miércoles, 1 mayo, 2024
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El egotismo descarnado

Recelad del hombre que, para expresarse en comunidad, emplea el ‘yo’ y olvida el ‘nosotros’. Os lo sugiero, merece escasa confianza: al menor descuido intentará avasallar vuestra inteligencia.

Gregorio González Perlado
Gregorio González Perlado

Temed a quien, al tratarse de un empeño que afecta al grupo, antepone el ‘yo’ y se declara protagonista del proyecto, poseedor de la idea; busca la intromisión para obtener rédito a su orgullo, no cuenta con el conjunto, al que no sólo infravalora sino que también procura controlar. Sospechad del egotista, pues al menor descuido procurará apresar vuestras iniciativas para expenderlas como propias. Aunque procurará seduciros, manteneos atentos a sus actos y a los gestos que, al cabo, le delatarán.

Ortega y Gasset, un republicano de la primera hornada, escribió que “los hombres no viven juntos porque sí, sino para acometer juntos grandes empresas”. Pero el realismo filosófico del ex diputado en las Cortes republicanas se presenta hoy desfasado para los cada día más abundantes servidores del ‘yo’ como método para demostrarse a sí mismos y despistar a los demás. Sin embargo, la frase de Ortega ha de seguir siendo válida, pues no habríamos de aceptar otra forma de vivir y de trabajar que en comunidad, como método para acometer grandes empresas. Por eso, porque en cada amanecer aumentan los poseedores del ‘yo’, os prevengo: temed sus astucias, porque intentarán confundiros y postergaros en beneficio de sí mismos, a veces con sus ocurrencias y otras apropiándose de las de los demás.


Si el ‘yo’ abunda en la vida diaria y en el laborar cotidiano, también está demasiado presente en los sectores clasistas de la actividad pública, fundamentalmente política.


Si el ‘yo’ abunda en la vida diaria y en el laborar cotidiano, también está demasiado presente en los sectores clasistas de la actividad pública, fundamentalmente política. Este egotismo insoportable también se ha arraigado en la cotidianeidad, acaso como proyección de ciertas clases políticas y de numerosas tribus de holgazanes que han aprendido a vivir del escándalo merced al ‘reality show’ que nos invade. Con insuficiente cultura para discernir el grano de la paja, gran parte de la sociedad española sigue sus pasos y alaba sus miserias.

Yo soy yo y mis circunstancias”, escribió Ortega para la posteridad. Los numerosos egotistas han hecho suya la sentencia, pero con una oscura y personal variante: “Yo soy yo y las circunstancias de los otros, que hago mías”. Es evidente que el filósofo procuró justamente lo contrario: el ‘yo’ de Ortega quedaba supeditado a las circunstancias que suponían causas de vida, pero de la propia existencia, no de la ajena. Hoy, sin embargo, muchos de nuestros próximos cotidianos han deshilachado la sustancia para acopiarse de su esencia, no su verdadera e intransferible esencia de ser, de estar, de sobrevivir por sí mismos, sino la de los otros. Aunque les auguro porvenir [no solidario ni provechoso para el resto, sí rutilante para su egoísmo], os sugiero: dejadles solos frente al toro.

(Gregorio González Perlado es periodista y escritor).

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