jueves, 12 diciembre, 2024
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La VII Muestra Ibérica de las Artes Escénicas, una pequeña feria teatral/comercial otra vez

El evento cacereño adolece, como en ediciones anteriores, de reflexión y debate y margina a algunos creadores extremeños

La organización de la VII Muestra de las Artes Escénicas, recientemente celebrada en Cáceres, sigue igual que en ediciones anteriores, ausente de reflexión y debate sobre un modelo de Muestra eficaz que necesita la región (toda una potencia teatral con sus variados Festivales y otras muchas actividades, que conforman una envidiable infraestructura teatral, que hay que mejorar). La Muestra sólo está consolidada como una pequeña Feria Teatral comercial, surtida últimamente “a lo que salga” con algunos espectáculos escasamente críticos y que aportan pocas novedades artísticas y técnicas, impuesta a su conveniencia sospechosa. Lo único positivo de esta edición es que algunos espectáculos la han mejorado.

José Manuel Villafaina Muñoz.
José Manuel Villafaina Muñoz.

Cáceres.-

Cierta decepción es el mal que soportan -desde su inicio hace siete años- algunos creadores extremeños agraviados (esperando ser seleccionados alguna vez), por esta controvertida Muestra Ibérica de las Artes Escénicas (MAE) organizada en Cáceres por la Asociación de Gestores Culturales de Extremadura (AGCEX) y el Centro de Artes Escénicas y de Música (CEMART). Decepción por no convencer su forma de vacío estructural que les margina (se preguntan: ¿con qué criterios artísticos se seleccionan los espectáculos entre tantas propuestas que dicen?) y por la ceguera de sus políticos culturales de proclamar falsamente el evento extremeño como “una plataforma de exhibición de espectáculos y reflexión y debate de conceptos relacionados con el sector de las artes escénicas”.


La parte positiva de la Muestra es que este año ha sido mejorada por algunos valiosos espectáculos.


Y no es así. Su organización sigue igual, ausente de reflexión y debate sobre un modelo de Muestra eficaz que necesita la región (toda una potencia teatral con sus variados Festivales y otras muchas actividades, que conforman una envidiable infraestructura teatral, que hay que mejorar). La Muestra sólo está consolidada como una pequeña Feria Teatral comercial –surtida últimamente “a lo que salga” con algunos espectáculos escasamente críticos y que aportan pocas novedades artísticas y técnicas- impuesta a su conveniencia sospechosa (de oportunismos y especulaciones en el embrollado mercado teatral y en lo competitivo). Todo esto lo he venido criticando con pelos y señales durante las anteriores ediciones y de forma concluyente en el balance/resumen del pasado año VI MAE, el abuso de la ilusión y el fraude de la confusión.

La consejera de Cultura, Nuria Flores, que no da una. JUNTAEX
La consejera de Cultura, Nuria Flores, que no da una. JUNTAEX

Y no quiero repetir -por tedio- que en este sentido el evento sigue caminando más bien a la deriva (que lo hagan si quieren algunos de esos disconformes corderos silenciosos desde sus cenáculos cagones), máxime después de leer el sabidillo periódico/panfleto que editan los organizadores, en el que la primera responsable más que hablar de la Muestra como una actividad cultural lo hace exaltando que “la MAE debe ser un lugar para hacer negocios”. Y oír, después, en la mayor parte del discursito petulante de presentación de la consejera de cultura, Nuria Flores, echándose flores (al igual que si le hubiesen concedido un Max de las Artes Escénicas) con sus alargados agradecimientos a la organización –Junta y su consejería, Diputaciones y Ayuntamiento, CEMART, AGCEX y AVANTE-, diciendo sin más que “han sabido trabajar para volvernos a encontrar en Cáceres en torno a las Artes Escénicas” (Olé, la “objetividad”…).

LA PARTE POSITIVA

En fin, esto es lo risiblemente penoso que ahora tenemos. Mejor pasemos página (de momento) y concedamos espacio a la parte positiva de la Muestra, que este año, mejorada por algunos valiosos espectáculos, ha coexistido con esa parte negativa siete veces expuesta (como dije). Debo decir también, que pese a lo caótico del evento –la apretada programación sin interés cultural para que los creadores, distribuidores, programadores y el público puedan debatir en actividades adjuntas- el equipo que trabaja en la organización es amable y funciona bien. Y el trato dispensado a este crítico ha sido siempre exquisito (incluido el de la directora del CEMART).


El mejor espectáculo de esta edición ha sido “Alfonso X, la última cantiga”.


La Muestra presentó en tres días 19 espectáculos, siendo 10 extremeños y 9 de fuera, que a mi modo de ver saturan las últimas funciones del día. Realmente, las compañías extremeñas exhibieron sólo 6 montajes de duración normal, porque 4 fueron fragmentos de espectáculos de menos de media hora. O sea, que tuvieron más espectáculos de duración normal las compañías de fuera que las extremeñas. Lo mejor, esta vez, fue que hubo más funciones buenas que mediocres y malas, en lo que se refiere a calidad.

Escena de 'Alfonso X, la última cantiga'
Escena de ‘Alfonso X, la última cantiga’

“ALFONSO X, LA ÚLTIMA CANTIGA”, EL MEJOR ESPECTÁCULO

Representado por la compañía extremeña María de Melo Producciones (de Almendralejo), es un gran trabajo compendiado, creativo y de imaginación cultivado en el espíritu de la investigación literaria y la experimentación escénica sobre la interesante vida y obra del toledano Alfonso X «el Sabio» (señor de la Corona de Castilla/León y de los demás reinos con los que se mencionaba entre 1252 y 1284), considerado el monarca de las artes y las ciencias más esplendoroso e influyente en el mundo de la cultura de la Edad Media.

Este trabajo, realizado por Jesús Lozano Dorado como dramaturgo, director y actor sobresale, en primer lugar, por la simplificación laboriosa y profunda que realiza en una obra teatral, con singular belleza poética, de la abundante documentación de archivo de este personaje, de imagen tan nombrada, tan ensalzada y tan erudita, que es difícil de aprehender (como da a entender el historiador Adolfo de Mingo en su libro «Alfonso X el Sabio, el primer gran rey») y que, quizás por ello, nadie se había atrevido a llevarlo debidamente a la escena. Sobre este rey sólo conocía una pieza menor representada el pasado año en el Teatro Rojas de Toledo («El rey sabio», monólogo juglaresco de Juan Gamba, autor e intérprete, en el que se dan unas pinceladas humorísticas superficiales sobre su vida, pasadas por el tamiz de las anécdotas y los tópicos de la historia).

De Alfonso X, sabemos que pasó a la posteridad como un rey ilustrado, un poeta sensible, un economista contrario a las costumbres suntuarias de la nobleza, un historiador y astrólogo y como aficionado a la música y a las trovas, tanto sacras como profanas, al tiempo que como guerrero victorioso y conquistador. Pero también como un gobernante controvertido, obsesionado por querer obtener del Papa Gregorio X el nombramiento de Emperador del Sacro Imperio Romano Germánico. Y que estaba rodeado de expertos en diversas áreas, desde científicos hasta poetas, pasando por magos y eruditos de varias disciplinas. Su reinado, ha quedado para la historia como una época de éxitos militares y políticos y como un periodo en el que florecieron las artes y las letras. Durante aquellos años crecieron las ciudades, se construyeron grandes catedrales y dieron sus primeros pasos las universidades. La fecunda actividad cultural que se registró abarca la ciencia, la traducción de obras orientales y el impulso a la cultura a través de la colaboración entre cristianos, musulmanes y judíos.

Jesús Dorado con Inma Cedeño en 'Alfonso X, la última cantiga'
Jesús Dorado con Inma Cedeño en ‘Alfonso X, la última cantiga’

De tantísimos acontecimientos sobre la vida y obra del monarca (tal vez alentados, entre otros, por la lectura de «Alfonso X el sabio, humanista y científico» de H. Salvador Martínez, reconocido estudioso del monarca), explicados desde el ocaso de su existencia cuando se afincó en Sevilla -gastado por la edad, la enfermedad, los desengaños y la soledad- abandonado por gran parte de su familia y de la nobleza, Lozano Dorado hace una excelente radiografía literaria de su amargado final en una dramática lucha consigo mismo –expresión de su último canto desarrollado en siete cuadros, esencialmente a través de distintos monólogos y por algunos diálogos con la reina, la juglaresa y la guardia real-, evocando los momentos más elocuentes de la ilustración historiográfica y la emoción humanista con mutación de ánimos (inquietados por la duda, que mueve a la reflexión hamletiana del «To be, or not to be…»). Todo precedido por partituras de sus cantigas, lujosas muestras de la música de la Península en el siglo XIII. Y con un lenguaje dramático poético, enormemente certero, poderoso, sobrio y seductor (logrando un texto de lo mejor que se ha escrito actualmente en la historia del teatro extremeño).

En segundo lugar, sobresale la puesta en escena de Lozano Dorado que consigue artísticamente que el mensaje histórico de la obra sea legible en el lenguaje actual, en ese trasfondo que persiste y busca sus medios para desvelar la naturaleza y la condición humana expresada en todos los tiempos. En el montaje, escenográficamente sólo con un trono de sillón medieval (que al final se convierte en reclinatorio), la decorativa presencia casi constante de los músicos y actores (equipados por los regios vestuarios de la época, de Inma Cedeño) y la apropiada y sugerente luminotecnia (de Samuel Cotilla), logran perfectamente una depurada ambientación catártica de la tragedia que fluye en la intensidad gradual y evolutiva del clímax, que culmina en la conmovedora muerte del monarca, rememorando sus generosos deseos de gobernante y sus decepciones.

En tercer lugar, sobresale la interpretación de Lozano Dorado (en su rol regiamente caracterizado del rey Alfonso X) bordando pletórico de vigor su historia en una tormenta de dudas. Logra impecable sintetizar lo mejor de sus gestos, movimientos y potente declamación en una labor impresionante de intensidad emocional. Su trabajo relevante y muy agotador me recuerda al de aquellas auto-direcciones teatrales con intervenciones magnificas de José Luis Gómez en algunos de sus espectáculos. Y en la forma de narrar al gran nivel con hálito creador -tantas veces valorado- de José Vicente Moirón, palpitante de inflexiones de voz en monólogos poéticos.

En los otros papeles los actores y músicos laten diferentes, a un ritmo de actuación equilibrado. Destaca una soberbia escena de confrontación conyugal entre el rey protagonista y su esposa la reina Violante de Aragón, interpretada por Inma Cedeño, donde la actriz vibrante de energía corporal y declamatoria da réplica al monarca de Castilla/León sujeto a su destino. Marina Haberkorn (la juglaresa) y Enrique Pastor (el guardia real) desdoblándose, actúan con desenfado y comicidad en sus limitados roles. La extraordinaria música en directo de las cantigas –interpretadas por Enrique Pastor, Pablo Cantalapiedra y María José Pire con instrumentos de aquella época- contribuye a subrayar y lucir la emoción evocadora de tan interesante espectáculo.

La representación que se siguió con un silencio hierático recibió cálidos aplausos. Tengo que decir que este espectáculo se hizo el primer día de la Muestra y a las 10:30 de la mañana. Lo que significó un tremendo fallo de la organización, que parecía desconocer la probada calidad del espectáculo (precedido por excelentes críticas en Madrid y otros lugares). Muchos programadores extremeños y otros llegados de fuera de la región no lograron ver la función.

Una escena de 'Los tres mosqueteros'
Una escena de ‘Los tres mosqueteros’

OTROS ESPECTÁCULOS DESTACADOS

Los tres mosqueteros, coproducción de Marmore/Este Estaçâo Teatral, basada en la novela de Dumas. Una creación teatral contemporánea de la pintoresca historia de esos conocidos personajes -de espíritu heroico, noble y también contradictorio, defensores del Reino de Francia- que brilla por la frescura estética de la que hace gala: su originalidad y sorpresas, humor inteligente y música en directo (méritos que van más allá de lo literario). La dirección es de José Carlos García (miembro de la Companhia do Chapitô) que también muestra aquí su talento y su sello artístico en un alarde de imaginación adaptando cualquier tipo de material (utillaje) y desarrollando con unos magníficos actores –Ángel Fragua, Beatriz Solís, João Figueira, Samuel Querido, Tiago Poiares y João Figueira (música)- un divertimento exultante.

Una escena de 'Nido', teatro de marionetas
Una escena de ‘Nido’, teatro de marionetas

La distancia”, de Las 4 Esquinas Producciones, es una agradable obra de interés didáctico y social basada en el texto “Auf Wiedersehen” de Miguel Murillo, adaptado y muy bien dirigido por Paco Barjola, que aborda temas como el respeto a los mayores y al medio rural, la emigración y la inmigración de los pueblos de la Extremadura vaciada. El espectáculo, lleno de ternura y poesía, tiene como protagonistas a una joven y su abuelo describiendo –a través de un atractivo proceso combinado de interpretación, danza, música en directo, video escena e iluminación- una dura realidad que el tiempo ha mantenido oculta de la emigración que, en distintas épocas, tuvieron ambos en Alemania (en busca de trabajo). Goza de una excelente actuación, de preciados matices cómicos y dramáticos, de Esteban G. Ballesteros (el abuelo Celes), secundado por los esmerados roles de Ana Gutiérrez (Celeste) y de Abraham Samino (Georgi).

Una escena de 'La distancia'
Una escena de ‘La distancia’

Nido”, de Partículas Elementales (Portugal), fue de los espectáculos llegados de fuera el que más gustó. Un singular montaje de teatro de marionetas sin palabras, inspirado en un poema del portugués Miguel Torga, que desvela la amistad que surge entre un piloto de una avioneta y un pollito que encuentra en lo alto de un árbol, al que enseñará a volar. Carlos Silva es el único actor que manipula expertamente el guante que da vida a las pequeñas marionetas protagonistas. La técnica, austera a nivel escénico, pero llena de detalles, es un claro ejemplo de que el minimalismo en recursos puede ser expresivo y afectivo. Esta historia tierna y conmovedora, contaba con un acompañamiento sonoro que reforzaba justa y sutilmente los momentos más emotivos. De alguna manera, Silva, consiguió evocar entre el público el mundo poético y simbólico sugerido por Saint-Exupéry en “El principito”.

(José Manuel Villafaina Muñoz es licenciado en Arte Dramático, actor, director, autor, profesor y crítico teatral, con una trayectoria profesional de más de 50 años).

SOBRE EL AUTOR

José Manuel Villafaina, un profesional integral del teatro, nuevo colaborador de PROPRONews

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