domingo, 28 abril, 2024
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“El Charco de los Perros”, otra muestra de pintura genuina de David López Panea

Últimos días de la extraordinaria exposición del artista sevillano en el Museo Pérez Comendador-Leroux de Hervás

El joven, pero maduro, pintor David López Panea hace siempre bueno el reto de la superación que pocos artistas consiguen. Cuando nos deslumbra con una exposición que creemos insuperable, vuelve a sorprender con la siguiente, mejorando, si es que era posible, la anterior. Es lo que ha vuelto a ocurrir con “El Charco de los Perros”, su nueva colección de óleos y dibujos que aún puede verse en el Museo Pérez Comendador-Leroux de Hervás (Cáceres). La interpretación plástica de este rincón natural del norte extremeño que da título a la muestra, su transparencia y vivacidad, es también un canto a la infancia del propio creador.

Hervas (Cáceres).-

La progresión de DAVID LÓPEZ PANEA | ARTISTA PLÁSTICO (Sevilla 1973) no se detiene. Lo que en otros artistas es repetición, reiteración de logros ya alcanzados, sin salir de su zona de confort, en él es siempre novedad y confirmación de estilo, descubrimiento y plasmación de una naturaleza siempre nueva, desarrollo de su propio paisaje interior, plagado de rincones hermosos, de montañas, de cuevas, de árboles, de ríos. López Panea, ya lo hemos dicho en ocasiones anteriores, es uno de los mejores paisajistas españoles de hoy, una temática en la que sienta cátedra de calidad, depuración e inconfundible estilo.


Con El Charco de los Perros, el artista desvela lugares y sentimientos de su propia infancia, invita a entrar en un universo que poblaron sus pasos infantiles y transmite la emoción de esos rincones mágicos.


Con El Charco de los Perros, el artista desvela lugares y sentimientos de su propia infancia, nos invita a entrar en un universo que poblaron sus pasos infantiles, nos transmite la emoción de esos rincones mágicos donde jugó y observó cuando era niño, y nos transporta a nuestros propios universos de la niñez, en los que tuvimos lugares y sensaciones parecidos, que volvemos a rememorar y a sentir viendo su obra.

David López Panea. J. M. PAGADOR
David López Panea. J. M. PAGADOR

Hasta el día 15 de este septiembre puede visitarse esta magnífica exposición en el gran museo de Hervás que rinde recuerdo y homenaje a aquella extraordinaria pareja de artistas que fueron el escultor extremeño Enrique Pérez Comendador, nacido en esta localidad extremeña, y la pintora parisina Magdalena Leroux Morel (CONSORCIO MUSEO PÉREZ COMENDADOR-LEROUX). El principal legado de ambos, aparte de su obra repartida por museos y colecciones de medio mundo, es este museo, ubicado en un señorial palacete del siglo XVIII, que no solo expone sus obras, sino que realiza también una meritoria labor cultural y de promoción artística, a través de sus diversas dependencias y servicios. La exposición que comentamos ocupa, desde el pasado 25 de julio, la sala de exposiciones temporales Eduardo Capa Sacristán.

Una veintena de obras integran la muestra, incluyendo dibujos sobre papel de mediano formato, hasta grandes óleos de 150×200 cms., tamaño en el que el artista se desenvuelve con una facilidad y resultado pasmosos.

El artista, en la exposición.
El artista, en la exposición.

LA OPINIÓN DE CÉSAR VELASCO

El director del museo, César Velasco Morillo, ha escrito lo siguiente sobre esta muestra:

“Dos años de trabajo, dedicados a un paisaje próximo, del Río Ambroz: “El Charco de los perros”, convertido en visión personal del artista, expresión de sus recuerdos infantiles y veraniegos en la localidad de Aldeanueva del Camino entre los 5 y los 16 años. Vuelto a recorrer para esta exposición, en un ritual convertido en procedimiento de trabajo, que se inicia con la visita al lugar, recogida de materiales, tierras, vegetación, agua, material pictórico trasladado al taller del artista, y del que han ido surgiendo decenas de dibujos y bocetos en diversos formatos, hasta concentrar el trabajo en varios óleos de 150×200 cms. Obras que definirán la exposición, en consonancia con el espacio expositivo.


“El río Ambroz, que pinta David Panea, es ese típico torrente que los chinos utilizan como vector explicativo de la circulación del soplo vital entre cielo y montaña, entre montaña y llanura”.


Panea, viene a coincidir con otro artista, Ángel Duarte, miembro del Equipo 57 que en 1950 realiza dos cuadros, titulados paisajes en este paraje del Ambróz, “locus amoenus”, del imaginario colectivo del Valle.

El paisaje del Río Ambroz, ayer ajetreado recurso motriz, salpicado de molinos y artilugios mecánicos dedicados a la molienda del grano, el aceite, el pimentón, y lugar de encuentro de generaciones de jóvenes, hoy puesto en valor en el Museo Pérez Comendador-Leroux, este verano marcado por la pandemia de COVID 19, por la mirada interior y la solvencia artística de David López Panea”.

El pintor, en el Charco de los Perros, recogiendo materiales para su obra.
El pintor, en el Charco de los Perros, recogiendo materiales para su obra.

LA OPINIÓN DE MICHEL HUBERT LÉPICOUCHÉ

“Cualquier representación artística de un paisaje debe surgir de una mirada interior que nos permite ver un entorno distinto del que nos rodea físicamente. Frente a la realidad de los árboles, de las rocas o del agua de los mares y ríos, el paisaje es un producto puramente conceptual que surgió en un momento determinado de la historia humana, gracias a esa mirada interior que, de pronto, fue capaz de vestir de poesía los lugares prosaicos de la actividad del hombre. Al igual que el árbol, la roca o el agua, todos los paisajes que admiramos siempre han estado presentes, pero no siempre los hemos visto así. La fecha de esta invención cultural es muy conocida: coincide con la primera aparición escrita de la palabra “paisaje”, en el siglo IV en China: shanshui.

En China, la pintura de paisaje se llama “pintura de montaña y agua”. La montaña y el agua de los paisajes pintados por los extraordinarios artistas chinos son los dos elementos esenciales de la cosmología taoísta, basada en la circulación del soplo vital a través del vacío: las nubes descargan la lluvia sobre la montaña; luego, el agua que surge de dentro de la montaña (en una gruta), baja por las laderas formando torrentes hasta la llanura donde se concentra en lagunas y lagos, antes de evaporarse para volver a formar otras nubes bajo el efecto del sol.

El río Ambroz, que pinta David Panea, es ese típico torrente que los chinos utilizan como vector explicativo de la circulación del soplo vital entre cielo y montaña, entre montaña y llanura. Para sus cuadros se ha centrado en el tramo del Charco de los perros, un lugar habitado por un genius loci suficientemente locuaz para seguir hablándole muchos años después de haber ido en verano a bañarse de niño en las aguas almacenadas entre sus rocas.

Pocos días antes de ponerse a trabajar en su taller sevillano sobre este tema, David Panea volvió a visitar el Charco de los perros y, después de escuchar nuevamente el murmullo del agua, que es como se hace oír el genio de ese lugar, regresó a Sevilla con bolsas de tierra extraída de sus orillas y con garrafas llenas de su agua, dos elementos que suele utilizar para los dibujos preparativos sobre papel antes de pintar con oleo en lienzos. Es su única concesión a la realidad del entorno, pues lo demás es función de esa mirada interior; es decir, sus recuerdos de infancia y su personal interpretación del entorno. Debemos ver cada uno de sus cuadros (como vemos el lienzo que pintó Ángel Duarte -antes de realizarse como maestro de la abstracción geométrica- al recordar, él también, sus baños infantiles en este charco) como un producto de este impulso creador nacido desde dentro, al igual que la montaña de donde brota el río Ambroz debe verse como el producto de un gigantesco empuje telúrico que se inició en el corazón de la tierra hace millones de años.

Las líneas que estructuran sus lienzos traducen con mucho vigor este impulso interior propio de todo genio creador, capaz de expresarse con un lenguaje pictórico particular. Por otro lado, llama la atención cómo la tupida red de estos trazos delimita los violentos contrastes entre las zonas de luz y de sombra. Aunque más que delimitarlos, los subrayan, acentuando el efecto de profundidad que es donde mora el misterio poético sin el cual quedaría mudo, para nuestros ojos, el genio de este lugar”.

París, marzo de 2020, Michel Hubert Lépicouché (miembro de la Sección Francesa de la Asociación Internacional de Críticos de Arte, AICA).

(José Mª Pagador es periodista y escritor, y fundador y director de PROPRONews. Sus últimos libros publicados son 74 sonetos (poesía, Fundación Academia Europea de Yuste), Los pecados increíbles (novela, De la Luna Libros), Susana y los hombres (relatos, Editora Regional de Extremadura) y El Viaje del Tiburón (novela, Caligrama Penguin Random House).

SOBRE EL AUTOR

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