viernes, 26 abril, 2024
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2-8, la gran metáfora del fracaso separatista

Alemania se ha reunificado dos veces en menos de dos siglos con gran éxito y en España algunos buscan una desunión que solo conduce al desastre

El desastre, no solo deportivo, sino también social y político del F.C. Barcelona, un club que hace tiempo olvidó su función de entidad deportiva, vehículo cultural y aglutinante colectivo para convertirse en agente del separatismo, es la expresión del desastre que viven Barcelona y Cataluña toda, como consecuencia de la deriva irracional, supremacista y antidemocrática del independentismo. La derrota por aplastamiento ante un equipo alemán precisamente, es la mejor metáfora de lo que consigue un país unido y uno que tiende a la desunión.

Barcelona.-

El 2-8 padecido el otro día en Lisboa por el Barça, es la expresión del fracaso de cierta corriente de un sector de la sociedad catalana no mayoritario en votos ni mucho menos, que pretende -como otras fuerzas separatistas de otras regiones españolas- la centrifugación y partición de un país como España, con más de quinientos años de existencia, y que ha demostrado hasta hoy su capacidad para resistir todo afán autodemolicionista de una parte de él. Los dos pobres goles marcados por el Barça, un equipo catalán, es decir, español, pero que quiere dejar de ser español, frente a los ocho goles del Bayern Munich, un equipo alemán que no solo quiere seguir siendo alemán sino que además está muy orgulloso de serlo, marcan la diferencia entre dos modelos políticos y deportivos.


Otto von Bismarck reunificó en el siglo XIX los 39 estados alemanes, poniendo las bases de la Alemania actual.


Durante los últimos años, el Barça ha tomado la dirección suicida del separatismo, es decir, el de la gestión supremacista ajena a los intereses de la sociedad, y hoy es un club casi arruinado, comido por las deudas, fracasado en lo deportivo y desnortado en la gestión de sus dirigentes, empezando por ese Bartomeu que parece un híbrido entre Jordi Pujol, Quim Torra y Carlos Puigdemont. A la inversa, la dirigencia catalana independentista ha convertido a la Generalitat de Cataluña y al resto de sus instituciones en un fracaso de visión, de gestión y de resultados. Barça y Generalitat son las dos caras de la misma moneda separatista fracasada, una en lo presuntamente deportivo y la otra en lo presuntamente político, porque ninguno de los dos cumple los fines que le son propios y para los que la ciudadanía les otorgó la confianza.


En 1990, Alemania volvió a reunificarse, uniendo las dos partes que había separado la guerra.


DE FRACASO EN FRACASO

Frente a otros equipos españoles -el Real Madrid ha ganado al menos la Liga y la Copa y el Sevilla puede volver a ganar en la Liga Europa- el Barça va de fracaso en fracaso. Lo mismo que Cataluña y Barcelona (la ciudad con más delincuencia, porcentaje de ocupación de viviendas y desmadres varios, incluyendo el coronavirus, de España), que han cedido a Madrid el testigo de región y capital más dinámicas económicamente. El resultado paralelo del Barça y de la Generalitat es el de una hecatombe en toda regla que ha convertido en víctimas de su mala gestión a socios y ciudadanos. De ser un club y una región admirados y respetados internacionalmente, han pasado a convertirse en el hazmerreír del deporte y de la política mundial, granjeando para la región un desprestigio que Cataluña no se merece.

Angela Merkel, la expresión de la buena política en un país orgulloso de sí mismo. RTVE
Angela Merkel, la expresión de la buena política en un país orgulloso de sí mismo. RTVE

Frente a ese panorama desolador, brillan un club, el Bayern Munich, y el país al que este pertenece, Alemania, que han vuelto a dar una lección sobre lo que un país moderno, unido y atento a lo esencial puede conseguir en todos los terrenos. Contra lo que un sector minoritario de catalanes quiere, la separación de España, Alemania, que históricamente era un país mucho más atomizado que el nuestro, con 39 estados independientes nada menos hasta no llega a dos siglos, ha realizado recientemente no una sido dos reunificaciones. En la segunda mitad del siglo XIX, Otto von Bismarck reunificó esos 39 estados en el Estado-nación que hoy es Alemania, que resultó trágicamente partida y separada como consecuencia de la II Guerra Mundial, pero que en 1990 volvió a reunificarse, terminando de convertirse en la potencia integral que es hoy, incluido el deporte. Toda una lección para los Bartomeu, los Torra, los Puigdemont, los Junqueras y compañeros martirizadores, cuya comparación con la líder alemana Angela Merkel los sitúa en la más absoluta insignificancia. El 2-8 de Lisboa es, en lo deportivo, la expresión de lo que en la política y en la vida se consigue con un proceder y con otro.

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