No es fácil, en el muy nutrido mundo de la poesía contemporánea, habitado por incontables “creadores” de medio pelo y por vacas sagradas que hace tiempo dejaron de crear nada estimable, toparse con un libro que te deslumbre desde el primer verso y que, a medida que avanzas por él como a través de un bosque repleto de evidencias y misterios, de silencios y de músicas, de penumbras y de luces, vayas sintiendo en el alma y en la piel el escalofrío radiante de la belleza y el sobrecogimiento del arcano más profundo, hecho brillar por el poeta sin quebrantar su encanto. “Ahora”, el nuevo libro de José Antonio Zambrano, consigue todo eso y, además, por la hondura y el desapego de su transparente humanidad, se convierte en un poderoso instrumento de vida, en una herramienta que ayuda a vivir.
Para saber que acaso
el tiempo sea la vida,
miro, busco y advierto
que este país de asombros
es una vasta selva,
donde cualquier lugar
está en los labios
y no besar es confundir su historia.
Así termina el primer poema de “Ahora”, abriendo un horizonte que lo promete todo desde la más absoluta sobriedad, con la mesura y la belleza de la Xie Yi, la milenaria acuarela china de la mínima y exacta pincelada.
Con unos materiales de enorme economía lingüística solo un maestro puede lograr la máxima expresividad; una maestría que lo es más si esos materiales no pertenecen a la falsa minería de la sofisticación ininteligible de ciertas “vanguardias”, sino al acervo de un creador que viene del pueblo, que incorpora el decir del pueblo, que además se atreve a hablar de sí mismo -¿cabe mayor universo poético que el verdadero interior de un hombre?- y que por eso habla de y por todos nosotros, y, sin pretenderlo, se hace voz de la humanidad entera y de la belleza que esa humanidad es capaz de ver, de imaginar, de crear y de sentir.
Cuando en junio llegó a mis manos “Ahora”, tras leerlo de corrido por primera vez con la voracidad de un hambriento que encuentra, además, un manjar, decidí colocarlo en mi mesita de noche para volver a él una y otra vez, como vuelvo al agua que bebo o al agua en la que me baño en mi paraíso gaditano. Mis noches son casi siempre luminosas porque suelen alumbrarse de libros, de placidez, de amor y de conciencia, pero he de confesar que “Ahora” proporcionó una luz nueva a ese repertorio de resplandores que me acompañan antes de dormir y que hacen felices después la oscuridad y el descanso. Y he tenido que esperar a hoy, cinco meses más tarde, para poder hablar de este libro con la mayor objetividad posible, cuando el deslumbramiento inicial se ha confirmado plenamente en la relectura, cuando la llama de esta obra maestra sigue ardiendo como una lámpara inagotable, y cuando su luz ha prendido en mí y se me ha quedado ya dentro. Es tan contagiosa la lectura de “Ahora”, tan vívida la experiencia espiritual y artística que desencadena, que por su causa (gracias, José Antonio) he vuelto yo a escribir poesía después de muchos años sin hacerlo, lo que quiere decir que este libro, además, tiene la utilidad de hacernos renacer. Al hombre y al artista.
La máxima sencillez para el máximo resultado estético; la más rotunda vibración dentro de un silencio administrado con la perfección de unos versos que lo engrandecen cuando cesan; la orfebrería natural de un creador que, sin artificios impostados ni trampas melodramáticas, construye el delicado universo de su arte de forma tan asombrosamente elemental como una gota de agua resume el océano todo. Así es “Ahora”. La grandeza de la verdad despojada de toda afectación y plasmada por una voz definitiva, como cuando dice:
El peso de un poema
tiene el tamaño exacto de una obstinación.
La que provocan las palabras
cuando se abren al mundo.
No voy a hacer yo la crítica literaria de “Ahora” (más adelante encontrará el lector el mejor análisis de su prologuista, el profesor Luciano Feria). Únicamente estoy contando la impresión que este libro ha causado en mí y adelantando la que creo que causará en quienes accedan a él desde la sensibilidad. Tengo, además de haber leído todos los libros de Zambrano y ser admirado espectador de su ascensión hasta esta nueva cumbre de su obra, la suerte de conocerle desde hace muchos años y de ser su amigo. Es decir, de él conozco la doble faceta del poeta y del hombre. Y he de confesar que, a diferencia de otros grandes creadores que fueron unas malas personas -recuérdese el caso de Neruda, por ejemplo-, existe una inmensa coherencia entre el Zambrano hombre y el Zambrano poeta y eso dota a su obra de un plus extraordinario, porque esa grandeza y esa belleza que destilan sus versos no son fruto de una elucubración afortunada sino de una coherente experiencia de vida.
Zambrano ha sido siempre un gran trabajador del sector privado y del público y ha dedicado muchos años a ganar -junto a su incansable Isabel- el pan de su casa. Paralelamente a esta labor nutricia, ha sido sobre todo capaz de levantar una obra poética como la que aquí comento, hasta la cima de obra maestra de “Ahora”. Y hoy que tiene bien ganado el merecido descanso en lo laboral y dispone de todo el tiempo del mundo para la creación, Zambrano sigue trabajando incansable y tranquilo en su obra, con la dedicación, el cuidado y la calma de un navegante solitario. Precisamente cuando se jubiló celebré con una columna de prensa (Todo Zambrano) la alegría de saberle rescatado de ciertas prosaicas obligaciones, de modo que no tuviese ya que distraer de la poesía su tiempo. Y, como se ve en “Ahora”, el resultado no puede ser más brillante.
El poeta-navegante está también expuesto al embate de los malos vientos que hoy azotan este país y, sin dejar de hacer poesía siendo tan difícil hablar de ciertas cosas y no caer en lo panfletario, Zambrano se atreve a encarar esta realidad sin que sus palabras pierdan un átomo de belleza:
Imaginemos
ese sueño de España
de querer ser feliz.
De hacer de las riberas de los ríos
su clara vocación
y de pensar que la Historia aprendida
no traiciona a ningún cielo azul.
“Ahora” marca un hito en la poesía actual en lengua castellana. Estamos ante una obra maestra de un gran poeta y de un gran hombre. Háganse un favor los que de ustedes amen la poesía y crean que la vida merece la pena, y compren este libro. Seguro que me agradecerán el consejo.
“AHORA” EN LA POESÍA DE JOSÉ ANTONIO ZAMBRANO
Por Luciano Feria
Existe en la poesía de José Antonio Zambrano un dinamismo intrínseco y fascinante que transforma cada una de sus entregas en una aportación conceptual y emocional diferente a todas las anteriores, un libro nuevo en definitiva, por mucho que encontremos en él sus grandes preocupaciones de siempre (el dolor por la caducidad inexorable de la vida, la imposibilidad de descifrar su misterio, el padecimiento inherente a la búsqueda de la palabra exacta, la llamada de la memoria) y la belleza rigurosa y explosiva de una palabra en el límite de toda inmersión estética. Y creo que la raíz de tal dinamismo procede del carácter dialéctico de su poesía.
La tesis es clara. La podríamos denominar dimensión luminosa o esperanzadora del poema, y algunas de sus justificaciones fundamentales son el restablecimiento de lo vivido, la canción de la naturaleza en plenitud y de las experiencias gozosas de la vida, la inminencia de la revelación o de la verdad y la felicidad de los hallazgos verbales. La antítesis (los abismos de la negación de esa misma poesía) la constituyen, en cambio, el constante sufrimiento de su ejercicio, el esfuerzo baldío ante la impasibilidad final de la nada y la renuncia a las vivencias espontáneas de la calle, la poesía, en fin, como derrota última en manos del tiempo y de la muerte. La síntesis (lo único que podía liberar de un conflicto así de angustioso al poeta) es su infatigable búsqueda del espíritu, presente en su palabra por la penetración en lo oculto o esencia de las cosas gracias al desalojo de la mera anécdota no universalizable y, por otro lado, en un lenguaje que alcanza con los años la transparencia como desenlace de las tensiones gramaticales precedentes (sintaxis barroquizante, emparejamientos inauditos: “corteza de los hielos”, “óxido del junco”, por ejemplo). Dicho de otra manera: la trayectoria de José Antonio Zambrano se ha ido configurando como una alianza expresiva entre la claridad y la hondura que favorece la comparecencia del espíritu.
Hasta tal punto el constituyente dialéctico de una escritura así me parece perceptible que, considerando la dinámica de su naturaleza como un movimiento que por ello mismo acontece tanto en cada una de las partes como en general en el todo (poemas, libros y etapas), podrían dibujarse a grandes rasgos tres épocas relacionadas con cada uno de sus principios: la primera etapa, la tesis, podría situarse entre 1980 y 1987, cuando en los primeros libros de José Antonio Zambrano predomina el entusiasmo por el descubrimiento de la poesía, traducido en una suerte de homenaje a una tradición literaria que se acoge esperanzada y amorosamente: canciones populares, sonetos, léxico culto enraizado en los grandes maestros de la palabra, ensayos de estilo. Es el periodo de poemarios como Canciones y otros recuerdos (1980), Sonetos (1982), o Pavana para una voz y musas (1985). Entre 1987 y 1995 el poeta, ya sujeto absoluto de una pugna encarnizada con la antítesis, se sumerge de lleno en el misterio apasionante de otra intuida verdad asumible, la poesía no solo como naufragio y sufrimiento, utopía (“¿Qué palabra diré? ¿Cómo nombrarlo?”, canta en Como una presunción), y da a la luz textos espléndidos como El rostro conocido (1987), Como una presunción (1994) y Diario de los sitios (1995). Por fin, en 1999, con La mitad del sueño, la síntesis como superación de los antagónicos va adueñándose lenta y pacientemente del organismo del escritor hasta el alumbramiento de los extraordinarios Apócrifos de marzo (2009) y Lo que dejó la lluvia (2014). La publicación de Ahora (2019) supone, además, un auténtico hito en esa escalada poética de fervor hacia la sabiduría.
Si escribir no ha sido un oficio cualquiera para José Antonio Zambrano, sino una puerta a lo sagrado de la naturaleza, y abrirla por tanto con la memoria forzosamente habría de implicar alguna forma de sacrificio o tributo (“Y descuidé, otra vez,/ el color de los parques/ ocupado en pensar/ si la pasión es el mejor destino.”), a nuestro poeta, ahora, llegado a este extremo de su singladura, no le quedaba más remedio que reflexionar sobre el compromiso de hacer compatibles vida presente y escribir poesía, intentando con todas sus fuerzas la conciliación de los vectores. Vivir lo conmina a la risa y a la escapada espontánea de la nostalgia; la escritura, a no olvidar el nombre de la risa (“Diario de las cosas”). Los dos reclamos se yerguen como obligatorios; las dos llamadas las escucha como necesarias. Puesto que la renuncia a una de las dos le resulta imposible, se impone un imperativo de convivencia que solucione el problema, consiguiendo una escritura hondísima que le permita paradójicamente (le resta una gran energía vital) extraer el jugo máximo a lo que le queda por vivir. Vivir simplemente, como dijo Pessoa. Y esa es la hazaña que José Antonio Zambrano consuma en Ahora.
Escribir es remover las ascuas del pasado y refugiarse en ellas por debajo del polvo de la intemperie. Escribir es recrear la luz desde el polvo de las cenizas: “Aún arde esa calor/ refugiada en lo íntimo”, canta el poeta en “Bajar a la tierra”. Pero asimismo —continúa— escribir es no olvidarse “ahora/ de vivir el presente día a día”. Solo desde un amor apasionado a la vida, solo desde la búsqueda fiel del encuentro con el espíritu, solo desde la alianza de los antagónicos en la voz, resulta posible verificar una experiencia así de humilde y trascendente.
JOSÉ ANTONIO ZAMBRANO, POETA
Natural de Fuente del Maestre (1946), vive desde 1970 en Almendralejo. Hizo estudios universitarios de Psicología, Magisterio y Arte y Decoración. Laboralmente, ha estado vinculado como administrativo a empresas privadas y, en los últimos años, a instituciones como la Fundación Academia Europea de Yuste. Ha participado también como profesor en el programa de talleres literarios de la Asociación de Escritores Extremeños y en la Universidad de Mayores de Extremadura.
PREMIOS
Premio Ciudad de Badajoz 1989 por el libro La noche de los lirios.
Premio Constitución en 1993 por Como una presunción.
En 2010 fue reconocido con el Premio Extremadura a la Creación por el libro Apócrifos de Marzo.
BIBLIOGRAFÍA
Canciones y otros recuerdos. 1980, “Universitas Editorial”.
Sonetos. 1983, Consejería de Cultura de la Junta de Extremadura (col. 6 de diciembre).
El libro de las murmuraciones. 1984, finalista de la VII Bienal de Poesía Ciudad de León, 1984, Diputación Provincial de León (Col. Provincia, LXXIV).
Poemas de la espera y el canto. 1984, Departamento de Publicaciones de la Diputación Provincial de Badajoz (Col. Alcazaba, 1).
Pavana para una voz y musas. 1985, finalista Premio Constitución de Poesía, Consejería de Educación y Cultura de la Junta de Extremadura, Editora Regional de Extremadura (Col. «Poesía», 6).
Coplas de la bella Edinda. 1987, nº 3 de la colección Cuadernos Poéticos Kylix.
El rostro conocido. 1987, Guadaira, Editoriales Andaluzas Unidas.
La noche de los lirios. 1989, XII Premio de Poesía Ciudad de Badajoz. Colección Alcazaba, Departamento de Publicaciones de la Diputación Provincial de Badajoz.
Como una presunción. 1994, XI Premio Constitución de Poesía 1993, Editora Regional de Extremadura (Col. «Poesía», 19).
Diario de los sitios. 1995, Badajoz, Del Oeste Ediciones (Los Libros del Oeste, Poesía).
La mitad del sueño. 1999, Editora Regional de Extremadura.
Después de la noche, Madrid. 2000, Calambur Editorial (Poesía, 19).
Poesía (1980-2000). 2000, Mérida, De la luna libros.
Amor mío, la vida. 2003, Institución Cultural El Brocense, Diputación Provincial de Cáceres (Col. AbeZetario, V).
Las orillas del agua. 2003, Palma de Mallorca, Calima Ediciones.
Soleares. A cantar las doce. 2004, Mérida, De la luna libros (Col. Lunares, 5).
Treinta minutos de libertad. 2006, Madrid, Calambur Editorial (Poesía, 65).
Apócrifos de marzo. 2009, Madrid, Calambur Editorial (Poesía, 102).
Tonás de los espejos. 2013, Mérida, De la luna libros (Col. Luna de poniente, K).
Lo que dejó la lluvia. 2014, Madrid, Calambur Editorial (Poesía, 141).
Ahora. 2019, Valencia, Pre-Textos (Col. La Cruz del Sur).
EL LIBRO Y DÓNDE COMPRARLO
José Antonio Zambrano
Prólogo de Luciano Feria
Editorial PRE-TEXTOS, 2019
71 páginas. Precio 14,25€
https://www.casadellibro.com/libro-ahora/9788417830175/9664990
https://www.fnac.es/a6780090/Jose-Antonio-Zambrano-Ahora
https://www.libelista.com/products/724833-ahora.html
(José Mª Pagador es periodista y escritor, y fundador y director de PROPRONews. Sus últimos libros publicados son 74 sonetos (poesía, Fundación Academia Europea de Yuste), Los pecados increíbles (novela, De la Luna Libros), Susana y los hombres (relatos, Editora Regional de Extremadura) y El Viaje del Tiburón (novela, Caligrama Penguin Random House).
SOBRE EL AUTOR
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