El encanto de la mujer madura

El pretexto de este happening, con fotografías de Elisa Blázquez, es un pecho de mujer espléndido incluso herido

19 octubre, 2017

12421

Pocas veces he escrito sobre algo tan delicado y bello. En mi larga experiencia de periodista, pocas veces he tenido ante mí un asunto tan humano, solidario y estético a la vez. Todo empezó con un cáncer de mama de una mujer valiente. Mejor dicho, todo empezó mucho antes, el día que esa mujer tuvo la suerte de tener las amigas que tiene. El encanto de la mujer madura es el título de un happening fotográfico y social sin precedentes, que nos abre una puerta a la intimidad de ese universo femenino del que tantos hombres se expatrían, por voluntad o sin saberlo, por causa de su pequeñez, su maldad, su estulticia o su ignorancia.

Esta manifestación artística y social es triplemente bella. Lo es, primero, porque es una expresión genuina de solidaridad y solo eso ya es hermoso per se. Lo es, después, porque el amistoso amor del que emana esta delicada fraternidad femenina con la amiga herida por la enfermedad, se manifiesta de la manera más bella posible: a través de sus cuerpos radiantes, a través de sus pechos velados o explícitos, que hoy, aquí, son un símbolo de curación y de victoria, y no solo sobre el cáncer, que también, sino, sobre todo, sobre siglos de machismo, sometimiento y abuso. Y lo es, por último, por el resultado estético, por lo que significa de reivindicación triunfante de la belleza de la mujer madura, de la que tiene ya avanzada la cincuentena o se acerca a los sesenta y continúa fresca y hermosa, llena de creatividad, alegría y ganas de vivir.

Una muestra emocionante de solidaridad femenina convertida en belleza y en arte.

Tener la suerte un periodista de que llegue a sus manos un asunto como este es más que ganar un premio. Eso quiere decir que un grupo de mujeres independientes, inteligentes, bellas y valiosas han confiado en ti. Y eso es un honor que a pocos periodistas se nos concede. Por eso, tengo que empezar dándoles las gracias a ellas. Y, en segundo lugar, porque una noticia de este tipo, para un periódico como PROPRONEWS, es la constatación de que quienes de verdad tienen que interpretar el alcance de lo que hacemos, en este caso nuestras lectoras, han comprendido que nuestra aventura se parece a la de ellas. Eso significa que unos y otros estamos en la línea de intentar cambiar el mundo, de aportar de nuestra parte para lograrlo en la medida de nuestras posibilidades.

Hay medios que pagarían a sus protagonistas por un reportaje como este. A nosotros, ellas –fotógrafa y modelos- nos lo han dado gratuitamente. Seguramente habrá quien al mirar las fotografías que ilustran este trabajo solo vea algo frívolo. Y es curioso que, pese a las apariencias, si hay algo que no tiene nada de frivolidad es este asunto, lo que no quiere decir que no encierre alegría, vitalidad y travesura. Por supuesto que estas imágenes están cargadas de erotismo y sensualidad. Pero lo verdaderamente admirable de este asunto es que, siendo eso verdad, y en grado sumo, lo más hermoso de él no es eso. Lo más hermoso es el genuino mensaje de esta extraordinaria idea que, claro, solo podía ocurrírsele a ellas. Por eso me gustaría que los hombres que me leen no vieran aquí solo cuerpos, piernas y tetas.

Pido disculpas por este preámbulo con el que he transgredido las normas básicas del periodismo, que paso de inmediato a respetar.

EL QUÉ

El encanto de la mujer madura es un proyecto fotográfico que toma como pretexto el cáncer de mama de una mujer, para retratar, mostrando un pecho y en actitud de modelo profesional, a sus solidarias amigas, reivindicando su belleza y la de todas las mujeres mayores.

Todo sucede en Cáceres, donde viven “Las San Viernes”, nuestras protagonistas.

EL QUIÉN

La autora de esta primera serie de fotografías –y de la segunda, que publicaremos próximamente- es la periodista, escritora, y colaboradora de PROPRONEWS, Elisa Blázquez Zarcero. Las modelos son algunas de sus amigas, un grupo de mujeres en el que hay casadas, divorciadas, solteras y viudas, todas ellas trabajadoras e independientes, que mantienen una frecuente relación social y de amistad entre sí bajo el nombre de “Las San Viernes”, por el día –sagrado para ellas- en que suelen reunirse.

EL DÓNDE

Todo esto sucede en la ciudad de Cáceres (Extremadura), donde viven nuestras protagonistas y donde juegan un fecundo papel ciudadano y social, incluyendo el activismo político, artístico, cultural y humanitario. Las fotografías han sido tomadas en la terraza del domicilio de la autora, con los mínimos elementos necesarios para su realización.

De esta película toma la autora la actitud del posado de sus modelos.

EL CÓMO

Las mujeres de esta obra han ido pasando por la terraza de Elisa a ratos perdidos. Allí han sido fotografiadas con luz natural, sin más preparación, coreografía, ni sesiones de maquillaje, y utilizando la sencilla cámara del teléfono móvil de la autora.

EL CUÁNDO

Estas series fotográficas se están realizando todavía. Adelantamos hoy en PROPRONEWS los retratos de las primeras siete modelos. La autora sigue realizando fotografías similares a sus amigas, tiene muchas –y no solo a ellas-, que publicaremos en un segundo reportaje.

EL PORQUÉ

La idea de la autora es manifestar la belleza de las mujeres que han cumplido ya una cierta edad. Todo surgió con la operación de cáncer de mama de una de ellas. Antes de someterse a la cirugía de reconstrucción, ella aceptó posar para Elisa mostrando su pecho herido. Inmediatamente, por solidaridad y simpatía, el resto de las amigas empezaron a posar del mismo modo.

La autora, descansando en algún rincón del mundo.

EL PARA QUÉ

Se trata de transmitir un sencillo mensaje de solidaridad y de reivindicación de la propia belleza femenina en la madurez; belleza en plenitud pesar de los años.

LA EXPLICACIÓN DE ELISA

Elisa Blázquez explica así su trabajo:

“Son fotos hechas a ratos sueltos en mi terraza, con el móvil, vistiendo cuatro pingos y con mujeres maduras y normales, que salen espléndidas sin necesidad de ser esas modelos famosas, diosas que se hacen mil fotos en lugares superescogidos, con la ayuda de cien peluqueros, maquilladores e iluminadores.

Tengo amigas de todos los tamaños, de todas las edades y de muchos colores. Todas me parecen bellas, cada una en su estilo, cada una en su edad, cada una en su cuerpo. Todas iguales, todas distintas. Suelo decir, iguales porque, básicamente buscamos lo mismo: alegría, amistad, bienestar, tolerancia… Todas distintas porque lo buscamos de diferentes maneras y por vías, a veces, incluso muy dispares, lo que, sin embargo, no nos crea casi ningún conflicto importante.

De la idea de que todas somos bellas y todas somos iguales pero distintas, surge el proyecto de retratarlas cual Emmanuelle en su sillón, guapas, relajadas, sexys, contentas y orgullosas de ser como son.

Cuando les planteé la idea, la mayoría participó encantada. Preparé un sillón en la terraza y con el móvil y cuatro pingos improvisamos el set. Mi perro Killer, observa atento cada sesión, que, ya lo digo, no dura más de diez minutos, dado que posan de maravilla y suelen venir deprisa y corriendo, en el rato del café durante el trabajo, o escapándose un momento de cualquier actividad de las muchas en las que participan. No necesitamos irnos a las Bahamas con un equipo de cien personas (aunque estaría genial), ni luces, ni filtros, ni horas y horas de peluquería y maquillaje, y hemos salido perfectas, como somos en realidad.

La reivindicación de la mujer madura, eso es lo que buscan estas fotos tal cual, como se ve en mi preferida, la de una amiga herida por el cáncer, a la espera de que la Seguridad Social le de cita para restaurarle el pecho que perdió en la batalla y que no le impide ser una mujer diez, hermosa, feliz, solidaria y ¡muy grande!”

(Elisa Blázquez Zarcero es escritora, periodista y fotógrafa. Las fotografías de este trabajo han sido realizadas por ella)