domingo, 28 abril, 2024
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La amistad en tiempos de intolerancia

Leer la prensa, escuchar la radio, ver la tele o recorrer las redes cada día nos dan una idea de hasta dónde puede llegar la intolerancia (incluso el odio) en el mundo (véase la nueva y peligrosa crisis en el este de Europa) y en este país al que llamamos España y del que muchos se sienten orgullosos (aunque sea por motivos muy distintos) y otros asqueados, lo que no impide que España sea un gran país. En momentos de tensión e incertidumbre como los que estamos viviendo, tras volver de mi café mañanero en Las Palmeras, doy en pensar en eso de la amistad para esta columna del nuevo año. Voy a ver a dónde me lleva el asunto.

Juan Serna Martín.
Juan Serna Martín.

Villanueva de la Serena, Extremadura.-

Tengo amigos de izquierda radical, anarquistas que no sé si leyeron bien a Proudhon, Kropotkin, Bakunin, Anselmo Lorenzo o al mismísimo Buenaventura Durruti; amigos en las diversas tendencias de la izquierda socialista (en el PSOE y fuera de él); amigos socialdemócratas auténticos (cada día los valoro más cuando veo cómo crecen otras hordas), y amigos de derechas. Y cuando digo de derechas, meto en el paquete tanto a la derecha culta y civilizada como a la menos culta y menos civilizada, incluida esa otra que nos parece un poco más facha y que se agarra a símbolos y colores incompatibles con la razón, como les sucede a algunos hinchas del Madrid o el Barça. Aunque no lo crean, tomo café con ellos cada día y compartimos cosas, sin que falten las escaramuzas de vez en cuando…


Por tener, tengo hasta amigos nacionalistas e independentistas, que han olvidado el sistema en el que viven.


Y por tener, tengo hasta amigos nacionalistas e independentistas que han olvidado el sistema en el que viven y el carácter pequeñoburgués y reaccionario que jugaron estas ideologías, buscando identidades secundarias sin ver la realidad principal que tenían delante, como ahora. Asimismo, tengo amigos ecologistas auténticos, de los que creen en lo que dicen y piensan, porque lo practican cada día, y algunos ecologistas de última hora (de los que pregonan lo saludable y lo sostenible), que, mientras esto llega, pactan lo que haga falta con quien haga falta. O amigos que hicieron una pausa con el ecologismo cuando la Administración les hacía encargos de estudios de impacto que impactaban a Dios bendito.

Y, aunque no lo crean, tengo algún amigo banquero, alguno latifundista moderno, y hasta algún alto directivo de alguna multinacional. También los tengo de clase media, de los que progresan cada día más y de los que están en decadencia; de los que han sido expulsados de la clase media y de los que nunca llegaron a ella; albañiles de los de antes y destajistas de los de ahora; campesinos tradicionales que cultivan glorias benditas y los que han pasado a ser empresarios agrarios industrializados, que trabajan para otros rozando el límite de la ruina.

La amistad, un don y un placer de la vida. J.M. PAGADOR
La amistad, un don y un placer de la vida. J.M. PAGADOR

COMBATIR LA INTOLERANCIA

Pues bien, con toda esta fauna de amigos que uno tiene y con la que siempre existe un nexo para mantener la amistad (sea esta más o menos intensa o placentera), la pregunta obligada es:

¿Pueden combatirse la intolerancia y la división que enfrenta hoy a tantos ciudadanos y territorios ibéricos y seguir conservando, en lo posible, ese cierto grado de amistad que la vida nos ha ido deparando, por encima de unas diferencias que no tienen por qué ser insalvables?

¿No es conservar la amistad, desde la más intensa a la más liviana, uno de los dones y de los placeres más estimables que nos ofrece la vida y que está en nuestra mano mantener?


¿Pueden combatirse la intolerancia y la división que enfrenta hoy a tantos ciudadanos y territorios ibéricos y seguir conservando, en lo posible, un cierto grado de amistad?


Puede que estas preguntas finales que me hago y que les hago sean un tanto ingenuas, pero son sobre las que medito cada día, para persuadirme de que, en estos tiempos de intolerancia, se debe encontrar un arreglo, sin que sea necesario volver a un glorioso alzamiento nacional o a otra guerra europea.

Cuando escribo mis humildes aforismos, ocurrencias, columnas, tribunas, libros o simples chorradas, pienso en ese grupo tan variado de amigos con el que tan bien me lo paso y me digo: “¡Hay que joderse, lo mal que le tienen que sentar a algunos de ellos lo que escribo!”. Y solo espero que cada vez que me pase de rosca (que es continuamente), echen mano del humor y se digan: “Este predicador utópico es un capullo, pero seguiré de copas y tapas con él de vez en cuando (aunque sea literariamente), y leyendo sus martes al sol, que no son gran cosa, pero, al menos, es barato.

Otra cosa bien distinta será el nuevo CUADERNO EXTREMEÑO PARA EL DEBATE Y LA ACCIÓN que tendrán muy pronto en sus manos. Ese trabajo colectivo, pese a ser barato, sí tendrán que pagarlo, porque a nosotros no nos financian ni los de Irán ni los de Venezuela ni los sobres de los chiringuitos que luego reparten los tesoreros.

Buen año tengan ustedes, y recuerden que la amistad es un arte que hay que cultivar siempre, a la vez que una gimnasia que nos ayuda a superar todos los escollos.

(Juan Serna Martín, exconsejero de la Junta de Extremadura, es un destacado intelectual y activista medioambiental, escritor y columnista).

SOBRE EL AUTOR

Juan Serna, un intelectual de la ruralidad y el ecologismo

El último fruto de Juan Serna

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