jueves, 25 abril, 2024
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El “Amargo” del Teatro Español de Madrid, un éxito frustrado por el coronavirus

La suspensión del espectáculo dirigido por Francisco Suárez simboliza la grave crisis de la industria cultural española a causa del confinamiento

Es uno de los muchos daños colaterales del coronavirus. El cierre de los teatros municipales de Madrid, decretado por el Ayuntamiento de la capital, puso punto y final en cinco días al éxito de “El diálogo del Amargo”, el espectáculo coescrito y dirigido por Francisco Suárez, que venía llenando el Teatro Español y recibiendo entusiastas ovaciones desde su estreno el día 5 de marzo. Cuatro días después, el 9 de marzo, fue la última función, a pesar de tener casi todo el aforo vendido para los siguientes días. El coronavirus atropelló a esta compañía, como al resto de empresas teatrales y recintos escénicos del país. El estado de ánimo desolado del director y de todo el equipo de “Amargo” es signo elocuente de la generalizada preocupación de un sector esencial para la cultura del país. Pero el mensaje contra el odio y en favor de la tolerancia de Amargo, permanece. Hay que confiar en recuperar pronto una actividad tan importante para la inteligencia y el alma de nuestro país.

Madrid.-

El Ayuntamiento de Madrid se anticipó cuatro días al estado de alarma decretado por el Gobierno de la nación el 14 de abril, y ya el día 10 ordenó el cierre de los teatros municipales, los centros culturales, los polideportivos, las bibliotecas y otros centros de titularidad municipal. Uno de los recintos afectados por el cierre es el Teatro Español, un bello espacio concebido para las artes escénicas cuyo origen se remonta al siglo XVI y que a lo largo de su historia ha sufrido diversas interrupciones en su actividad, como consecuencia de obras, reformas, guerras e incendios. Y ahora, cosa que no habría ocurrido nunca antes, por la epidemia del coronavirus.


El mantenimiento, mientras fue posible, de este espectáculo crítico con los vencedores de la Guerra Civil y con el franquismo en este importante teatro municipal madrileño, dice mucho del talante democrático del actual alcalde de Madrid.


En el momento del decreto municipal de cierre, en el Español se representaba “Diálogo de Amargo”, sobre texto de Federico García Lorca, en versión de Manuel Tirado y Francisco Suárez, bajo la dirección de este último. El espectáculo estaba programado del 5 al 29 de marzo. Nosotros tuvimos el privilegio de asistir al estreno el día 5, en una función reservada para el sector, la gente del teatro y del cine, la crítica y la prensa. El teatro se llenó ese día, como sucedió los siguientes hasta el aciago 10 del cierre. La representación fue un éxito completo, con el público puesto en pie al final, aplaudiendo durante más de tres minutos al elenco, al equipo técnico y, por supuesto, al director, Francisco Suárez.

Francisco Suárez, aplaudido director y coautor de la versión. CEFERINO LÓPEZ
Francisco Suárez, aplaudido director y coautor de la versión. CEFERINO LÓPEZ

Aquellos, los que precedieron al cierre, eran días de cierta preocupación, pero lejos de temer una catástrofe como la que se avecinaba, cuyo saldo peor, pese a la gravedad de la situación generada en la cultura y en todos los sectores creativos y productivos de España, no ha sido la paralización casi total de las actividades de nuestro país, como en otros, sino la enorme cifra de muertos registrados en estos pocos meses. El dolor dramático del Amargo de Suárez, víctima de la intransigencia de un franquismo triunfante en plena Guerra Civil y en los años siguientes, se convertía también en símbolo del dolor de tantos muertos por la epidemia actual, de tantos fallecidos que murieron solos, sin la posibilidad de un último consuelo familiar, y de tantos allegados que ni siquiera pudieron no ya despedirse, sino estar presentes en el entierro de sus seres queridos.

Amargo es un canto al dolor humano, a todo el dolor, representado en este caso en la represión inmisericorde de un régimen que perseguía a las personas por su condición étnica, ideológica o sexual y que, junto con la Alemania nazi, la Italia fascista y la Rusia estalinista -entre otros-, llegó a ser uno de los totalitarismos más despiadados del siglo XX.


Con la materia prima de los versos de Lorca, el poeta que padeció en sus carnes el dolor que proféticamente había cantado, Francisco Suárez montó un espectáculo de gran altura escénica, dramática y estética.


Con la materia prima de los versos de Federico García Lorca, el gran poeta que padeció en sus carnes y en su vida el dolor que proféticamente había cantado, Francisco Suárez montó un espectáculo de gran altura escénica, dramática y estética. Esa materia prima única la transformó tres veces el director, como el orfebre puede sacar del mismo oro tres joyas diferentes. Y aplicándola a los tres grados de la tortura humana a manos de los regímenes opresores, la elevó a tres planos de gran hondura emocional. Porque Amargo, el protagonista, es perseguido por el ejército franquista y por las fuerzas de seguridad franquistas -que nada tienen que ver con las Fuerzas Armadas actuales ni con la Guardia Civil actual de nuestro país, como confundió algún espectador trasnochado y minoritario, del mismo modo que en Alemania se puede criticar al ejército de Hitler sin que nadie se ofenda hoy- por ser gitano, por ser republicano y por ser homosexual, tres pecados imposibles de perdonar por un régimen que se decía católico.

GRAN ESPECTÁCULO

La interpretación de los actores rayó a gran altura. La puesta en escena, con un derroche de medios técnicos y audiovisuales de gran complejidad que, sin embargo, funcionaron como piezas de relojería perfectamente ensambladas, fue perfecta desde el punto de vista estético y sobrecogedora desde el punto de vista dramático.

Éxito a teatro lleno.
Éxito a teatro lleno.

En el trabajo actoral destacaron todas las figuras de la compañía, empezando por la veterana María Galiana, junto con Ana Fernández, Alberto Iglesias, Guillermo Serrano, José Antonio Lucia, Damià Plensa, Jacobo Dicenta y Cristina Marcos. Las tres actrices dieron una lección de expresión dramática, en una arriesgada y peligrosa interpretación, dado que, al ser ellas las que introducían el recuerdo, como parientes de Amargo, de lo una y tres veces sucedido -la represión de la raza, de la ideología y de la condición sexual- el director había llevado el montaje a la casi temeridad de proyectar el primer plano de cada una de las tres llenando toda la embocadura del escenario. Ver a María Galiana, a Ana Fernández y a Cristina Marcos sucesivamente, con sus rostros ampliados en un plano de quince metros por ocho o nueve, mientras decían su parte, en una dimensión en la que todo lo que no sea creíble y convincente queda falso, y en la que cualquier fallo, lapsus o decaimiento se amplifica hasta el ridículo, fue emocionante y ejemplar. La voz, las inflexiones sonoras de las tres actrices, la gestualidad de sus rostros, la expresividad de y la exactitud de sus ojos, de sus labios y de sus músculos faciales, acompañando cada parlamento, todo ello ampliado a las dimensiones, enormes para un primer plano del rostro, de toda la embocadura, se convirtió en una lección de dicción y de expresión dramática perfectas.


Sirva el Amargo de Francisco Suárez para alertar sobre otro virus que circula igual de libremente por el mundo, causando más víctimas que la Covid-19: el de la intolerancia, el racismo, la xenofobia, el totalitarismo de cualquier signo, la guerra y la opresión del más débil.


No podemos dejar de mencionar la gran categoría de la escenografía y el vestuario, de Ana Gara; la iluminación, de Juan Gómez Cornejo (A.A.I.); el diseño de vídeo escena, de Álvaro Luna y Bruno Praena; el diseño de sonido, de Juan José Suárez; la composición de la percusión, de Daniel Suárez; y la labor de los ayudantes, Julen Alba (de escenografía), Juan José Suárez (de dirección), Freya Medrano (de vestuario) y Ion Anibal (de iluminación).

HABLA EL DIRECTOR

“Este Diálogo del Amargo es un viaje al pasado -dice Francisco Suárez-; pasado que, al no poder olvidarse, se torna en doloroso presente, pues la memoria es insumisa. En esta obra, Lorca habla del tiempo, del destino y la muerte, sus temas preferidos, y también, de la indefensión del ser humano ante la presencia de unas fuerzas opresoras que el poeta tachó de siniestras y oscuras: las del odio y la intolerancia de un sistema políticamente perverso, y a la vez, del combate -eje de su prodigioso legado- entre autoridad y libertad, conceptos encarnados en alma y huesos por unos personajes que nunca dejarán de conmovernos. Ese combate entre autoridad y libertad permite, por su valor dramático, poner en escena un pasado infame -aunque duela, debe recordarse- y un presente conciliador puesto en boca de mujeres dispuestas, por encima de todo y con todos sus derechos, a saber dónde se hallan sus seres queridos. Amargo, en el escenario, será el paradigma de todos los desaparecidos durante la guerra civil y la dictadura franquista, y este montaje, un testimonio solidario para quienes, sin descanso ni tregua, llevan toda su vida intentando recuperar su memoria y peleando por sacarlos de las zanjas del desprecio y el olvido”.

Amargo,otra muestra del talante democrático del alcalde Martínez-Almeida. J.M. PAGADOR
Amargo,otra muestra del talante democrático del alcalde Martínez-Almeida. J.M. PAGADOR

Este montaje está situado en agosto del 36, cuando Amargo, gitano, republicano y homosexual, de noche y solo, emprende su último viaje, antes de caer asesinado.

“Lorca, como poeta -sigue diciendo el coautor de la versión y director-, se mueve en una perpetua noche acosada por el terror que supone la llegada de la aurora. Tiene como testigo mudo a la noche, y a la madrugada como su imprevisible enemiga. Su universo está poblado de seres marginados, desamparados, indefensos, proscritos, emplazados e insomnes, que con los ojos abiertos se precipitan al abismo del destino. La acción del Diálogo del Amargo está transitada por un tiempo sin límites y marcada por un reloj sin agujas. Ese tiempo, el de la vigilia, es por donde ronda la muerte. El destino de Amargo, como el de los antiguos héroes griegos, está empujado por un instinto fatalista e incontrolable y por la presencia de una amenaza vaga. Un demon irresistible.

Esta obra es una exaltación de la vida y de la muerte; una batalla permanente entre las fuerzas frenéticas de la vida y las fuerzas fatales de la muerte. El fatum de Amargo es el mismo que el de los gitanos, el de los idealistas y el de los amantes de la libertad. Y este montaje, la historia de un viaje, de un último y fatal viaje, y, también, del triunfo de la perversidad”.

El montaje tuvo una gran calidad tecnica y estética. CLARA ASOUIK
El montaje tuvo una gran calidad tecnica y estética. CLARA ASOUIK

Entre todos los elementos escenográficos, de una mudable belleza y complejidad, como un ser que cambia de piel para mostrar a continuación otra más impactante, destaco uno que tal vez pudo pasar desapercibido para algunos espectadores entre tal exhibición de capacidad escénica. Sobre la escena colgó durante toda la función una vieja bombilla bajo su arcaica cazoleta, un símbolo evidente que remitía a la que Picasso pintó suspendida sobre el sobrecogedor escenario del genocidio de su Gernika.

Terminada la función, y después de unos segundos de silencio que sirvieron para digerir el cúmulo de sensaciones y emociones que el director y los actores nos habían hecho llegar directos a la mente, pero, sobre todo, al corazón, el teatro estalló en una ovación, que se prolongó durante más de tres minutos, con numerosos espectadores puestos en pie y no pocos “bravos”, lo que obligó a todo el elenco a saludar repetidas veces.

Más de tres minutos de aplausos. J.M. PAGADOR
Más de tres minutos de aplausos. J.M. PAGADOR

Todo esto es lo que se truncó pocos días después a causa de una desconocida enfermedad causada por un no menos ignorado virus que nos pilló, a nosotros y al mundo, por sorpresa, causando un grave daño a todo el sector cultural español, especialmente a las salas de teatro y de cine, y poniendo en grave peligro la continuidad de tantos empeños artísticos. Sirva, de todos modos, el Amargo de Francisco Suárez, para alertar sobre otro virus que circula igual de libremente por el mundo, causando tantas víctimas o más que la Covid-19: el de la intolerancia, el racismo, la xenofobia, el totalitarismo de cualquier signo, la guerra y la opresión del más débil. Solo duró cinco días en escena el Amargo de Suárez, pero su mensaje permanece, como vacuna necesaria contra el odio. Esperamos que un alcalde tan poco sectario, tan inteligente y tan librepensador como José Luis Martínez-Almeida Navasqüés, devuelva a Madrid y a su Teatro Español este imprescindible Amargo, cuando todo esto pase. El mensaje antiodio y protolerancia de este espectáculo debe permanecer siempre.

Hay que destacar, por último, que el mantenimiento en cartel, mientras fue posible, de este espectáculo crítico con los vencedores de la Guerra Civil y con el franquismo, en la programación de este importante teatro municipal madrileño, dice mucho del talante democrático y del respeto al mundo de la cultura del actual regidor de la capital, cuya figura ha crecido a ojos de la ciudadanía por su gestión de la crisis del coronavirus en la ciudad, su humanidad, su cercanía con las víctimas, su convicción declarada de la necesidad de unión en una crisis como esta, su entrega al trabajo y su comprensión hacia los fallos de los demás, incluidos los adversarios políticos.

(José Mª Pagador es periodista y escritor, y fundador y director de PROPRONews. Sus últimos libros publicados son 74 sonetos (poesía, Fundación Academia Europea de Yuste), Los pecados increíbles (novela, De la Luna Libros), Susana y los hombres (relatos, Editora Regional de Extremadura) y El Viaje del Tiburón (novela, Caligrama Penguin Random House).

SOBRE EL AUTOR

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