viernes, 19 abril, 2024
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Primera etapa, 1981-1983, protagonizada por la iniciativa ciudadana que rescató esta fiesta identitaria

El nuevo Carnaval de Badajoz empezó en los tres últimos años de UCD en el Ayuntamiento, pero sin gestión pública en los dos primeros, cuya iniciativa corrió a cargo de la ciudadanía encabezada por José Mª Pagador, con el impulso y apoyo previo del concejal y hombre de teatro José Manuel Villafaina

El nuevo Carnaval de Badajoz ha cumplido ya 40 años y es buena ocasión para hacer balance de las tres etapas que ha vivido a lo largo de estas cuatro décadas. La primera etapa, de 1980 a 1983, fue la de la iniciativa fundacional ciudadana encabezada por el periodista José Mª Pagador, que se encargó personalmente de organizar las dos primeras ediciones, con el impulso y el apoyo previo del concejal y profesional del teatro José Manuel Villafaina Muñoz, aunque ya en 1983 Pagador declinó en el ayuntamiento pacense la responsabilidad de la organización. Esos tres años corresponden a la última etapa de UCD al frente del ayuntamiento pacense, aunque solo en el último fue la corporación la que se hizo cargo de la organización. Las dos etapas siguientes fueron la del PSOE -verdadera edad de oro del Carnaval de Badajoz- y, después, la del PP, cuando la fiesta, en ciertos aspectos, ha perdido la identidad de etapas anteriores, degenerando en ocasiones en un botellón impresentable. A partir de hoy, después de la información anterior sobre La verdadera historia de la fundación del nuevo Carnaval de Badajoz, ofrecemos, en otros tres capítulos, la crónica y el análisis de las tres etapas.

José Manuel Villafaina Muñoz.
José Manuel Villafaina Muñoz.

Badajoz.-

En Badajoz, es conocido por muchos que he sido durante años un entusiasta de la fiesta carnavalera por considerarla, además, una actividad parateatral. En 1980, siendo concejal independiente por el PCE, miembro de las comisiones de Cultura y de Ferias y Fiestas del Ayuntamiento, principié la idea de instaurar el Carnaval de Badajoz, que llevaba más de 40 años sin celebrarse, presentando varias veces una moción de reanudación de la fiesta que finalmente fue aprobada el 14 de marzo de ese mismo año, aunque la cosa no cuajó hasta que la iniciativa ciudadana encabezada por Pagador se hizo cargo de la organización desde ese mismo año.

Desde entonces estuve participado activamente en muchas de las actividades: fui colaborador en la organización de los primeros años, presidente del jurado de comparsas y murgas, ponente por Extremadura en el Congreso Internacional del Carnaval de Cádiz y, principalmente, histrión bullanguero con mis disfraces en el carnaval de calle. También, como cronista de sus actos -por varios medios informativos- en cada edición hasta 2012, que fue uno de los últimos años en el que no pude aguantar su involución y preferí viajar, asistiendo a otros carnavales. En mi opinión, el Carnaval pacense sufría ya más de un lustro de decadencia, en el que pasó del esplendor de una fiesta identitaria a ser un macrobotellón impresentable.


Villafaina, como concejal del Ayuntamiento de Badajoz, presentó en 1980 mociones para promover el Carnaval.


Este año de 2021, obviamente, debido a la pandemia mundial del Covid-19 los carnavales han sido suspendidos. Los más famosos estéticamente y de atracción multitudinaria, el de Río de Janeiro y el de Venecia anunciaron su cancelación después del verano pasado, sabiendo la peligrosidad que suponen para esos públicos que acuden en masa al icónico Sambódromo brasileño o a la atractiva Piazza de San Marco italiana. Añadiéndose, que estas fiestas duran toda la noche, bailando por las calles y en lugares cerrados. En España, igualmente ha pasado con los más conocidos, el de Tenerife y el de Cádiz. Pero el de Badajoz, el más importante en cuanto a participación ciudadana, dado que se disfraza prácticamente toda la ciudad, tampoco se ha celebrado, y ha cumplido 40 años, un momento oportuno para recordar, como digo, sus tres etapas.

Villafaina y Lydia, como Rometo y Juliea, en los carnavales de Badajoz, Verona y Venecia.
Villafaina y Lydia, como Rometo y Juliea, en los carnavales de Badajoz, Verona y Venecia.

PRIMERA ETAPA

Para comprender el apogeo y el declive del Carnaval pacense, que en estas cuatro décadas se ha erigido en una de las principales señas de identidad de la ciudad, es conveniente repasar la historia de sus inicios. Historia que contemplo desde mi experiencia -vivida no sólo como el político que fui sino como el hombre de teatro y animador cultural que sigo siendo- de esa movida carnavalesca en sus primeras tres ediciones, coincidiendo con la época de gobierno municipal de UCDex.


En febrero de 1980 se produjeron las primeras demostraciones espontáneas de la fiesta carnavalesca.


Como conocedor de las artes escénicas siempre tuve muy claro la vinculación que tienen el teatro y el carnaval como fiesta que se remonta a la cultura de los antiguos griegos (la Dionysia) y en la tradición romana (la Saturnalia), que proveían banquetes y disfraces. Tradición que siguió en la Italia de la Edad Media dentro de la cultura popular y que tomó un giro artístico cuya manifestación máxima fue el Carnaval de Venecia (siglo XI), considerado hoy el más famoso de Europa. En lo segundo, porque durante mi estancia en Puerto Rico (1973-1977) ya había participado en el Carnaval de San Juan -fiesta que data del siglo XVI, llevada por los españoles- integrado en una comparsa de Vegigantes (personaje popular de la tradición puertorriqueña).

José Manuel Villafaina, en su época de concejal del ayuntamiento pacense.
José Manuel Villafaina, en su época de concejal del ayuntamiento pacense.

En fin, conocimientos y experiencias que me permitieron presentar en la comisión de Cultura un programa de “CULTURA Y FIESTAS PARA LA CIUDAD”, que más tarde también di a conocer en la comisión de Ferias y Fiestas, manifestando mi interés por las fiestas populares y proponiendo la recuperación del Carnaval de Badajoz (Diario HOY, de 20-6-1980, publicó de forma reducida el programa, donde al final figura una nota advirtiendo que el mismo se había presentado por segunda vez en el acta del 13-3-80 y que por considerarlo “utópico” los concejales de UCDex no pasó a ser discutido en las comisiones permanentes ni a plenos).

Panel del Museo del Carnaval pacense, explicando los orígenes.
Panel del Museo del Carnaval pacense, explicando los orígenes.

Pero el Carnaval pacense, tras su prohibición por Decreto de Franco en 1937, surgió de nuevo de la mano de la democracia como una expresión de libertad y alegría colectiva, sin presentación de ningún tipo, casi sin recuerdos. Fue en febrero de 1980 cuando se produjeron las primeras demostraciones espontáneas de la fiesta carnavalesca. El fenómeno brotó en el Paseo de San Francisco, en las tertulias del quiosco de los hermanos Martínez, donde promoví, conectado con algunos grupos de gente joven con inquietudes culturales y del ocio (estudiantes, músicos, folkloristas, pintores, actores de teatro), un jocoso pasacalle carnavalesco desde el citado paseo hasta la Plaza España, donde se improvisó -al grito de “¡Esto es Carnaval, señores!”- un animado baile con música de charanga. Allí se concentraron entre participantes y curiosos más de 200 personas, de las que casi un centenar iba disfrazado, maquillado o ataviado con alguna indumentaria simple, sin definir su personaje. Sobre esta movida carnavalesca -en la que estuvo involucrada la Cátedra de Teatro “Torres Naharro” de la Diputación y el Centro Dramático, de los que era director- ya escribí con todo detalle un artículo (“LA PREHISTORIA DEL CARNAVAL PACENSE”) en la primera revista municipal del Carnaval, creada por José Mª. Pagador en 1989. También figura en dos interesantes y documentados libros publicados por Javier Marcos Arévalo (“LOS CARNAVALES EN EXTREMADURA, ENTRE LA FIESTA Y EL ESPECTÁCULO”) y por Pedro Montero Montero (“EL CARNAVAL DE BADAJOZ, ENTRE LA TRADICIÓN Y EL CAMBIO”).

PROLEGÓMENOS DEL CARNAVAL

Estos prolegómenos del Carnaval sirvieron para que, de nuevo, insistiera en el Ayuntamiento sobre la necesidad de organizar el Carnaval para la ciudad. Una nueva moción convenció a la comisión de Cultura (presidida en aquel momento por Jesús Delgado Valhondo). La idea pasó después a la Comisión Permanente que, en sesión de 14 de marzo de 1980, daba luz verde al Carnaval pacense. El Diario HOY lo publicó al día siguiente: “Villafaina sigue siendo la voz en el desierto. No pasa una. A la Comisión de Cultura llueven sus ideas. La última ha sido la de organizar el próximo año los tradicionales carnavales de Badajoz, en febrero. La comisión, por una vez, le dijo que sí. ¡Qué se repita! La Comisión Municipal Permanente se dio por enterada”. Pero tampoco en esta ocasión el Ayuntamiento tomó iniciativa directa alguna, hasta que, ese mismo año, José Mª Pagador se responsabilizó de organizar la fiesta.


“Mi intención, era promover un carnaval popular ideado en la calle, un evento singular de animación parateatral en la que pudiese participar toda la ciudad”.


A partir de aquel momento me puse a discurrir sobre un modelo carnavalesco anhelante de contenido cultural y de una personalidad propia que lo diferenciase de otros. Era consciente de que el divertimento y la cultura no son incompatibles. Como lo había expresado un año antes en una entrevista (“Todo festejo debe llevar un contenido cultural”, Diario HOY, 5-6-1979). Mi intención, era promover un carnaval popular ideado en la calle, un evento singular de animación parateatral en la que pudiese participar toda la ciudad y con representaciones que tuviesen que ver con la tradición carnavalesca española. Entonces, indagué en las formas parateatrales del teatro profano medieval y en las Églogas de Juan del Encina, donde la V y VI tratan el tema de las Carnestolendas, que eran representadas como un gran acontecimiento público en la noche postrera del Carnaval.

José Mª. Pagador, a la izquierda, en la primera reunión del nuevo Carnaval, en 1980, con Luis Poblador y Rafael R. Arbaizagoitia
José Mª. Pagador, a la izquierda, en la primera reunión del nuevo Carnaval, en 1980, con Luis Poblador y Rafael R. Arbaizagoitia

Pero la Comisión de Cultura que había prometido incluir el Carnaval en sus presupuestos dio un giro alarmante en octubre. Surgieron serios problemas, cuando Delgado Valhondo dimitió como presidente, haciéndose cargo Antonio Regalado y, como hombre fuerte, Tomás Martín Tamayo (que era además consejero de Cultura de la Junta Preautonómica), con los que yo sostenía duras polémicas públicas. El hecho desencadenante, que hizo que se aparcara mi proyecto del Carnaval, lo motivó el rechazo de Martín Tamayo a un programa de acción teatral por barriadas y poblados que yo había presentado y que correspondía aprobarse en aquella reunión. Su argumento era que el proyecto tenía el defecto insalvable de que procedía de quienes no habíamos ganado las elecciones.


“Dos meses antes, mi compañía “Torres Naharro”, del Centro Dramático, había obtenido un éxito de repercusión nacional en el Teatro Romano de Mérida, con Lisístrata en versión de Manuel Martínez-Mediero”.


La actitud altanera y el disparate del concejal y consejero de Cultura de la región escandalizó a socialistas y comunistas, que estuvieron a punto de abandonar la Comisión -Regalado los aquietó, pidiendo calma-, por la falta de razonamiento objetivo y constructivo, pues el proyecto había sido bien visto por la anterior comisión (incluso por los miembros de su grupo de UCDex, Manoli Carmona y Leopoldo Elvira). El portavoz socialista, Luis García Paradells, dijo además: “Los argumentos empleados en contra del proyecto fueron acusaciones a Villafaina, de quien se dijo que era un monopolizador del teatro en Badajoz. No es modo de echar abajo un proyecto que es bueno, está razonado y detallado, lo que permite tomar una decisión” (HOY, 10-10-1980).

Villafaina, con Lydia C. Sasedo, en Venecia.
Villafaina, con Lydia C. Sasedo, en Venecia.

RIVALIDADES Y CELOS POLÍTICOS

Realmente, lo manifestado por Martín Tamayo tenía su trasfondo de rivalidades y pelusillas de tipo político en el terreno cultural. Él apenas disponía de presupuesto para hacer actividades en la Junta. Y lo poco que hacía no tenía buenas críticas. Sin embargo, mis trabajos de iniciativas teatrales no paraban en la región y gozaban de la aceptación popular. Dos meses antes, mi compañía “Torres Naharro”, del Centro Dramático, había obtenido un éxito de repercusión nacional en el Teatro Romano de Mérida, con la obra “Lisístrata”, en versión de Manuel Martínez-Mediero. Las actividades estaban patrocinadas por el Ministerio de Cultura y la Diputación de Badajoz (a través de la Institución Cultural “Pedro de Valencia”, a la que pertenecía el Centro Dramático). La Diputación, que estaba también gobernada por UCDex, era la que más dinero disponía para actividades culturales. Y estaba presidida por Luciano Pérez de Acevedo -también concejal del Ayuntamiento pacense- que era quien acaparaba políticamente el protagonismo de los éxitos culturales de la región. Y Martín Tamayo se confundía llamándome “monopolizador”. Máxime, por no tener en cuenta que yo no era un concejal liberado y, por tanto, no cobraba nada del Ayuntamiento. Y tampoco de la actividad, que estaba presupuestada sólo por los gastos.


Aquel proyecto carnavalesco recibió un golpe de fortuna con la aparición en el Ayuntamiento del periodista y escritor José María Pagador, que tomó la iniciativa.


Finalmente, la actividad se aprobó en la siguiente reunión y aunque la cosa estaba complicada por la terca negativa de Martín Tamayo, yo seguía ocupado en aquel proyecto carnavalesco, que pocos días después iba a recibir un golpe de fortuna con la aparición en el Ayuntamiento del periodista y escritor José María Pagador, que en 1980 había tomado la iniciativa de organizar el Carnaval del año siguiente y en quien el Ayuntamiento delegó dicha organización. Me enteré por la secretaria de la comisión de Ferias y Fiestas, Carmen Ramírez, que me llamó por teléfono para ponerme en contacto con el periodista, pues había sido recibido por el alcalde Luis Movilla y los concejales de Ferias y Fiestas Marisa Nogués (presidenta) y Antonio Guevara (que partía el bacalao en la comisión).

Cuando me encontré con él, Pagador me dijo que desde la muerte de Franco había acariciado la idea de recuperar el Carnaval y que había estado madurando el tema durante todo el año en charlas con Julio Luengo, director de SER-Extremadura, que igualmente estaba interesado. Y que por su cuenta decidió animar a su grupo de amigos, en reuniones en el mesón “El Tronco”, para tomar la iniciativa de organizar el Carnaval.

Entonces, después de dialogar con él y con su grupo ciudadano, Pagador me sugirió que pusiese punto final a mis disputas en las comisiones (era concejal de la oposición y mis propuestas a duras penas prosperaban) y me pidió que colaborase con mis ideas integrado en su grupo, no como concejal sino como director del Centro Dramático. Me convenció su estrategia y acepté, sobre todo porque me dio mucha alegría que fuesen estos amigos quienes se interesaban por el Carnaval.


Pronto se confirmó que el evento tenía futuro de convertirse en una manifestación de participación masiva que generaría prestigio y riqueza a Badajoz, como así ha sido.


A José Mª Pagador lo conocía desde su época de estudiante en Madrid, primero de teatro y después de Periodismo (me gustaban los recitales de su poesía social que montaba en los colegios universitarios de la capital, donde yo montaba mi teatro). Después, en Badajoz, admiraba sus iniciativas como las desarrollados en favor de la creación de la Universidad de Extremadura, el rescate del antiguo mercado de la Plaza Alta, la salvación del teatro López de Ayala que iba a ser derribado (en la que yo fui parte activa determinante y él puso su influencia como periodista en contra del derribo), la fundación del TEU de la Universidad de Extremadura, la fundación de APROSUBA y otras múltiples actividades sociales y culturales que marcaron una época, y su labor asesora de infinitas sugerencias en la Institución Cultural “Pedro de Valencia, de la que era consejero. Además, le estaba agradecido por haber favorecido con afán y generosidad -desde el principio- mi actividad teatral regional tanto a nivel personal, mediando con las instituciones, como en su calidad de periodista, publicando mis iniciativas en el Diario HOY. Del amigo Pagador había pensado muchas veces en el buen consejero de Cultura de la Junta que podía haber tenido Extremadura, pero él nunca quiso meterse en política y rechazó todos los cargos y puestos que se le ofrecieron en el Ayuntamiento de Badajoz, la Diputación Provincial, la presidencia de la Junta Preautonómica y la Junta de Extremadura.

LOS CIUDADANOS TOMAN LA INICIATIVA

Lo que querían Pagador y su grupo era lo normal de muchos carnavales: un pregón, un desfile, un concurso de disfraces y una verbena, que me pareció bien, teniendo en cuenta además que sería el primer intento de Carnaval organizado en Badajoz después del franquismo. Ellos se encargaron de todo. Entonces, Pagador fue sumando al grupo diversas personas, para colaborar en los trabajos de organización o para participar en los actos. Recuerdo, entre ellas, a Luis Poblador, Rafael Rodríguez Arbaizagoitia, Ángel Luis López Bejarano, Juan José Poblador (que fue el primer pregonero, designado por Pagador), Fernando Rodríguez Tejada, José Luis García Antequera, Paco Sánchez Thovar, Juan Pablo Carrasco, Ignacio Rodríguez Arbaizagoitia, Pedro Rubio Lozano, Miguel Celdrán Matute, Manuel Mayorga, Luis Gragera, Manuel Heredia, Alfonso Rodríguez y otros amigos como José Sánchez Hueso, Emilio Alba, José Moirón, Julián “El Relojero”, etc. Durante los meses de noviembre y diciembre hubo reuniones en mesón “El Tronco” para hacer las convocatorias de asociaciones y colectivos ciudadanos y el 23 de enero de 1981 José Mª Pagador convocó en “Los Montitos” a todos los interesados, para confeccionar el programa definitivo y designar una comisión organizadora.

El Carnaval se fijó para el 28 de febrero y el 1 de marzo (sábado y domingo). Con rapidez, el grupo se movió a mediados de febrero, lanzando una proclama pública escrita por Pagador, que se divulgó por la ciudad y los poblados. Recuerdo el primer día que salimos con media docena de automóviles, haciendo ruido por las calles, exhibiendo los carteles y provocando al curioso transeúnte con chanzas carnavalescas. Yo iba disfrazado con una máscara, capa y chistera. Con un micrófono, leyendo la proclama, subido en el techo de un viejo “Tiburón” de Rafa Rodríguez Arbaizagoitia. José Luis García Antequera sujetaba el altavoz entre el público y Pagador me hacía de apuntador, soplándome de vez en cuando algunas frases del texto, porque con la máscara apenas veía la letra del pergamino. Esta escena apareció fotografiada en HOY al día siguiente. Uno quedaba de incógnito como el primer disfrazado público del Carnaval pacense. Recorrimos plazas, locales, discotecas. La expectación fue grande y todos lo pasamos muy bien aquella noche.

Pagador, (i), negoció con el gobernador civil para no cancelar el Carnaval de 1981.
Pagador, (i), negoció con el gobernador civil para no cancelar el Carnaval de 1981.

GOLPE DE ESTADO Y RETRASO

Pero el Carnaval de aquel año no pudo celebrarse en las fechas previstas debido al golpe de Estado de Tejero del 23 de febrero, a solo cinco días de la fecha fijada para el comienzo de la fiesta. Y aunque el golpe no prosperó, lo cierto es que tampoco se sabía lo que iba a ocurrir en los días siguientes. El Gobernador Civil de la época, Lorenzo Martínez-Fresneda, que era amigo de Pagador (cuyo nombre figuraba como responsable de la organización en el permiso gubernativo), quiso cancelar el carnaval, pero el periodista negoció con él y al final aceptó que se celebrase una semana después.

Más tarde se supo que algunos de los miembros de la comisión organizadora figuraban en las listas negras del 23F. La revista “ACTUAL” en su reportaje “Los que iban a morir el 24F”, publicó los nombres de José María Pagador -por periodista atrevido y lenguaraz- y de José Manuel Villafaina -por concejal del grupo comunista-, entre otros (Los 100 primeros periodistas que íbamos a ser fusilados el 24-F). Pero vueltas las aguas a su cauce, el Carnaval se celebró el sábado 7 y el domingo 8 de marzo, por decisión de la comisión organizadora de acuerdo con el gobernador. Y el Carnaval nuevo quedó al fin fundado en esos días, siendo grande mi satisfacción. Porque se empezaba a cumplir aquella apuesta que hice -casi presciente- en el Pre/carnaval de 1980, de que si se instituía el evento tenía futuro de convertirse en una manifestación de participación masiva, que generaría prestigio y riqueza a la economía de Badajoz.

Tengo que decir que, durante estos 40 años, se han publicado muchos reportajes, informaciones y recordatorios en no pocos de los cuales tanto José Mª Pagador como yo hemos visto cómo otros se atribuían, en todo o en parte, la fundación del nuevo Carnaval pacense. Las federaciones carnavaleras, que se crearon con la idea de apoyar la fiesta en todos sus actos, sólo contaron la historia de sus comparsas y murgas, proponiendo pregoneros y repartiéndose premios pagados por el municipio. Para mí, sólo en los libros mencionados de los profesores/escritores Marcos y Montero es donde encontré que se pueda leer una referencia con formalidad, mesura y verdad de esa memoria de su fundación. En el libro de Montero el tema de quienes lo fundan esta explicado con estas palabras: “Villafaina quería organizar la fiesta desde arriba, desde el Ayuntamiento y Pagador desde abajo, desde el pueblo”. Si bien, es cierto que ambos organizadores estuvieron animando al Consistorio y al pueblo para su realización. Fue también, creo, la suerte de encontrarse dos amigos -un periodista y poeta y un artista de teatro- con la misma idea, en una época espléndida de irrupción democrática, cargados de ganas para emprender nuevos rumbos culturales y festivos, anhelando poner el proyecto del Carnaval extremeño como un acontecimiento más de la libertad.

Ejemplar de HOY de 4 de febrero de 1981 en la Exposición 25 Años del Carnaval de 2005, con el primer artículo anunciador de la fiesta de J.M. PAGADOR
Ejemplar de HOY de 4 de febrero de 1981 en la Exposición 25 Años del Carnaval de 2005, con el primer artículo anunciador de la fiesta de J.M. PAGADOR

En 1982, la misma comisión encabezada por José Mª Pagador volvió a organizar el Carnaval. Como con Pagador compartía la imagen del carnaval popular como símbolo de la identidad comunitaria que no obedece a los designios del poder, no dudamos en incorporar los concursos de murgas y coros, que él organizó el primer año que se celebró, en 1982. El mismo Pagador se presentó con una murga familiar en el concurso (“Los vampiros mexicanos” que logró el tercer premio). Y para darle una personalidad propia que lo diferenciase de otras fiestas, nos planteamos la tarea de discurrir sobre un escenario (la ciudad) y un público (el pueblo) ante la cual la propia comunidad civil debía representar ante sí misma su propio espectáculo catártico. Por ello, los desfiles se reforzaron con divertidas acciones de provocación callejera y juego dramático de personajes, realizadas por grupos profesionales de teatro (algunos expertos en “teatro de calle” que vinieron de Madrid y Andalucía) y de alumnos de la mencionada Cátedra de Teatro. Yo me encargué de estas acciones de animación teatral, que se hicieron con la finalidad de invitar al público a participar, ayudando a la desinhibición y a la motivación de este antes de salir disfrazado.

Villafaina disfrazado de pícaro, con la actriz Diana Carmen
Villafaina disfrazado de pícaro, con la actriz Diana Carmen

En 1983, lanzada ya la fiesta con éxito, José Mª Pagador, entendiendo que era hora de que el Ayuntamiento se hiciese cargo del Carnaval, rechazó la oferta de la Corporación de que siguiese organizándolo él y su grupo, siendo para mí un año en el que estuve responsabilizado, junto a la Corporación y funcionarios municipales, de agrandar la fiesta en todo lo que se había creado anteriormente, dejando después a la nueva corporación socialista -que había ganado las elecciones- para que en 1984 colmase el Carnaval pacense de esplendor.

(José Manuel Villafaina Muñoz es licenciado en Arte Dramático, actor, director, autor, profesor y crítico teatral, con una trayectoria profesional de más de 50 años).

SOBRE EL AUTOR

José Manuel Villafaina, un profesional integral del teatro, nuevo colaborador de PROPRONews

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