viernes, 29 marzo, 2024
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Carnaval de Badajoz 1996-2020, la etapa del PP: la amenaza del botellón masivo

Bajo el mandato de la derecha al frente del ayuntamiento pacense la fiesta es cada vez menos popular y creativa y más instrumentalizada

En 1996, hubo cambio político en el Ayuntamiento de Badajoz, entró el PP y de alcalde Miguel Celdrán. Y como primer edil de Ferias y Fiestas, su amigo José Sánchez Hueso, ambos veteranos carnavaleros. Pero en la fiesta se va a producir, paulatinamente hasta nuestros días, una extraña distorsión. En los 17 años de mandato del alcalde Celdrán (1996-2013) vamos a asistir a un Carnaval pacense menos popular, creativo y singular. Y más institucional e instrumentalizado. La fiesta ha perdido autenticidad y lozanía. De seguir así, corre el peligro de perder el esplendor y la participación popular de etapas anteriores y terminar siendo lo que ya ha empezado a ser, un botellón impresentable.

José Manuel Villafaina Muñoz.
José Manuel Villafaina Muñoz.

Badajoz. –

En gran medida los responsables políticos se habían dejado llevar por una codiciosa FALCAP (Federación de Asociaciones Locales del Carnaval Pacense nacida en 1988), que cambió a partir de la entrada de Cedrán y sólo se interesó en potenciar los concursos del desfile de comparsas (sobre todo) y la actuación de murgas, cuya organización, plástica y contenido respondían a conceptos que -por tradición y calidad- ya superaban otros carnavales, como el de Tenerife y Cádiz.

Con esa torpeza oficial de convertir a esta federación carnavalera en la más influyente colaboradora del Ayuntamiento, se descuidó la idea inicial de profundizar en la actividad que se daba en la calle: ese espectáculo espontáneo y masivo, que por su peculiaridad diferenciaba este Carnaval de otros. Y ello dio lugar a que en los años siguientes se empezase a constatar la ausencia de aquella gente ingeniosa, imaginativa, simpática, bromista, con chispa, que entendieron perfectamente los roles del actor/público de la función, y que con el disfraz individual o de pequeño grupo enriquecían el gran escenario multicolor en que se convertía la ciudad, participando continuamente en el divertido juego parateatral de la improvisación y de la chanza.

Chirigota "Los ilustres ignorados", en una actuación carnavalera bastante crítica.
Chirigota «Los ilustres ignorados», en una actuación carnavalera bastante crítica.

A Pepe Hueso, una buena persona, pero mal organizador, desde el principio se le fueron de las manos el Carnaval y otras actividades festivas populares, como la Cabalgata de Reyes, que también era una fiesta parateatral. En 1997, se cargó la idea de aquel Belén viviente itinerante y representación del Auto de los Reyes Magos, sustituyéndolo por una Cabalgata populachera de falsificación de la fiesta navideña, injertando el atractivo envoltorio en que la cultura industrial ofrece la vulgaridad de sus mercancías (los protagonistas, para idiotizar al personal, eran los kilos de caramelos). Todo porque al alcalde Celdrán no le gustaba hacer actividades que habían sido anteriormente organizadas por los socialistas, aunque hubiesen tenido éxito.


Al alcalde Celdrán (PP) no le gustaba hacer actividades que habían sido anteriormente organizadas por los socialistas, aunque hubiesen tenido éxito.


Fueron bochornosas algunas meteduras de pata, como la de organizar la Cabalgata en un polideportivo o la ridiculez de sacar a los Reyes Magos montados en los trineos de Papá Noel. Al alcalde, por permitirlo durante dos ediciones, no tuve más remedio que ponerle las orejas de burro en un artículo, para que las luciera con su comparsa en el Carnaval (Periódico Extremadura, 20-1-1997).

J. M. Villafaina en las fiestas ancestrales de las islas Hawái, que han inspirado a carnavales de todo el mundo.
J. M. Villafaina en las fiestas ancestrales de las islas Hawái, que han inspirado a carnavales de todo el mundo.

LOS PEORES AÑOS

Pero los peores años, hasta 2010, fueron los de la concejala Consuelo Rodríguez Píriz, que también lo era de Cultura y todo un cero patatero -grande y bien redondito- no sólo en la gestión, falta de imaginación, vocación, dedicación, entusiasmo y diálogo en los actos carnavaleros, sino en cada actividad que organizaba. Una de ellas, que escandalizó, fue sustituir el Festival de Teatro Infantil y de Marionetas por un rancio Festival veraniego y “familiar” (de adultos y niños) en el Auditorio Municipal, manifestando con cierta jactancia que pretendía “educar y fomentar el gusto por el teatro en su máxima expresión”, con una compañía de Madrid, que luego vimos que representaba obras como “Préstame tu mujer, Pepe” o “Enseñar a un sinvergüenza”, (con frases como “la jodienda no tiene enmienda”), un ejemplo de irresponsabilidad municipal, por contener una oferta negativa en la intencionalidad cultural del niño.


Fue una torpeza oficial convertir a la FALCAP en la más influyente colaboradora del Ayuntamiento, perdiéndose la identidad del carnaval pacense.


Esta forma de funcionar de la concejala, consentida por el alcalde, motivó que yo escribiese un duro artículo -en dos partes- con el título de “LA RANCIA POLÍTICA TEATRAL PACENSE” (Periódico Extremadura, 6 y 7 de agosto de 2002) y bajo el subtítulo de “Carta abierta a Carlos Floriano”. Mi artículo fue apoyado públicamente por quince compañías teatrales extremeñas, que se sentían discriminadas por un municipio dogmático y autoritario, cuyos responsables estaban inmersos en el universo del teatro de la época del Nodo. Días después, supe que el presidente Floriano, y el senador/actor Paolo de Atalaya, ambos del PP, les hicieron cambiar la programación teatral.

Con Rodríguez Píriz, a partir del año 2000 se observaba como en tres días -de los cinco que se organizan en el Carnaval- poca gente se disfrazaba en la calle. Sólo lo hacían los dos días, el sábado y el lunes, que seguía asistiendo gente de fuera. Aunque el número de participantes se había reducido considerablemente. La fiesta empezó a tener altibajos, unos años mejoraba (cuando había recibido duras críticas) y otros volvía a decaer. Todo por esa incompetencia del Ayuntamiento y el desorden, que se repetían cada año en sus organizadores. Los fallos también se advertían por falta de reflexión y auténtico diálogo constructivo con la Federación carnavalera, que en su momento dominante sólo estaba para impulsar sus banales intereses comunes. En 1995, cuando se celebró el 25 aniversario de la fiesta, algunos comerciantes del Casco Antiguo lo dijeron claro: “el Carnaval ha tenido menos gente que el anterior aunque más gente de fuera” (Diario de Badajoz, número 273, 15 de marzo de 2005).

El desfile del Carnaval de Badajoz es el más nutrido y vistoso de la peninsula. PROPRONews.
El desfile del Carnaval de Badajoz es el más nutrido y vistoso de la península. PROPRONews.

Al ayuntamiento del “carnavaleroCeldrán, que se gastó mucho dinero en hacer publicidad, le faltó en el teatro y en la calle ese gran espectáculo conmemorativo que la ocasión requería. Para mí, aquella evocación se hizo más que nada en la revista oficial, con mucho panegírico y artículos coñazos que nada o poco tenían que ver con la fiesta.

EVOLUCIÓN… AL BOTELLÓN

Lo malo de esas ediciones era que la cabalgata de comparsas no evolucionaba, se había convertido en un insípido desfile de modelos sin definición -trajes de fantasía de corte y color oriental o tropical, con más o menos brillo de lentejuelas, plumas e ingeniosos tocados- al ritmo machacón militarizado de siempre. También decayó la ingeniosidad en la exhibición bulliciosa de los artefactos. Y de las murgas, que habían perdido fuelle en sus canciones satírico/burlescas de protesta (disipando mucho tiempo en hablar de sus disfraces), relativas a los sucesos ocurridos en la comunidad durante el año.


La gente ingeniosa, imaginativa, simpática, bromista, con chispa, que había entendido perfectamente los roles del actor/público de la función, ha dejado de participar.


Mientras, en ese tiempo, la versión callejera de la fiesta la empiezan a protagonizar los jóvenes de “la cultura del botellón”, una generación falsamente carnavalera a la que no se le enseñó bien el significado artístico/cultural del Carnaval -ni en la escuela ni en la animación cultural municipal- y, por eso, la mayoría solamente se dedicaron en los días de la fiesta a repetir -como pasmarotes con cutre disfraz- lo que cada sábado o víspera festiva tenían por costumbre.

En el Ateneo pacense, con ocasión de esas bodas de plata del Carnaval, su presidente Santiago Corchete celebró una mesa redonda de reflexión y crítica constructiva. ¿Cuáles son los logros? ¿Qué fallos se advierten? ¿Hacia dónde va o debiera ir el Carnaval, para darle una personalidad propia que lo diferencie de otros carnavales?, con informantes como Pedro Montero Montero (Etnógrafo), A. García Salas (ITAE), E. Fernández Burgos (Comparsa “Vendaval”), J. J. Monroy (Murga “Los Agüitas”) y J. M. García Pérez (FALCAP). Yo asistí como espectador, siendo el único que apareció en la convocatoria. Curioso. Sin embargo, aquella reunión resultó interesante. Se cuestionó la falta de ideas renovadoras de los responsables municipales, de la nula imaginación de los actos celebrados y de las propuestas desestimadas a las asociaciones Pro-carnaval -por la concejala Rodríguez Píriz– que aspiraban a tener un Museo del Carnaval digno. Fue una reunión que dio lugar a otras en las que participaron otros expertos, que dieron ideas para posibles cambios. Y hubo propuestas concretas, entre ellas, la que hice sobre la necesidad de crear una Fundación Pacense del Carnaval, cuya primera actividad hubiese sido la de organizar unas Jornadas de Estudio sobre el Carnaval pacense, para que expertos carnavaleros de aquí y de otros lugares indagasen en las posibilidades de que la fiesta progresara.

Murga "Los Niños", en 2012, actuando en el Teatro López de Ayala.
Murga «Los Niños», en 2012, actuando en el Teatro López de Ayala.

UN MUSEO MUERTO

Pero el Ayuntamiento nunca dio respuesta satisfactoria a las propuestas sugeridas desde el Ateneo y tampoco a otras que yo había expuesto en muchos artículos y críticas publicados por diferentes medios. Una de ellas, aparecía adjunta en un artículo que escribió mi hijo -arquitecto urbanista- sobre la ubicación del Museo del Carnaval, sugiriendo el espacio de la Plaza de Conquistadores (que llevaba años ocupando un horroroso aparcamiento). El artículo con el título “UN CENTRO-MUSEO PARA CARNAVAL DE BADAJOZ” (publicado en HOY, 22 de febrero de 2005 y otros medios) exponía una lista colmada de ideas para el uso activo del espacio solicitado.

Era una sugerencia que hasta a la FALCAP le pareció bien, pero fue rechazada tajantemente por la concejala, que imponía de forma prepotente “La Poterna”, lugar donde se puso. Y que ha resultado un fracaso más del Ayuntamiento. Fracaso que han lamentado muchos carnavaleros y expertos (como el profesor/antropólogo Javier Marcos Arévalo, una autoridad en el conocimiento de carnavales y otras fiestas populares), que lo han calificado como un “Museo muerto” por carecer de actividades y visitas.

Hasta 2012 estuve escribiendo artículos -en los que seguía aportando ideas- y críticas de cada edición. Una de las últimas se refería a los espectáculos preliminares y las galas de finalistas de los concursos de murgas, que resultaban muy desbarajustados y aburridos. Proponía varías soluciones innovadoras, entre ellas la inclusión de un espectáculo “teatral-carnavalesco” para los intervalos en los que deliberaba el jurado (que duraban más de una hora), planteado como una función paródica y festiva de humor y de crítica político/social -de inspiración en las historietas de los cuartetos gaditanos y en la murga uruguaya- con personajes y línea argumental, pero con más juego dramático del principio al fin. Esa función novedosa sería montada por agrupaciones murgueras y compañías de teatro. Todo era posible en Badajoz donde se ha visto la capacidad de algunas murgas, cuyas actuaciones constituyen una especie de prototeatro, con muchos recursos de expresión oral y corporal. Y por el potencial que tiene la ciudad de grupos teatrales, con más calidad que los de Cádiz. Además, como el Carnaval es una respuesta en risa-transgresora, contestataria, desmitificadora de unas acciones y actitudes de la clase dominante, la temática principal del espectáculo acontecería alrededor de un personaje de la vida pública (alcalde, concejal, gobernador, consejero, presidente de la Junta, etc.), al que murgueros y actores parodiarían con la crítica incisiva, “desnudándolo” por sus incompetentes actuaciones del año, hasta dejarlo con una hoja de parra, indumentaria que también serviría para entregarla al personaje en la gala, como “trofeo” (“UNA HOJA DE PARRA PARA CELDRÁN”, el Periódico Extremadura, 20 de febrero de 2009).

El alcalde pacense, Francisco Javier Fragoso, presentando el Carnaval en FITUR.
El alcalde pacense, Francisco Javier Fragoso, presentando el Carnaval en FITUR.

“VADAHÓ BA VIEN, SEÑORES”

No me hicieron casi nunca caso, pues para Celdrán todo era “¡VADAHÓ BA VIEN!, SEÑORES”, según dije en un artículo que le dediqué con ese título (El Periódico Extremadura, 18 de abril de 2000), inspirado en la frase “España va bien…garrula”, que decía Paco Umbral a Pedro Ruiz en “La noche abierta” de TVE2.

No volví a escribir sobre el Carnaval, porque creí que ya había cuestionado suficiente su declive en aquella década y lamentaba que lo ocurrido con la fiesta no era otra cosa que la visión grotesca de la realidad del ocio y la cultura pacense, que suponen, por una parte la larga agonía de una ilusión, y por otra, el bochorno de ver casi siempre los móviles políticos a distancia sideral de la gente, y la resignación ciudadana, que son síntomas de muerte de algunas fiestas populares que podían haber sido trascendentes. Y porque para los creadores supone el cansancio de que las cosas no funcionen.

Es el cáncer de un Badajoz sordo y obtuso, que subestima las posibilidades de desarrollar iniciativas con personalidad propia y expansiva, que siempre terminan por caminos de enajenamiento y distancia, de una conciencia de desentendimiento que se manifiesta corrosivamente contra esos mínimos de solidaridad que definen el alma de una ciudad y de sus vecinos.

J. M. Villafaina y Lydia C. Salsedo, disfrazados en Jaipur (India) en una fiesta de Nochevieja en el hotel.
J. M. Villafaina y Lydia C. Salsedo, disfrazados en Jaipur (India) en una fiesta de Nochevieja en el hotel.

En 2011 fue el último año que me disfracé en Badajoz. Recuerdo aquel pregón, algo soso, que hizo la cantante Soraya Arnelas, junto al alcalde Celdrán y comparsa municipal del PP, vestidos de graduados en paro con destino a Alemania, aunque por las calles me pareció que algunas murgas los vieron y les cantaron como si fueran de “palomos cojos”. Y aunque no lo pasé mal, la fiesta volvió a decepcionarme. Eché de menos a mucha gente ingeniosa de aquel Carnaval de antaño, que sabía asumir los roles artísticos de la función carnavalesca. Gente de la que supe que ya no salía y que aprovechaba esos días de la fiesta para ir al campo o la playa, según me contaban.

Los actos me parecieron más de lo mismo y cada vez peor. El carnaval en la calle ese año lo vi como un botellón impresentable. Lo poco que pude apreciar fueron las actuaciones de “Ad Libitum”, la veterana murga que seguía destacando en los tabladillos de la calle y en los bares, retirada de los concursos de murgas por mantener su personalidad propia y la misma fuerza expresiva de sus voces y humor crítico. Y también, una de las murgas nuevas de esa década, la de “Los Niños”, por su excelente puesta en escena, donde se apreciaba toda una función lúdica del lenguaje teatral/carnavalero, jaleándose con el arte de su expresión corporal, la armonía de su música, las compenetradas voces, la gracia y la sal cachonda de esta tierra.

También me había impactado “Dakipacasa”, por su singular puesta escenográfica. Y en las comparsas, además de la personalidad de “Vendaval” (que también se había salido de la FALCAP y seguía animando en la calle), también pude apreciar la competitividad de algunas agrupaciones venidas de los pueblos, como “Las monjas” (Torremejía), con sus bellos trajes de fantasía africana y excelente coreografía.

Comparsa "Las Monjas", en un desfile de calle.
Comparsa «Las Monjas», en un desfile de calle.

OTROS LUGARES

Pero aunque este Carnaval de Badajoz ya no me guste, no he perdido el entusiasmo por la fiesta. Estos últimos años he viajado por otros lugares donde también hay carnavales, en los que ocasionalmente he estado envuelto participando con algunas de mis ocurrencias. Además de Verona y Venecia, estuve en EE. UU., en Florida y Puerto Rico. En Miami conocí las fiestas carnavalescas de la comunidad hispana, en el distrito La Pequeña Habana. También, en otro año que volé a las islas Hawái, frecuenté esas fiestas ancestrales fantásticas, que han inspirado a carnavales de todo el mundo. Con ello, he tratado de recuperar los viajes de expansión cultural que en mi juventud hacía por Europa y Latinoamérica.

Por último, tengo que decir que aunque últimamente no he estado en Badajoz en las fechas de Carnaval, he seguido informándome de cómo ha funcionado la fiesta en esos años de mi ausencia. Parece, que en este último lustro, de gobierno en la alcaldía de Francisco Javier Fragoso, político del PP -con más formación académica y sensibilidad que el alcalde anterior, al que sustituyó en 2013-, el Carnaval no ha variado en la forma que se lo habían dejado, pero sí ha mejorado en algunos aspectos, como la apertura de nuevos espacios que puedan acoger gente con esa idea de participación distinta a la de los jóvenes del botellón, y en la rigurosa limpieza -desde bien temprano- de la mierda que dejan estos con sus locas borracheras y meadas masivas.

Por parte de las comparsas, se ha apreciado una ligera evolución en la participación (mayor número de integrantes), música (con más variedad de los instrumentos) y espectaculares coreografías. Asimismo, en los artefactos, que han incorporado la música carnavalera y por donde pasan contribuyen a producir animados bailes callejeros.

Las murgas se han nutrido de llamativos grupos femeninos de diversa calidad. Y como novedad, en las calles han aparecido -desde el 2015- una variedad interesante de cuartetos de chirigotas (inspirados en el estilo gaditano y uruguayo, pero con modificaciones), con actuaciones teatrales/musicales triunfantes. He visto algunos videos de montajes fenomenales del grupo “Los Ilustres Ignorados” (si bien, en cada edición esta chirigota se ha presentado con nombre diferente), formado por David Carbonell, Javier González, Pablo Rodríguez, Pedro Wichards, Aarón Vázquez y Francis Lucas (un excelente actor cómico), casi todos jóvenes procedentes de las mejores murgas.

Pero al Carnaval de Badajoz actual le falta bastante que recorrer para recuperar y superar la personalidad y el prestigio que tuvo en el período de los años 80 y primer lustro de los 90 del siglo pasado.

(José Manuel Villafaina Muñoz es licenciado en Arte Dramático, actor, director, autor, profesor y crítico teatral, con una trayectoria profesional de más de 50 años).

SOBRE EL AUTOR

José Manuel Villafaina, un profesional integral del teatro, nuevo colaborador de PROPRONews

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