martes, 19 marzo, 2024
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“Jerusalem”, de “Teatro del Noctámbulo”, mejor espectáculo extremeño de 2022

La compañía ha iniciado su gira teatral/2023 con esta gran obra de Jez Butterworth

La compañía extremeña Teatro del Noctámbulo, que desde que se creó hace casi 30 años ha ofrecido esforzadas producciones con garantía de calidad, de rigor profesional y de originalidad teatral, ha iniciado recientemente la gira teatral/2023 representando en el Gran Teatro de Cáceres su última creación: “Jerusalem” del Jez Butterworth, ambiciosa y comprometida obra que ya fue estrenada en Londres (en el Royal Court Theatre, 2009) y después en Nueva York (en el Music Box Theatre de Broadway, 2011), obteniendo los más valiosos premios y la aclamación de la crítica como “una de las mejores obras de todos los tiempos» (según Daily Telegraph). Un impactante espectáculo del dramaturgo inglés que en España pudo ser estrenado –en castellano- en octubre/2022 por la compañía extremeña, inaugurando con gran éxito el veterano Festival Internacional de Teatro y Danza Contemporáneo de Badajoz, en su 45 edición.

José Manuel Villafaina Muñoz.
José Manuel Villafaina Muñoz.

Conozco bien la trayectoria y la evolución artística de Teatro del Noctámbulo, compañía profesional fundada en Badajoz el año 1994 por José Leandro Rey y José Vicente Moirón, actores cuya iniciación y evolución artística la recuerdo desde el primer lustro de 1980, cuando ambos se formaban en la Cátedra de Teatro “Torres Naharro” (del Centro Dramático de Badajoz) y mostraban ya sus altas cualidades. A partir de 1985 se profesionalizaron, participando en varias producciones de compañías extremeñas y de Madrid (consiguiendo ser actores del Centro Dramático Nacional), hasta la creación de Teatro del Noctámbulo, empresa teatral que, hasta la fecha, ha presentado 12 exitosos espectáculos.

UNA FECUNDA TRAYECTORIA

Inicia su camino con “Mi Rival”, en coproducción con la compañía A Barraca, de Lisboa, con dramaturgia y dirección de Hélder Costa. Le siguió su segundo montaje, “Pedro y el Capitán” de Mario Benedetti, dirigido por Paco Carrillo, donde apreciamos el duelo interpretativo más hermoso –Rey/Moirón– de esa generación extremeña de actores. En el Festival Internacional de Teatro de Almada (Portugal) recibió el Premio Europeo Honra 1998.


La empresa teatral Teatro del Noctámbulo ha presentado hasta la fecha doce exitosos espectáculos.


En 1999, para el Festival de Teatro Clásico de Mérida, coproducen con la compañía extremeña La Estampa TeatroEl Sueño de una noche de verano” de William Shakespeare, adaptado por Concha Rodríguez y dirigido por el irlandés Denis Rafter. La crítica de Diana Carmen Cortés dijo: “El espectáculo, que se estrena como satélite del Festival en un día de acontecimiento astronómico, da la talla. Ha sido la mejor producción del Festival. Y actores extremeños como José Vicente Moirón, José Leandro Rey, María Velardiez, Esteban G. Ballesteros, Concha Rodríguez, Cándido Gómez han logrado coger las dimensiones al espacio romano y llenos de virtuosismo demostraron su calidad expresiva y su excelente declamación. Han eclipsado a las “estrellas” forasteras del Festival. En “El sueño de una noche de verano” ellos son las verdaderas estrellas” (Diario HOY, 17-8-1999).

Tras este espectáculo hay un periodo triste para la compañía, ya que José Leandro Rey enferma y fallece (en aquellos momentos también trabajaba en el Centro Dramático Nacional). Rey era un actor admirado y muy querido por los profesionales del teatro en Extremadura y de Madrid (donde se licenció en Arte Dramático con una beca facilitada por la Cátedra “Torres Naharro”. No obstante, en poco tiempo, Moirón se hace cargo de la compañía.

Escena de Jerusalem, con Moirón y Gabriel Moreno.
Escena de Jerusalem, con Moirón y Gabriel Moreno.

En 2003, Teatro del Noctámbulo produce “El Búfalo Americano” de David Mamet, en versión de Fermín Cabal y nueva dirección de Francisco Carrillo, que recibe el Premio Max de las Artes Escénicas al Espectáculo Revelación 2003. Diana Carmen Cortés, en un artículo titulado “Un MAX llamado José Vicente Moirón” dice: “¿Por qué creo que se justifica el premio? Claramente, por la actuación memorable de José Vicente Moirón. Tengo que decir que los periódicos no habían hecho una crítica profunda del espectáculo. Sólo conozco la firmada por Mortadelus en una revista, destacando a Moirón que se luce en su rol de Teach, un truhan que agobia con su charlatanería. Desde su aparición llena de luz dramática la escena, comiéndose con patatas fritas a los otros actores, al autor, al director y al escenógrafo, es un placer verlo actuar. Tal testimonio, que comparto, es del día del estreno. La perfecta construcción física que hace Moirón del personaje es lo admirable. La obra no había sido vista en Madrid en la temporada y, por tanto, el actor extremeño no podía optar a mejor actor protagonista, que logró Miguel A. Solá. En mi opinión, que también he conocido el excelente trabajo de este actor argentino, el rol de Moirón en “El búfalo…” está a la altura del conseguido por Solá. O tal vez lo supera” (Periódico Extremadura, 01·07·04).

En 2006 la compañía, fiel a su línea de trabajo, se enfrentó a un nuevo reto teatral, llevando a cabo el estreno absoluto en España de la comedia negra El Hombre Almohada, de Martin McDonagh (en traducción y versión de Isabel Montesinos), que fue considerada como una de las propuestas más interesantes del panorama teatral del país. Fue reconocida en más de una treintena de críticas especializadas, ocupando espacios privilegiados en El País, ABC, Público, El Mundo (el Dominical El País en un monográfico dedicado al Nuevo Teatro en España trató a Teatro del Noctámbulo como compañía señera). Fue galardonado con siete premios nacionales. En mi crítica dije:

El espectáculo de la compañía se ha representado durante diez días en el Círculo de Bellas Artes de Madrid con total éxito artístico y de público. El texto es una gran metáfora sobre la realidad y el horror, la ilusión y la existencia de un escritor detenido por dos enigmáticos y brutales policías debido a que el contenido de sus creaciones literarias se relaciona con crímenes de niños. Aunque el personaje es inocente y hay sospechas de que su hermano mayor -un disminuido psíquico en el que los cuentos infantiles influyen de la peor forma- ha cometido los asesinatos, los interrogatorios incesantes de los policías revelarán los episodios siniestros de otras realidades ocultas en los traumas -originarios de padres que maltratan- y conflictos más profundos del ser humano. El hombre almohada lleva a extremo el artificio teatral de una historia bien contada. Una joya de historia que intriga, conmueve, produce risa, miedo, asombro, ternura y mucho revulsivo. Con una excelente dirección de Denis Rafter elevando las variadas e imaginativas coordenadas estéticas propuestas en el texto, elementos de una poética que pertenece a la norma culta del género del teatro duro, vibrante, terrible, que acusa la inequívoca presencia de atmósferas dirigidas equilibradamente a los sentidos y a la razón del espectador. Excelente también todas las actuaciones. José Vicente Moirón (el escritor) exhibe un manantial insuperable de expresividad oral y corporal, logrando en todo momento esa entidad psicológica de su vulnerable y atormentado personaje, echándole el alma en las escenas tensas -los interrogatorios de los policías- que producen sobrecogimiento, y en las escenas emotivas -las narraciones con el hermano rememorando detalles de su niñez- trasmitidas como un pálpito arrasador lleno de ternura y humanidad” (Periódico Extremadura, 6-10-2007).

En 2008 Teatro del Noctámbulo puso a la vista la producción “Solo Hamlet solo”, de Miguel Murillo con dirección de Jesús Manchón. Es el único espectáculo de la compañía que no tuve ocasión de ver, pero que -según la crítica y la prensa especializada- fue una innovadora y poética versión, en la que un solo actor en el escenario, José Vicente Moirón, interpreta de manera sorprendente y brillante a un Hamlet atormentado y a los demás personajes de la obra -hasta diez- mostrados como imágenes mentales de éste a partir de reflejos en espejos y apoyo audiovisual. El rotundo espectáculo, estrenado en el Festival de Teatro Clásico de Cáceres (que cuenta con el Premio Jara de Teatro Extremeño al Mejor Actor), se presentó también en el Teatro Nacional Doña María de Lisboa y ha pasado por los Festivales de Almagro, Alcántara, Olmedo y Alcalá de Henares.

JerusalemEn 2010 estrenan “La decisión de John” de Mike Bartlett, obra que antes se había estrenado en The Royal Court Theatre de Londres, bajo el título “Cock”, donde recibió el Premio Oliver 2000 (después fue representada en muchos países del mundo). Vi el espectáculo en el 33 Festival Internacional de Badajoz y mi crítica dijo: “Fue el remate perfecto para una noche teatral de esas que transmiten y devuelven esa ilusión al público amante del teatro. La pieza, plantea la trama amorosa de un joven dividido entre su pareja, un hombre algo mayor que él con el que vive desde hace un tiempo y una mujer que conoce de manera casual por la que siente una inesperada atracción sexual. El dramaturgo utiliza con precisión clínica el antiguo juego del triángulo amoroso de desnudamiento de los sentimientos de los personajes, que logra con enorme dosis de realismo escénico. En clave de comedia y drama, hace reír, emociona, conmueve, enternece, estruja y mantiene un singular suspense en la decisión que debe tomar el protagonista -¿él o ella?- hasta más allá del final de la obra. La puesta en escena está servida por Denis Rafter en un espacio circular donde no hay elementos escenográficos. Pero el director con minuciosidad de orfebre demuestra su capacidad para crear atmósferas en un espacio vacío donde sólo se impone el arte de los actores. El espectáculo resultó fascinante por la interpretación de los cuatro actores que intervienen. José Vicente Moirón, pletórico de vigor dramático, entregado a la luz de la obra donde dibujar una línea depurada de intensidad emocional, borda su historia de amores compartidos en medio de una tormenta de dudas. Y Gabriel Moreno, al que descubrimos en esta obra, destaca dando entonada réplica a Moirón en un brillante juego escénico de diálogos, de modo progresivo y enriquecedor” (Periódico Internacional de las Artes Escénicas Artez-Blai, 10-11-2010).

En 2012, estrenaron “Áyax, de Sófocles en versión libre de Miguel Murillo para la 58 Edición del Festival de Teatro Clásico de Mérida. Dije en mí crítica: “La propuesta brinda en el contenido de la tragedia las posibilidades de una «lectura» más actual con una interpretación política sobre ese fondo épico del ciclo troyano de confrontaciones, donde Sófocles construye su tragedia de altura teológica y profundidad moral. Murillo demuestra su genio para recrear la tragedia transmitiendo las escenas de tan rica condición literaria con un pálpito arrasador de imágenes intensas y los diálogos poéticos con vibrante emoción. Denis Rafter muestra aquí una estructurada línea clásica de puesta en escena, que se agradece después de tantas «innovaciones» frustradas de los últimos años. Logra la sobriedad y belleza característica de la tragedia imprimiendo un lenguaje estético altamente elaborado en el ejercicio de la palabra, en un espacio consumado de coreografías y de simbolismos recreados por figuras estéticas (como un unicornio que simboliza el alma de Ayax) o de distanciamiento (dado en el personaje de Calcas, adivino de la guerra de Troya, para subrayar el anti-belicismo de la propuesta) en torno a ese de fatalismo que sopla sobre Áyax. En la interpretación, con rigurosa entrega de todos, destacaron José Vicente Moirón (Ayax) desbordante de vitalidad dramática en todos los registros y con ese fuego arrebatado evocador de la emoción trágica. Elena Sánchez (Tecmesa) aportando sensibilidad a las escenas tiernas e inquietantes de su sufrido personaje, Fernando Ramos (Ulises), muy seguro en su rol de astuto y con excelente dicción, Gabriel Moreno (Teucro), orgánico en las discusiones que crecen en violencia replicando a los Atridas. Y el coro de marineros de Salamina –José M. Pizarro, Jesús Manchón, Araón Lobato, David Gutiérrez y Camilo Maqueda– con sus potentes voces” (Periódico Internacional de las Artes Escénicas Artez-Blai, 27-8-2012).

En 2014, clausuran la 60 edición del Festival de Teatro Clásico de Mérida, con otro gran éxito: Edipo Rey, de Sófocles, también en versión de Miguel Murillo y dirección de Denis Rafter. En mi crítica dije: “Una versión, muy lograda por Murillo con su admirable cualidad poética, que se ha decantado más por la fiel y depurada trasposición de la obra original, influenciada por el director irlandés, que considera los conflictos expuestos en el drama universal de altura teológica y profundidad moral (planteados por Sófocles) que están presentes, ya que los esquemas ancestrales de comportamiento humano siguen operando por los siglos de los siglos. En el montaje, Rafter nos muestra la estructurada línea clásica de sobriedad y belleza característica de la tragedia, que aprovecha plenamente el espacio romano. Un montaje repleto de calidades formales en todos sus elementos artísticos -escenografía, vestuario y máscaras, luces, música, interpretación- dentro de esa atmósfera de lo solemne, y de esas influencias shakesperianas sensibles que pesan sobre los destinos que se mueven en una dimensión casi cósmica. En la interpretación, todo el elenco está espléndido (incluidas las niñas). José Vicente Moirón (Edipo) realiza una insuperable exhibición de sus recursos dramáticos desplegando una increíble energía en los movimientos y en el ejercicio de la declamación -de cadencias y anticadencias de tonos- que palpitan con brillo en las imágenes dramáticas y en las palabras poéticas en torno a ese fatalismo que sopla sobre su personaje. Destacan también Javier Magariño (Tiresias), bordando el nada fácil personaje del metafórico ciego y Gabriel Moreno (Creonte) imprimiendo seguridad y mucho oficio a un personaje bien cuestionable. Pero, también, luce un inspirado coro de suplicantes declamando -con Francisco Quirós, Pedro Luís López, Javier Herrera, Jesús Manchón, Camilo Maqueda, Juan C. Castillejo– y cantando con hermosas voces en griego -de Ana Jiménez, Ana Márquez, Laura Ferrera-, del que brota el sentido litúrgico de la tragedia” (EL Periódico Internacional de las Artes Escénicas Artez-Blai, 24-8-2014).


En “Jerusalem” brilla con vitalidad frenética todo el elenco, destacando un José Vicente Moirón mágico.


En 2016, se atreven a montar “Contra la democracia”, del dramaturgo catalán Esteve Soler, una apasionante obra que cuestiona -tal vez influida por la filosofía política de Mario Bunge– conceptos básicos de nuestro sistema democrático con la pretensión de contribuir al pensamiento crítico. El texto, traducido a 12 idiomas, forma parte de una trilogía –“Contra el progreso” y “Contra el amor” son las otras obras- que desde 2008 ha dado la vuelta al mundo con gran éxito. El prestigioso crítico Juan Antonio García Garzón, escribió -con el título “La democracia como franquicia”- lo siguiente: “… es un texto punzante y ácido, compuesto por siete cuadros independientes de naturaleza satírica que enhebran la poética sonámbula del surrealismo, el humor angustioso del teatro del absurdo y la contundencia crítica y feroz de A. Jarry. Un entramado de escenas inquietantes y reveladoras que Antonio C. Guijosa lleva a escena con imaginación y sentido del ritmo y la sorpresa, y en cuya interpretación se multiplican de forma admirable José Vicente Moirón, Memé Tabares, Gabriel Moreno y Marina Recio” (Diario ABC/Cultura, 8/10/2017).

Un espectáculo magnífico.
Un espectáculo magnífico.

En 2019, vuelven para clausurar con “broche de oro” el Festival de Teatro Clásico de Mérida con “Tito Andrónico” de Shakespeare, el interesante texto, en verso, caricaturesco e inhumano pero típico del gusto isabelino bajo la influencia de Séneca y Ovidio, que recoge la atmósfera claustrofóbica, el ansia de venganza, los horrores y la crueldad de una guerra de familias por controlar el poder en Roma, provocada por el «virtuoso» general romano Tito Andrónico. Mi crítica con el título de “Lección magistral del tratamiento de un clásico de tema grecolatino” dijo: “La versión de Nando López es fiel al texto inglés, pero más atractiva y vanguardista al darle profundidad y sutilidad al lenguaje artístico -altamente poético- que en el texto de Shakespeare se resiente por una excesiva retórica debida, quizá, al influjo de dos grandes autores de la época: Kyd y Marlowe. La puesta en escena de Antonio C. Guijosa nos vuelve a dar una lección magistral con esta obra, de estética parecida a un teatro de la crueldad (que se acerca a las obras que en la clandestinidad realizaba Goya de tintes infernales y dioses devorando a sus hijos). Logra una arquitectura de montaje inquietante, variado y coherente, donde brilla el sentido de la intriga y la excelente dirección de actores en situaciones inesperadas de horror llevadas al límite. En la interpretación intervienen 13 actores talentosos –José Vicente Moirón (Tito Andrónico), Carmen Mayordomo (Tamora), Gabriel Moreno (Saturnino), Quino Díez (Marco Andrónico), Cándido Gómez (Rústico), Carmelo Sayago (Emilio), Guillermo Muñoz Serrano (Mucio/Aarón), Lucía Fuengallego (Lavinia), Alberto Barahona (Lucio), Alberto Lucero (Quirón), José F. Ramos (Demetrio), Sergio Adillo (Alarbo/Basiano/Marcio) y Juan Vázquez (Quinto/Godo). Todos convencen y destacan en sus diferentes roles. Pero, sobre todos, Moirón, que con su rol de héroe y antihéroe llena de luz el escenario desde el principio hasta el fin, encarnando las contradicciones y oscuridades de su personaje” (Artez-Blai, 26-8-2019).

Escena con Moirón, Carmen Mayordomo y David Espejo.
Escena con Moirón, Carmen Mayordomo y David Espejo.

IMPACTANTE JERUSALEM

Jerusalem, inspirada en el salmo del mismo nombre, considerado un icono representativo de Inglaterra, es una incitante comedia negra/drama épico y popular, que habla de un “héroe” moderno y mítico: Johnny Byron “el Gallo”, oriundo gitano indo-europeo de personalidad dionisiaca que -a lo largo de la trama de la obra- cuenta fantásticas historias, se emborracha, consume drogas, rechaza a las autoridades y encanta y enfurece a todos los que conoce. Todo ocurre durante el Día de San Jorge, en la fiesta de una comunidad rural inglesa que involucra pandillas y gitanos. Byron es un ciudadano popular al que las autoridades locales quieren desalojar de una caravana estacionada en el bosque, donde vive libre y con desenfreno de los sentidos desde hace 20 años. Su hijo de 6 años quiere pasar el día con él, un matón del pueblo quiere darle una paliza y su heterogéneo grupo de amigos quiere divertirse con él.

Cargada de metáforas, Butterworth crea una imagen de Byron que tolera que los jóvenes beban y se droguen con él. Pero también de la sociedad corrupta en su acción de desalojarlo del bosque con la intención de construir bloques de viviendas, que tiene que ver con la destrucción de la naturaleza. La historia, entonces, se convierte incierta de lo correcto y lo incorrecto, ya que todos hacen lo incorrecto. Además, hace la pregunta de dónde están más seguros los hijos: ¿en casa o en el bosque con Byron? Las interpretaciones pueden ser amplias, pero el dramaturgo con este enfoque atrevido de ironía está poniendo en tela de juicio nuestros valores como sociedad y nuestra capacidad de mirar con veracidad lo que sucede a nuestro alrededor. El personaje de la joven Fedra, acosada sexualmente por su padrastro y que se esconde en la caravana, representa cómo muchos adolescentes ya no están protegidos en sus propios hogares y, por ello, recurren al lugar de fiesta (en la caravana) que les parece seguro, incluso si, según los estándares, no lo es.

Por su parte, Byron “el Gallo”, a pesar de estar perseguido, no es un hombre que se deje vencer. Su posición contra la hipocresía de la vida suburbana actual es poderosa, conmovedora y un asombro de ver cómo se desarrolla. Byron, es un hombre moderno, que parece tener el espíritu de los legendarios gigantes del mito de Inglaterra, de donde el dramaturgo hace girar su propia versión oscuramente cómica e innovadora del clásico idilio inglés.

Jerusalem, tiene una influencia importante en el trabajo de Butterworth del Nobel de Literatura Harold Pinter evocado de algunas de sus obras del “teatro de la memoria”, sobre la vida percibida como fragmentaria y ambigua, asaltada por esquirlas de lenguaje caídas desde algún lado del vivir, quizá de ecos de discursos cotidianos que no hallan respuesta pero que revelan la caja hueca, terrible, ingenua u opresiva que forma la sociedad humana. Y también la tiene de las teorías de Nietzsche sobre el espíritu dionisiaco como revulsivo a la decadencia de occidente. Lo dionisíaco –que se da en Byron- busca la desmesura que por el contrario la racionalidad tradicional ha aprisionado y mantenido reprimida en la conciencia. Algo así, como retornar al entusiasmo por la vida tal y como lo consiguieron los griegos trágicos. “Jerusalem” tiene, pues, los rasgos del teatro clásico puro.

La traducción y adaptación de Jerusalem es de Isabel Montesinos, profesora de inglés vinculada a la compañía (para la que hizo trabajos anteriores en los éxitos de El hombre almohada y La decisión de John). Realiza el valioso tránsito de diálogos y narraciones que son bastante fieles a la obra maestra de Butterworth, si bien con algunos cambios formales recreados con sutileza, suprimiendo localismos prescindibles e introduciendo algunos diálogos propicios para el perfecto acomodo en el montaje, armonizado con el sistema de producción (que ella misma dirige). Las fábulas que relata Byron están estiladas con buena dosis de halo poético.

La puesta en escena por el madrileño Antonio C. Guijosa, que ya dirigió con talento otros difíciles espectáculos a Teatro del Noctámbulo (el apasionante Contra la democracia y el fascinante Tito Andrónico en el Teatro Romano de Mérida), con este trabajo eleva el listón de excelencia de los anteriores, logrando una historia del texto inglés contada con gran magnitud teatral, que vuela rápida a un ritmo equilibrado de la función dinámica, atrayente y rotunda. Guijosa, con hálito creador maneja el espacio –dispuesto por una laborada escenografía de Mónica Teijeiro que describe la caravana en el bosque-, en la intensidad gradual y evolutiva del clímax, donde se mueven perfectamente -entrando, actuando y saliendo- los personajes, con sus variopintas indumentarias (de Rafael Garrigos), en armonía con la adecuada ambientación musical (de Álvaro R. Barroso) y luminotécnica (de Carlos Cremades).

Escena con Moirón y Alberto Barahona.
Escena con Moirón y Alberto Barahona.

GRAN ELENCO Y UN MOIRÓN MÁGICO

En la interpretación brilla con vitalidad frenética todo el elenco. Son siete actores, los siete magníficos: José Vicente Moirón (Johnny Byron “el Gallo”), Carmen Mayordomo (Ginger/Dawn/Fawcett), Gabriel Moreno (Profesor/Wesley), Alberto Barahona (Troy/Parsons), José F. Ramos (Lee), Alberto Lucero (Davey) y Lucia Fuengallego (Fedra/Tanya). Y un niño: David Espejo (Marky), que igualmente está magnífico. Todos realizan un trabajo orgánico, visceral, convincente y agotador en sus diferentes roles y desdoblamientos de personajes. Pero destaca Carmen Mayordomo en los tres personajes que hace, con su gran logro de la caracterización, de los matices expresivos y de la declamación (ante ella hay que quitarse el sombrero tres veces). Igualmente, Gabriel Moreno, sobre todo en el aura que flota en todas las situaciones escénicas de su del papel tierno y metafórico del Profesor, que vive en un estado entremezclado de fantasía y realidad (su “borrachera” inadvertida, genial).

Pero la estrella indiscutible es José Vicente Moirón que, por lo visto, en cada espectáculo nuevo que hace arriesga en su actuación teatral con un salto mortal más, al estilo de la famosa regla del circo “¡Más difícil todavía!”. Salto con el que –hasta ahora- ha logrado caer de pie felizmente, superando su nivel artístico. Con “Jerusalem” ha vuelto a subirse al escenario en un estado de gracia radiante de sus recursos dramáticos para situaciones llevadas al límite (aquellas que suscitan el “temor y la compasión” trágica, que dice Aristóteles). Una vez más, sacando su raza de excelente actor, ha exhibido con increíble energía de movimientos, gestos y voz modulada las imágenes y palabras de humor y dramatismo que impregnan su difícil -por complejo- personaje protagónico de Johnny Byron “el Gallo, para consumar una interpretación insuperable, absolutamente mágica.

La función, que con lleno total en la sala atrapó al público desde el principio hasta el final, manteniéndolo durante las dos horas y media de duración con un silencio hierático, recibió puesto en pie muy cálidos aplausos (con numerosos “¡bravos!” incluidos).

(José Manuel Villafaina Muñoz es licenciado en Arte Dramático, actor, director, autor, profesor y crítico teatral, con una trayectoria profesional de más de 50 años).

SOBRE EL AUTOR

José Manuel Villafaina, un profesional integral del teatro, nuevo colaborador de PROPRONews

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