“La pela es la pela” decían los negociantes y ciudadanos catalanes antes de existir el euro y todavía podemos oír a mucha gente que lo dice en Cataluña. Es un dicho que ha quedado fijado en el imaginario popular catalán. Y ahí es donde más les duele a los líderes del llamado procés, que tienen hasta el lunes para hacer efectivos los avales, o pagar las fianzas o poner sus bienes a disposición, en garantía de la recuperación de la fortuna que presuntamente malversaron en hacer propaganda de su delirante aventura en terceros países. Si el Tribunal de Cuentas no admire el aval de la Generalitat, procederá al embargo de los bienes de los responsables, incluidas sus viviendas.
Barcelona.-
Gastaron millones de euros de todos los catalanes y de todos los españoles en la loca aventura de la independencia unilateral que está arruinando a Cataluña, y en su propaganda exterior. Ahora, el Tribunal de Cuentas ha fijado, de forma provisional, una fianza de 5,4 millones de euros que deben depositar los responsables, cada uno en cantidades diferentes, si no quieren ver embargados sus bienes y cuentas bancarias. Eso es lo que ocurrirá el próximo lunes, si el órgano citado no admite la pantomima de aval que ofrece la Generalitat a través de una de sus terminales financieras.
Es una anomalía que la entidad pública perjudicada, la Generalitat, avale el perjuicio padecido protegiendo a los mismos que la perjudicaron.
Previamente, los bancos se negaron a formalizar los avales que los encausados solicitaron y que el gobierno catalán trató de gestionar, lo que denota la fe que el sector financiero profesa al delirio separatista. La falta de garantías y lo oscuro del asunto determinó la negativa. Era lógico. Al final, y después de diversas maniobras, al ejecutivo que preside Pere Aragonés no le ha quedado otra que poner de nuevo a la institución al servicio de los condenados, cayendo en la increíble pirueta de que la misma institución perjudicada por el ingente desvío de fondos hacia fines ilegales, y acreedora por tanto de la presunta estafa, se ofrece para avalar a quienes deben rembolsarle los fondos “distraídos”.
Al frente de los secesionistas sobre los que pesa el aviso de embargo se encuentran sus tres cabezas más visibles, Artur Mas, Carles Puigdemont y Oriol Junqueras. En este caso, el huido Puigdemont no puede escaparse de la acción judicial, dado que solo ha podido llevarse fuera de España su propia persona, pero no los bienes que tiene en el país.
MANIOBRA DELIRANTE
La maniobra delirante de la Generalitat de ser ella la que avale finalmente a los responsables de aquellos hechos, ha suscitado toda clase de reacciones negativas no solo en el resto de España, sino también entre la propia sociedad catalana, que sigue siendo la gran perjudicada en lo económico y en lo moral, al ver que sus impuestos se destinan no a las necesidades que padece la región, sino a seguir financiando el capricho independentista, y al comprobar que esta burla llega a un extremo que sería cómico si no fuese trágico.
El Tribunal de Cuentas probablemente desestimará el aval de la Generalitat, por ir contra el interés público.
Gran parte de la sociedad catalana y la española observan con regocijo las maniobras fallidas de los líderes independentistas, a los que ninguna entidad bancaria ni financiera, incluidas las catalanas ha querido avalar, y algunos de los cuales han lloriqueado diciendo que España se ceba con ellos tratando de arrebatarles las casas donde viven sus hijos, como si las circunstancias familiares eximieran de las responsabilidades civil y penal de sus actos, y como si ellos no hubiesen intentado arrebatar a la sociedad catalana y a España esa región que es parte indisoluble de la nación.
Pasado mañana, pues, sabremos la decisión del Tribunal de Cuentas que, según algunas fuentes, probablemente será negativa, ante la anomalía que supone que la misma entidad pública perjudicada avale el perjuicio padecido protegiendo a los mismos que la perjudicaron. Porque no hay duda de que en las resoluciones de dicho tribunal debe primar el interés público. Caso contrario, no hay duda de que diversas formaciones políticas y sociales recurrirán ante los tribunales dicho aval, sin contar que los políticos y los funcionarios que gestionen y firmen dicha anomalía corren el evidente peligro de ser encausados también por presuntas prevaricación y malversación.
Entretanto, los líderes independentistas afectados viven con incertidumbre y miedo este último fin de semana antes de saber si a partir del lunes serán embargados -lo más probable- o no. En todo caso, su responsabilidad económica es un aviso de que estas aventuras suicidas nunca salen gratis. Y como por aquí se sigue diciendo todavía, todo eso de la independencia está muy bien, vale, pero “la pela es la pela”, y ese es el punto donde más se duele un separatista.
(Joan Picardet es periodista y analista político).
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