domingo, 18 mayo, 2025
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Mercadillo Mundial de Miedos y Sobresaltos

Los poderes nacionales y mundiales ejercen su dominio sobre los ciudadanos a través de la difusión de toda clase de temores prefabricados

Tercera guerra mundial. Guerra nuclear y destrucción planetaria. Invasión rusa de Europa. Terremotos devastadores. Erupciones volcánicas destructivas. Tsunamis catastróficos. Pandemias masivamente mortales. Suspensión del suministro eléctrico. Guerra híbrida. Sabotaje de los modernos sistemas de comunicación. Final del funcionamiento de la telefonía móvil. Hundimiento del sistema bancario y pérdida de ahorros y bienes financieros. Aranceles desorbitados. Desaparición de internet. Guerra comercial mundial. Okupación salvaje de propiedades ajenas. Colapso de los sistemas sanitarios y de transporte. Desastre bioclimático. Predominio tiránico de la Inteligencia Artificial. Inutilidad del dinero. Apropiación forzada de los pocos bienes de primera necesidad. Quiebra de los sistemas de pensiones. Asteroides en ruta de colisión…

Todos estos, y muchos más, son los “productos” que los poderosos nacionales y mundiales están vendiendo masivamente a los ciudadanos del mundo, para mantenernos más sometidos y dirigir sus interesadas políticas hacia sus propios fines, sin que casi nadie tenga capacidad ni ganas de protestar. Esta es la realidad de este Mercadillo de Miedos y Sobresaltos hoy vigente, cuya tramposa mercancía debemos evitar comprar, por pura salud mental y para preservar nuestra capacidad de raciocinio, nuestras libertades, nuestro bienestar y nuestras democracias.

Uno de los terrores en circulación, prototipo de los múltiples “productos de este mercadillo” después de la guerra de Ucrania, es la supuesta invasión rusa de Europa y el subsiguiente y suicida enfrentamiento Rusia-OTAN. Muchos ciudadanos y ciudadanas creen que estamos a las puertas de ese desafuero, o de cualquier otra calamidad universal, y, siguiendo las indicaciones” de los gobiernos nacionales y de la UE, se han apresurado a comprar el llamado ”kit de supervivencia” que, según sus promotores, serviría para sobrevivir durante 72 horas. 72 horas. ¿Y luego, qué? Mucha gente se lo ha creído y muchos se han apresurado a comprarlo.

Un alto porcentaje de familias españolas y europeas han adquirido el dichoso kit, como cuando contratas tu seguro de hogar o de automóvil, solo por quedarse uno tranquilo. El kit llega a costar 500 euros y más. Es el timo de comprar “tranquilidad”, creyendo que tener lo suficiente para sobrevivir tres días nos librará de la catástrofe, sea cual sea su naturaleza. A los 230 muertos por la Dana de Valencia de nada les hubiera servido el kit. Ni a los 20.000 muertos del tsunami de Japón de 2011. Ni a los 150.000 muertos de la guerra de Sudán. Ni a los casi 64.000 muertos de la guerra de Gaza. Y hay otros conflictos bélicos en el mundo cuya noticia no interesa en Occidente, porque aquí solo ponemos el foco en cualquier conflicto cercano que pueda amenazar nuestro bienestar. Casos terribles de catástrofes y guerras en los que la utilidad de un kit de supervivencia se antoja una broma.

Algunos han aprovechado para hacer negocio.
Algunos han aprovechado para hacer negocio.

La Dana de Valencia y muchos otros desastres naturales de ese tipo son perfectamente previsibles y requieren la acción anticipada de las autoridades y de los técnicos. Los terremotos, las erupciones volcánicas y otros fenómenos destructivos pueden ser prevenidos también por los poderes públicos. La prueba está en el hecho de que un terremoto en Japón -donde se construye a prueba de ellos- ya apenas causa víctimas ni daños materiales, y el mismo terremoto destruye ciudades y mata a decenas de miles de personas en otros países menos preparados. Lugares donde no sirve de nada el kit de supervivencia y donde se echa de menos la acción pública previsora.

GUERRAS Y GUERRAS

Las guerras convencionales provocan miedo, y con razón. La guerra de Israel contra Gaza, más lejana, asusta menos que la de Ucrania. El problema es utilizar estos conflictos para tenernos acobardados y sometidos, dispuestos a dar por buena -sin ninguna mirada crítica- cualquier decisión que tomen nuestros dirigentes para enfrentar conflictos similares o amenazas de cualquier tipo. Así ocurrió no hace mucho con la pandemia de la Covid 19.


Mucha gente se ha tragado, sin pensar, la pamema de la tercera guerra mundial.


Lo más probable, casi seguro, es que en Europa no habrá otras guerras convencionales. El único peligro para Europa es el que viene de Rusia y ya hemos visto lo que puede hacer el ejército ruso en más de tres años de guerra contra un país mucho más pequeño, menos poblado y menos poderoso. Como potencia militar convencional, Rusia es un adversario con escasa capacidad y pocos recursos, y menos contra alianzas o países más ricos y mejor dotados. Pero se nos presenta a Rusia como un peligro vital, para que la ciudadanía acepte sin chistar las decisiones de nuestros dirigentes.

Rusia ha conseguido asustar a muchos inocentes con la amenaza de una guerra nuclear. La única ventaja que tiene Rusia contra los demás es, en efecto, su arsenal atómico. Pero Putin, desde febrero de 2022, ha amenazado repetidas veces con usarlo si Europa y EE.UU. enviaban a Ucrania tanques, misiles, munición, artillería, drones, aviones, etc., y todo eso fue llegando al país invadido sin que el sátrapa ruso apretara ningún botón rojo.

Humor y critica, armas indispensables contra el miedo.
Humor y critica, armas indispensables contra el miedo.

LA GUERRA NUCLEAR

Una guerra nuclear no es concebible, porque la primera víctima sería el que da la orden. Los dirigentes de los países con armas nucleares viven demasiado bien como para poner en peligro su escandaloso bienestar. Pero en el caso de que una locura inimaginable propiciara semejante hecatombe, ¿para qué serviría un kit de supervivencia de 72 horas? En caso de guerra atómica, ¿para qué servirían los refugios subterráneos con los que algunos países se han dotado? ¿Qué mundo encontrarían después los supervivientes, donde fuese posible la vida otra vez?

El humor extremeño es puro ibérico de bellota.
El humor extremeño es puro ibérico de bellota.

Pero hay otros factores que impiden semejante disparate. Los poderes económicos mundiales, incluidos los rusos, ejercen una influencia absoluta sobre los poderes políticos. Nadie económicamente poderoso va a permitir que el político al que sustenta destruya su envidiable forma de vida. Y en este panorama de miedo nuclear, China ejerce un papel decisivo. China no va a permitir que Rusia o Corea del Norte inicien una guerra nuclear, siendo, además, dos países limítrofes con el gigante asiático. China necesita un mundo próspero y en paz al que colocarle su ingente producción de toda clase de bienes y servicios. Sin ese soporte comercial y económico exterior, el régimen chino no podría sobrevivir. Su comunismo capitalista está sustentado en el bienestar de los chinos, el país, por cierto, con más millonarios del mundo. La falta de libertad se compensa allí con una productiva abundancia. Y China no va a permitir que ese equilibrio se rompa por la necedad o la miopía de un poder exterior.


La inocentada del “kit de supervivencia” ha atemorizado a los ciudadanos más crédulos.


Se nos pretende asustar también con la guerra híbrida y cibernética, con el empleo militar de la Inteligencia Artificial, o con choques bélicos en el espacio. Pero si el mundo colapsara por estas causas, tampoco serviría de nada el kit de supervivencia de 72 horas.

Es verdad que puede suceder una catástrofe colosal en cualquier momento, pero esa es una posibilidad aleatoria y lejana que no debe alterar nuestro día a día. Menos mal que no todo el mundo se ha asustado con estos avisos “institucionales”. Parte de la Humanidad se ha tomado con humor la cuestión y las redes se han llenado de memes satíricos sobre el kit de supervivencia. Lo que nos salvará del fin del mundo por causa humana es el temor de los que pueden causarlo. Y lo que nos vacuna a los ciudadanos y ciudadanas contra esa amenaza es el humor. Un amigo me dijo ayer que “los cabrones al mando del mundo no tienen cojones para su autodestrucción”. Y añadió: “De todos modos, lo único bueno del fin del mundo es que los cabrones morirán también”.

(José María Pagador es periodista y escritor, y fundador y director de PROPRONews. Sus últimos libros publicados son AbeceImagindario (fotolibro, Fundación Caja de Badajoz), Lencero, el hombre que no se encontró a sí mismo (biografía, Fundación Caja Badajoz), y Susana Leroy (novela, Fundación José Manuel Lara/Grupo Planeta).

SOBRE EL AUTOR

José María Pagador Otero

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