viernes, 19 abril, 2024
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“Yo no veré Tele-Iglesias”

Empiezan a aparecer en las redes cortafuegos contra el discurso tóxico del exlíder de Podemos

En las redes sociales han empezado a aparecer mensajes para organizar cortafuegos contra el discurso tóxico de Pablo Iglesias que pretende trasladar del Gobierno a las televisiones. Él mismo ha confesado que, entre las diversas y bien cobradas tareas y actividades que quiere emprender, una de ellas será el ejercicio de un “periodismo crítico y más riguroso del que hacen algunos”. Una de las opciones es trabajar para el empresario Jaume Roures, propietario de Mediapro, grupo al que pertenece La Sexta. Pero los internautas-televidentes no parecen dispuestos a ponérselo fácil.

Madrid, Barcelona.-

“Yo no veré Tele-Iglesias”. Este es el mensaje que ha empezado a circular por las redes sociales para prevenir el efecto tóxico que el discurso del exlíder de Podemos pretende seguir destilando desde la pequeña pantalla, ahora como periodista sin serlo. Su anuncio de que quiere hacer “un periodismo crítico” -como si los medios y los periodistas profesionales y de carrera no lo hicieran (él es solo un aficionado)- y arrogándose en exclusiva la virtud del “rigor” de la que, según él, carecen muchos informadores, ya deja entrever lo que quiere hacer y el tipo de mensaje que va a difundir, si finalmente se confirma que un personaje así vuelva a tener un altavoz mediático ahora que ha perdido el político.

Campaña en redes sociales.
Campaña en redes sociales.

La iniciativa pretende poner un cortafuegos frente a ese discurso tóxico. El mensaje que ha empezado a circular por whatsapp y por otras redes sociales es claro:

Yo no veré Tele Iglesias. En cuanto aparezca en pantalla cambiaré de cadena. No puedo consentir que siga envenenando la convivencia entre españoles y haciendo caja con eso. Comparte por favor”.


Jaume Roures (Mediapro-La Sexta) puede acoger al nuevo Pablo Iglesias televisivo, pero “la democracia del share” es mucho más cruel que la política.


El cambio de imagen de Iglesias se interpreta como un disfraz -lobo con piel de cordero- para hacer colar su nueva estampa de buen chico burgués con corte de pelo aseado, a fin de no generar demasiado rechazo en pantalla. Pero, lamentablemente para él, esa coleta que dijo que no se cortaría nunca a no ser que se quedara calvo, seguirá en el imaginario colectivo para siempre, como símbolo de la contradicción suprema entre lo que dice y lo que hace, y como expresión del engaño de un listo que aprovechó los votos de una legión de ingenuos para medrar y hacerse rico, despreciando su responsabilidad como líder de Podemos, como vicepresidente del Gobierno y como candidato de su partido a la Comunidad de Madrid. Precisamente, su desprecio de su acta de diputado en la Asamblea madrileña se interpreta como una traición y como un flagrante incumplimiento de su contrato electoral con los votantes que confiaron en él.

SIN VOTOS Y SIN TELEVIDENTES

La deriva desnortada, egocéntrica y burguesa de Pablo Iglesias ha vuelto a tener una respuesta rotunda en las urnas, donde cada vez son menos los votos al partido que contribuyó a fundar, tanto en el ámbito municipal como en el autonómico y el nacional. “La ingenuidad del señor Iglesias consiste en creer que tendrá una amplia audiencia en la televisión -señala un experto en comunicación consultado por este periódico-, cuando la realidad es que, si el votante lo tiene claro, el televidente lo va a tener más claro todavía”.

De izquierda a derecha, la evolución de la especie. RTVE
De izquierda a derecha, la evolución de la especie. RTVE

Es lo mismo que dice el periodista Jorge Bustos, que en una reciente columna sobre el caso escribía: “Caen las caretas y descubrimos que Podemos fue el largo (eterno) rodeo que Iglesias ideó para cumplir su sueño: intentar ser Ana Rosa. Pero, ojo, Pablo, que la democracia del share es bastante más jodida que unas primarias en Vistalegre, porque ahí votan todos a diario”. Es decir, se vaticina lo que muchos creen: que el posible programa de Pablo Iglesias en los medios de Roures, destinado sin duda a atacar lo que él llama el régimen del 78, la democracia de la que disfrutamos, la Constitución, la monarquía y la unidad de España, tendrá poca o ninguna audiencia. Y tendrá menos si la movilización de las redes sociales consolida ese cortafuegos contra la toxicidad verbal e ideológica de este personaje.

En algunos medios se ha apuntado incluso que Roures está dispuesto a pagarle a Iglesias un millón y medio de euros “por una serie contra el rey”, por lo que la consigna de cortafuegos incluiría también cualquier serie o programa que saliera de semejante matrimonio mediático. En otros medios se asegura que “el futuro televisivo (de Iglesias es) para hacer la guerra a Ana Rosa, Vicente Vallés y Carlos Herrera”, como si no fueran legión los periodistas que ejercen libremente su profesión y que están hartos de los ataques y de las fobias pablistas contra la libertad de información y de expresión.

Una opinión extendida entre la profesión periodística española -según ha podido sondear este periódico- es que Pablo Iglesias se estrellará en cualquier aventura televisiva que emprenda debido a una cuestión básica: ha perdido toda credibilidad y prestigio, y resulta antipático a la inmensa mayoría.

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