974 y 1977 (época de la muerte de Franco, en 1975).
La Institución Cultural “Pedro de Valencia” logró entonces crear una infraestructura suficiente, de la que se carecía. El espíritu extremeñista de aquellos intelectuales entusiastas de principios de los 70 seguía latente con Pedraja y Terrón Albarrán al frente de la entidad cultural, que en la primera legislatura democrática de 1979 va a ser defendida y auspiciada sin reservas por Luciano Pérez de Acevedo y Amo, desde la presidencia de la Diputación Provincial de Badajoz.
En el teatro, tras mi regreso en 1978 de América –donde había estado trabajando en Puerto Rico, Venezuela y Colombia con la Federación de Festivales de Teatro de América– me hice cargo de la dirección de la Cátedra y del Centro Dramático de Badajoz, por ofrecimiento de Pedraja y Martínez-Mediero (que entonces presidía la entidad teatral), después de haber considerado mis ideas publicadas en un reportaje/entrevista de Moisés Cayetano Rosado –que lleva por título “ARRIBA EL TELÓN”- en el suplemento SEIS Y SIETE (Diario HOY). Ideas para la creación de “un teatro que respondiese a las necesidades de la región extremeña”, organizado desde un centro estable de actividad teatral, a través de varios departamentos: planificación y programación, formación e investigación, información y difusión. Y que estuviese acogido en los programas culturales financiados por la Diputación, contando con la colaboración de la Dirección General de Teatro del Ministerio de Cultura y Ayuntamientos de las poblaciones participantes en las actividades.
INFRAESTRUCTURA TEATRAL PARA EXTREMADURA
Entusiasmado, desde la dirección del Centro Dramático puse en marcha un “Proyecto de Infraestructura Teatral para Extremadura”, con actividades que se integrarían en los programas de la Delegación de Acción Cultural y de la “Pedro de Valencia”, que Pedraja ofreció al pleno de la Diputación (HOY, 28-4-1978). El proyecto teatral contó con el respaldado acorde de los consejeros de la Institución, Martínez-Mediero, Ricardo Puente y José María Pagador (que, además, lo publicó en HOY y en la HOJA DEL LUNES).
A partir de 1978, la actividad del Centro Dramático y de la Cátedra fue impresionante durante los años que duró la “Pedro de Valencia”, anticipándonos a muchas regiones en la experimentación de actividades y creación de un movimiento teatral de carácter popular, que cobró una notable energía y rigor. Se realizaron festivales regionales, nacionales, hispanoamericanos, amplias campañas de representaciones y de formación teatral en las capitales y en los pueblos, premios y publicaciones para autores extremeños y nacionales, producciones autóctonas en el teatro Romano de Mérida (“Lisístrata”, “Fedra”, “Golfus de Emérita Augusta”), seminarios y foros de teatro, etc.
HECHOS PROBADOS
Pero no trato aquí de hacer un balance de la labor del Centro Dramático y de la Cátedra, sino de hacer memoria sucinta del importante vínculo que tuvo Pedraja con el acontecer del teatro extremeño y su aportación desde el más fecundo logro de la cultura oficial: la Institución Cultural“Pedro de Valencia”, “que en mala hora fue abolida sin motivo por unos políticos hostiles carentes de visión”, según afirmó en la Casa Consistorial de Cultura pacense José María Pagador, en su intervención con motivo del homenaje que los Amigos de Badajoz brindaron a Manuel Terrón Albarrán el 23 de septiembre de 2019.
Creo que los hechos y las actividades ya están sobradamente probados en las hemerotecas y en la Gran Enciclopedia Extremeña. Y, sobre todo, en una publicación de 1983 en la conocida revista teatral PIPIRIJAINA, que se interesó por el programa de acción teatral extremeño y en su número 25 dedicó la publicación -en el libro adjunto TEXTOS- al teatro en Extremadura (que fue difundido con miles de ejemplares por todo el país).
En el libro, que presenté en el Salón Noble de la Diputación -con la asistencia y participación de Pedraja, Terrón Albarrán y Pérez de Acevedo– se dio a conocer al autor Miguel Murillo con la publicación de sus obras -“El reclinatorio” y “Columbella”- premiadas por la Cátedra “Torres Naharro” y un amplio informe que recoge valiosas monografías sobre la actividad del Centro Dramático y de la Institución “Pedro de Valencia” (HOY, 14 y 15- 4-1983). Moisés Pérez Coterillo, prestigioso crítico teatral, editor de TEXTOS y director del Centro de Documentación Teatral del Ministerio de Cultura, dice en la introducción del libro:
“Pocas regiones de España pueden presentar el drástico contraste entre una depresión económica y cultural en permanente estado de alerta roja, y una demanda del hecho teatral de la magnitud de la que se da en Extremadura”.
Desde 1978 hasta 1984, cuando oscuramente la “Pedro de Valencia” fue suprimida como el órgano cultural de la Diputación, porque había llegado “a un protagonismo excesivo en detrimento de la Corporación”, según consideraron absurdamente los nuevos políticos que entraron en la segunda legislatura (HOY, 11-2-1984), mantuve animadas tertulias diarias con Pedraja y otros miembros de la Institución, que entonces igualmente soñaban con una Extremadura mejor y con un nuevo horizonte cultural. Nos reuníamos en la cafetería La Marina de lunes a viernes, ideando y ofreciendo ilusionados proyectos que insistían una vez y otra vez sobre la tarea cultural necesaria, sabiendo también de los desengaños y las incomprensiones. Entre los contertulianos fijos recuerdo que estaban -además de Pedraja, que nos juntaba- Terrón Albarrán, Ricardo Puente, Carmelo Solís, Antonio Zoido, Juan Antonio Cansinos, Fernando Saavedra y José María Pagador (ambos periodistas y concejeros de la “Pedro de Valencia” coordinaban la revista cultural “Alminar”, editada conjuntamente por la Diputación y el diario HOY).
Otros consejeros y creadores, como Cienfuegos, Martínez-Mediero, Esteban Sánchez, Miguel del Barco, Pérez Ribes, Fernando Pérez Marqués, Fernando Cortés, J. M. Santiago Castelo, Mariano Fernández-Daza, o José Álvarez Sáenz de Buruaga asistían esporádicamente. Todos ellos, formaban un conjunto humano de intelectuales y artistas -en las distintas materias que desempeñaban en la Institución y fuera de ella- cuya calidad y altura no ha vuelto a repetirse.
Pedraja siempre manifestó satisfacción por la actividad teatral que desarrollábamos con el Centro Dramático y la Cátedra. En 1979, cuando fuimos distinguidos como EXTREMEÑO DEL AÑO por Radio Extremadura/Cadena SER, al acto de entrega nos acompañaron Pedraja y Terrón Albarrán, que recogieron el premio (HOY, 18-3-1979).
Como artista que era, también le gustaba a Pedraja participar en algunas actividades teatrales o parateatrales planeadas en aquellas tertulias, como fueron las solazadas actividades del Carnaval pacense (donde ambos fuimos coorganizadores y jurados de los concursos de murgas y comparsas) o en aquella Cabalgata de Reyes artística que creamos para el Ayuntamiento de Badajoz. En cinco ocasiones, montamos ese evento popular, bajo mi coordinación general, en el que la Cabalgata se convertía en un Belén viviente itinerante que culminaba con la representación del Auto de los Reyes Magos. Pedraja diseñaba las escenografías de las carrozas (que construían las asociaciones de vecinos), Ricardo Puente hizo la versión del Auto, Carmelo Solís organizó la actuación de los coros y Pérez Ribes compuso la música. La singular y valorada Cabalgata, realizada en las etapas de los alcaldes socialistas Manuel Rojas Torres y Gabriel Montesinos Gómez, que tuvo repercusión nacional y pudo incorporarse al cuerpo de tradiciones de la ciudad, se la cargó sin miramientos el nuevo alcalde del PP Miguel Celdrán, algo que dejó mucho que desear de este regidor que hoy goza de la estatua más placentera en la vía pública, por “chusca” decisión privada de algunos amiguetes y políticos afines.
En un hecho de inolvidable recuerdo, Pedraja, siendo asesor artístico del Ayuntamiento pacense, había respaldado -a principio de los 80- mi defensa pública, que había manifestado -como concejal- tanto en un pleno municipal como delante de unas excavadoras, para que no se derribase el emblemático teatro López de Ayala (que había sido desahuciado por la corporación del alcalde de UCD, Luis Movilla). Acto seguido, fueron Pedraja junto con Terrón Albarrán y José María Pagador los que, orientados por el Colegio de Arquitectos, sugirieron al Ayuntamiento permutar la propiedad privada del teatro (que quería convertirlo en un edificio de viviendas con el beneplácito municipal) por el terreno del devastado Matadero Municipal. La idea funcionó, poco después, con el alcalde Manuel Rojas Torres, que puso en marcha ese acuerdo y pudo rescatar el teatro.
El Centro Dramático y la Cátedra dejaron de funcionar -en su mayor momento de auge teatral- casi dos años después de que lo hiciera la “Pedro de Valencia”, por desavenencias con la Consejería de Cultura socialista de Francisco España, que no tragaba el protagonismo económico y cultural de la Diputación y no daba una organizando actividades teatrales, mal asesorado por un director general inepto –José Antonio Atanet– que le habían impuesto los mandamases culturales de Madrid. Pero las tertulias con Pedraja y las ideas culturales continuaron planteándose tres años más (entonces en la conocida “mesa redonda” del Mesón El Tronco). Por mi parte, en las de seguir promoviendo cuestiones reivindicativas del teatro que lograsen un auténtico “Programa de Acción Teatral para Extremadura”, según el contenido y la forma del proyecto que antes –desde la Institución “Pedro de Valencia”– había presentado a la Consejería de Cultura de la Junta para la creación del Centro Dramático Regional (publicado en HOY, 20-11-1983).
En 1989, tuve que dejar aquellas interesantes tertulias con Pedraja y demás amigos de la “Pedro de Valencia”. Ese año, marché a Mérida a trabajar en la Consejería de Cultura, contratado, previo el correspondiente concurso público, por el consejero Jaime Naranjo, para desarrollar el programa de formación teatral que había presentado, y que me permitió –por la buena acogida que tuvo- dirigir al año siguiente el Centro Dramático y de la Música de Extremadura hasta 1993. Y más tarde, la de realizar durante veinte años más -con un equipo de educadores y actores- por todos los pueblos de la región mi “Plan de Acción Teatral Educativo en la Extremadura Rural”.
PEDRAJA, CREADOR Y GENERADOR DE PROYECTOS
En este tiempo, de intensa actividad teatral que me alejó de aquellos contertulianos, no pude participar en algunas colaboraciones solicitadas por Pedraja, que seguía activo en casi todos los foros pacenses generando proyectos. Recuerdo que la última propuesta perseverante que me hizo –en los años de la crisis inmobiliaria 2008-2014 en los que la Junta había reducido el presupuesto de mis campañas- fue la de impartir clases teatrales y montar obras en su querida Universidad de Mayores (considerada para él como una de las glorias sociales que se habían inventado). Bromeando me dijo: “Si vienes, yo me apunto”.
Paco Pedraja, intelectual polifacético, con gran capacidad para relacionarse con todo el mundo, “anarquista que ha cumplido con la Ley” (según se definió en una entrevista en HOY, 4-12-2016), respetado y querido por la honestidad y firmeza de sus convicciones, se fue este mes de septiembre, dejando en nuestra memoria la huella imborrable de un luchador vanguardista en sus múltiples cometidos culturales en España y en Extremadura. Yo lo imagino ahora, entusiasmado en esa “dimensión existencial” del Parnaso, rodeado de las nueve Musas, especialmente con Calíope, deidad de la belleza artística y la elocuencia, creando tertulias donde impartir clases magistrales sobre sus impresionantes murales, como aquel del “MITO DE OCCIDENTE”, hecho en un soporte de 110 metros de longitud y 1,40 de altura, que ilustraba, con profundidad y belleza, los hechos más significativos y prósperos de la civilización occidental, compuesta por un conjunto persistente de técnica mixta: óleo, ceras, tintas, pastel, temple y otras clases de pigmentos, que suponían un reto que sobrepasaba los límites mismos del artista. O sobre su “ANTOLOGÍA DE PAISAJES”, a los que lúcidamente llegaba por una serie de íntimas depuraciones, tras captar el sentido creativo de la naturaleza, en la medida que sirvieran para expresar una emoción humana. Paisajes sabiamente equilibrados por esa poética de los espacios, los colores y las formas, con el toque expresionista de raíz, pero que tenían osados atrevimientos que se apreciaban en el camino de la inspiración, de un artista libre que jugaba y creaba su propio estilo.
(José Manuel Villafaina Muñoz es licenciado en Arte Dramático, actor, director, autor, profesor y crítico teatral, con una trayectoria profesional de más de 50 años).
SOBRE EL AUTOR
José Manuel Villafaina, un profesional integral del teatro, nuevo colaborador de PROPRONews
OTROS REPORTAJES
Festival de Mérida 2021: flojedad organizativa, abuso y mediocre teatro comercial
Crucibulum Hispalense, la última genialidad de David López Panea
BRUTnature, las fascinantes “naturalezas suspendidas” de Alfonso Doncel
No_maps / Sin planes, o el ermitaño que habita dentro de uno mismo
Isaías “El Chapas”, la delicada metáfora estética de Alfonso Doncel
“El secreto de la vida”. Éxito de Alfonso Doncel en la Fundación Osborne
Julita de la Cruz, la transparencia
“El Charco de los Perros”, otra muestra de pintura genuina de David López Panea
Otra lección de paisaje de David López Panea
López Panea, paisajista esencial
Lucia Beijlsmit, coleccionista, artista y mecenas
Antonio Eiras, uno de los mejores ilustradores y aerografistas del mundo
Las maravillosas instalaciones de Fernando Pagador
“Campo de sal”, otra lección plástica y ética de Fernando Pagador Otero
Fuli García, el descubrimiento de un gran artista
“Al borde del mundo”, el magisterio de un artista inmenso
El habitante de una ‘Mérida incierta’
“Comité de Instrucción Visual”, la idiosincrasia imperial británica al desnudo
Rodrigo Tavera Mendoza: “Yo quiero a los animales”
S.O.S.TENIBLE. La esperada exposición de Fernando Pagador en la Comunidad Valenciana