viernes, 29 marzo, 2024
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Ahora que las ideologías han muerto

“Ahora sueño”, me escribió hace aún pocos años mi buen amigo Ceferino López, “ahora que las ideologías han muerto”. Pero Cefe siempre ha soñado. Habrá de ser una de las escasas y privilegiadas personas que, al despertar, lo recuerdan todo. De las que cada mañana ponen al día su imaginación. Porque Cefe es uno de esos arquetipos en los que la creatividad se recompone, como un rompecabezas, cuando concluye cada madrugada. Justo en ese momento de minuciosidad imaginativa en la que él procede a sumergirse en el arte en compañía del alba.

Gregorio González Perlado
Gregorio González Perlado

Cuenta la costumbre que el ser humano se acomoda con el decurso de los años sobre su cerebro, se refugia en sus nimias virtudes con chistera y en la impericia de sus rutinas, en sus carencias cotidianas. Cuenta la costumbre (y sostiene Pereira) que hay seres humanos que envejecen arrebujados en el conformismo de estar, en la insoportable levedad de estar, sin saber lo que han sido, sin comprender lo que podrían ser todavía. Que hay seres humanos que nacen, crecen y hacia la mitad de su vida desaparecen. Habitantes del descomunal valle de los acomodados a su suerte, se ocultan en medio del rebaño. Y ya no sueñan. Porque no quieren soñar, porque su abúlica madurez les informa, como al joven Léolo, que la vuelta del campo de los sueños podría ser brutal al entrar en el país de los cotidiano.

Pero Ceferino López (El habitante de una ‘Mérida incierta’), como usted podrá comprender, es un hombre extravagante; es decir, un ser original, diferenciado del común de los mortales con el que usted y usted y yo nos vemos compelidos a tropezar por la mañana. Ahora sueña. Inmerso en la edad del júbilo, sueña. No desaparece. Resurge en cada alborada con su propia mismidad para emprender cuanto su cerebro ha imaginado por la noche. Y el sueño de su razón no produce monstruos, sino hermosos proyectos artísticos que él acostumbra a dar a conocer a sus amigos con sutileza, como si se los mostrase envueltos en papel de celofán.


Ceferino López es un hombre extravagante; es decir, un ser original, diferenciado del común de los mortales que usted y usted ven cada la mañana.


Usted, que probablemente bogó hace unos años por sus peculiares y excepcionales proyectos Círculo Vicioso y Chucherías de Arte, habrá de navegar ahora por su más reciente acierto, www.papelsensible.com, tan ingenioso como él, tan imaginativo en su modo de difundir lo que ha sido y es su vida de artista: la fotografía, su hacedora para lograr la máxima expresión comunicativa.

DE CREDOS Y DOCTRINAS

Ceferino supone -y así lo transmite- que ahora ha de soñar porque ahora las ideologías han muerto. Ambas cosas son ciertas: sus sueños y la fuga de las ideologías hacia un limbo en el que habite lo sublime, estrictamente eso. Porque los credos y las doctrinas humanas apenas cuentan ya. Las ideologías políticas se embarullaron entre ellas hace ya muchas lunas, de tal suerte que hoy es empresa complicada distinguirlas, saber de la derecha, definir a la izquierda, desigualar los signos externos de quienes las ostentan, en el significado académico del término. La exclusiva ideología que nos conduce es la de la clase dominante, esa a la que se refirió Carlos Marx al expresar que “las ideas de la clase dominante son las ideas dominantes”. Y aún más: La clase dominante dispone de los medios de producción material, pero también del control de los bienes inmateriales, de la producción de la cultura, por lo que las ideas que en una sociedad triunfen serán las que la clase dominante quiera que dominen.


Ceferino supone que ahora ha de soñar porque las ideologías han muerto. Ambas cosas son ciertas: sus sueños y la fuga de las ideologías hacia el limbo de lo sublime.


Esto es grave, aunque ni siquiera resulte importante para la inmensa mayoría. Ésa que no lee, o si lo hace, habrán de ser unas páginas inducidas por el ladino influjo del márketing publicitario. Esa mayoría que no conoce o no comprende una obra de arte, ésa que nunca ha vagado por una pinacoteca. Ésa que se acostumbró a asistir en masa a un espectáculo si en el reparto constaran rostros populares, aquellos que el fast food impone y devora en poco tiempo. Ésa que, cada cuatro años, no acude a votar a una idea, ni siquiera a un plan, sólo a un nombre, en general popularizado por los mass media.

Las ideologías murieron hace tiempo, mi buen amigo Ceferino López. La lírica, también. La democracia que consumimos no es un conjunto de ideas y proyectos emanados del pueblo y para el pueblo. Ni aquí ni en nuestras antípodas. En el tiempo de Marx y en el presente. El erróneamente llamado mundo civilizado sobrevive parasitado por los virus y por la clase dominante (que siempre encuentra inmensas ganancias en las crisis de la Humanidad, incluida la actual).

“Todo lo que mueve a los hombres tiene que pasar necesariamente por sus cabezas”, escribió Friedrich Engels. Pero casi todo cuanto mueve a la ciclópea legión de humanos conformistas es ceniza al viento. Por eso, lo que aún hoy pasa cotidianamente por sus cabezas no es la ideología, sino la desaparición en el rebaño. Por la tuya no, mi buen amigo.

(Gregorio González Perlado es periodista y escritor).

SOBRE EL AUTOR

Gregorio González Perlado, un gran periodista y poeta, se incorpora al equipo

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