La historia es veleidosa, no en sí misma, sino la relatada por los seres humanos. Al cabo, lo que queda es solamente eso: cuanto escribes. Y creemos que lo escrito es lo cierto, pues

resulta nuestro único sustento para enunciar lo acontecido o comprender lo no vivido. Pero la historia es veleidosa, la ya narrada y la que resta por decir. Tan veleidosa como quien la transcribe, tan volátil como la ideología del amanuense, tan diferente. La crónica de nuestro pasado atestigua cuanto digo: descrita por De la Cierva y expresada por Tuñón de Lara, la incivil guerra española parece dos, lo cual hubiera sido un magnicidio, si acaso no resultó concretamente eso.
Este es el tiempo de lo falso.
En la edad de la informática, la historia ya no la divulga el profesor, ni el especialista en interpretar libros trascendentes, sino los medios electrónicos, las pantallas audiovisuales y, todavía, aunque por poco tiempo, el papel impreso en rotativas. Y estos se encuentran donde siempre han estado: a mitad del camino, a la derecha. Guiados por la rentabilidad debida, la historia la redactan ellos, o la transmiten por sus pantallas fogosas, pero frecuentemente vacuas. Su historia no hace ley, pero una mayoría de ciudadanos es lo único que anhela o que dispone, y se la cree.
Tiempo de lo falso.
(Gregorio González Perlado es periodista y escritor).
SOBRE EL AUTOR
Gregorio González Perlado, un gran periodista y poeta, se incorpora al equipo