lunes, 29 abril, 2024
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No me gusta la cara ni el pelaje del Jimy

A lo largo de la pandemia, e incluso ahora, en una pospandemia que no está nada clara, mi gato ha pasado muchas horas en la calle refugiado debajo de los coches de los vecinos, que es desde donde hace sus correrías. Yo no sé si nota que algo raro está pasando…, el asunto es que le encuentro muy desmejorado. Y mis explicaciones creo que no le alivian en absoluto.

La cuestión es que yo sí he sentido un gran alivio tras el “acuerdo histórico” de los 27 socios de la UE de crear un fondo de 750.000 millones de euros destinados a la crisis generada por la pandemia. Aquellas noventa horas de vértigo durante las negociaciones de los “frugales” del norte y los “derrochadores” del sur confieso que también cambiaron mi cara y mi pelaje. Podría haber imitado a la legión de cabreados que ponen a parir a los políticos y quieren apear del gobierno a Pedro y jalear a la “galga” y al “guapito”…, pero no. Presiento, muy a su pesar, que esa España de la mugre, que embiste más que piensa, ha quedado jodida con un acuerdo que puede ser el comienzo de una buena amistad para españoles y europeos.


Yo le digo al Jimy que si se ha parado a pensar quién, si no la Unión Europea, puede pararle los pies al gorila rojo de Norteamérica, al malospelos de Inglaterra o al terrorista de la Amazonía.


Yo le digo al Jimy que si se ha parado a pensar quién, si no la Unión Europea, puede pararle los pies al gorila rojo de Norteamérica, al malospelos de Inglaterra o al terrorista de la Amazonía, quienes, ni probando el virus en sus propias carnes, acaban de caer del burro… Él, con su cara de escepticismo de siempre, no me responde y si me mira con algo de interés es porque se barrunta que ha llegado la hora de sus pastillas, aunque sean las del perro con el que de nuevo le ha tocado convivir.

LES HA SALIDO LA GATA, GATO

Bueno, dejando claro que a los del “cuanto peor, mejor” les ha salido la gata, gato, y que, como dice Enric Juliana, tendrán que pedir ayuda “al sultán de Estambul”, no se crean ustedes que por ello no van a seguir prietas las filas antes de dignarse a usar la cabeza. Ahora lo que hace falta es un buen reencuentro entre los socios comunitarios, recuperar el tiempo perdido y, en el caso de que haya alguno de esos países pequeños recién incorporados dando por culo y a los que la democracia les importa un carajo, invitarles rápido a que cojan la puerta. Si el Reino Unido lo ha hecho (creo que se arrepentirá) y aquí no ha pasado nada, lo mismo sucederá con alguno de estos que ni siquiera respetan los derechos humanos.


En España y en Extremadura debemos meditar muy seriamente sobre eso de que “cuanto peor, mejor” solo podría llevarnos al suicidio colectivo.


Una Unión Europea unida, cohesionada y dispuesta a afrontar la más grave crisis no solo sanitaria, sino también económica, de la historia reciente, será la mejor garantía de equilibrio en un mundo tan convulso, conflictivo y amenazado como el que tenemos delante. Y nos aportará de nuevo la esperanza que estábamos empezando a perder los europeístas convencidos, aunque desbordados ahora por unos acontecimientos tan terribles como inesperados.

El autor, con su gato Jimy
El autor, con su gato Jimy

A pesar de estas últimas palabras mías, el Jimy sigue con su mala cara y sus tiznotes, pero ya saben lo reacios que son los gatos para lavarse…

En España y en Extremadura debemos meditar muy seriamente sobre eso de que “cuanto peor, mejor” solo podría llevarnos al suicidio colectivo. Y que llegar a acuerdos es lo más inteligente y civilizado que podemos hacer en esta situación que nos espera.

(Juan Serna Martín, exconsejero de la Junta de Extremadura, es un destacado intelectual y activista medioambiental, escritor y columnista)

SOBRE EL AUTOR

Juan Serna, un intelectual de la ruralidad y el ecologismo

El último fruto de Juan Serna

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