sábado, 27 abril, 2024
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El gran error de la población activa agraria del 3%

El desacertado parámetro de aquellos tecnócratas que hundió al medio rural

Unas hostias como panes fue lo que nos vendieron aquellos tecnócratas de la revolución industrial; más tarde la revolución verde agrícola; y ahora la catástrofe ecológica y la amenaza terrible del cambio climático. Hemos pasado medio siglo denunciándolos con todos los medios a nuestro alcance. No nos hacían ni puto caso. Vaciar pueblos y territorios de sus mejores gentes para hacinarlas en las barriadas obreras de las grandes conurbaciones burocrático-industriales, hasta conseguir que en el 20% del territorio se concentrara el 80% de la población, ha sido la gran gesta de unos planificadores y gobernantes que han trabajado al dictado de un sistema económico e ideológico totalitario, corrupto y absurdo (lean lo que dice Paul Preston en El País ayer (Genealogía de la corrupción española).

Juan Serna Martín.
Juan Serna Martín.

Hoy, el panorama desolador de pueblos, comarcas y hasta regiones vacías (o que pierden población a raudales), con personas que soportan la contaminación y la carestía de la vida en las grandes ciudades, además de la gran amenaza del cambio climático, hace que el grito de la “España vaciada” empiece a escucharse y que estos tecnócratas empiecen a cuestionar lo de la población activa agraria del 3% para volver a plantearse que, a lo mejor, hay que impulsar verdaderos planes de desarrollo rurales (sin burócratas ni amiguetes enchufados en las redes creadas para este fin), crear todo tipo de servicios e infraestructuras para las nuevas tecnologías e iniciar el retorno a estas áreas de mucha de esas personas hastiadas ya de la vida en las grandes ciudades y en sus barrios dormitorio. Dar valor a muchos productos agroalimentarios procedentes de la actividad agraria, con unos fondos de la PAC que dejen de ir principal y corruptamente a las manos de los que no los necesitan, ayudaría mucho a este retorno del que les hablo.


El grito de la “España vaciada” empieza a escucharse.


Sé que esto suena a romanticismo y que se piensa que todo el mundo está aprisionado en la vida urbana sin remedio, pero todo tiene un principio y un final. Y el hartazgo cada día mayor de quienes, obligados a vivir en grandes ciudades, mantienen todavía el recuerdo y el nexo con sus orígenes rurales, puede abrir vías para el retorno. Y lo mismo ocurre con un porcentaje de jóvenes a los que, debido al cambio espectacular que se está produciendo en el mundo de las relaciones laborales, así como a las enormes posibilidades que abren las nuevas tecnologías para el trabajo a distancia, pueden llevarles poco a poco a elegir una vida más tranquila, placentera y en contacto con la naturaleza. Sobre todo si a los pueblos y ciudades cercanas a ellos van llegando infraestructuras y servicios que les permitan disfrutar de lo que hasta ahora les ofrecen las grandes ciudades.

LA IMPORTANCIA DE LA VIDA RURAL

La vida rural, sus gentes y sus pueblos, y todo el patrimonio histórico, cultural y natural que les rodea, no han estado hasta hoy en el interés ni en la agenda de los políticos y las instituciones que gobiernan. De ahí el desequilibrio entre lo rural y lo urbano del que estamos hablando: la infravaloración de recursos valiosísimos en los pueblos y la especulación y el hacinamiento en las ciudades más habitadas.


La contaminación y el cambio climático están ya avisando con su asfixia a quienes habitan en las grandes ciudades.


Para invertir esta pirámide es necesario cambiar progresivamente el destino de los presupuestos y de los grandes recursos públicos. Se trataría de propiciar un cambio que atacase de raíz a las causas del deterioro ambiental y del cambio climático. En definitiva, de llevar mayor bienestar y felicidad a la vida de las gentes, y cambiar esta sociedad del despilfarro y de la contaminación a la que nos ha conducido el sistema, al devaluar a los pueblos y a las gentes rurales en favor de la concentración de los hábitats y la acumulación de capital de las minorías que dominan y controlan la cultura urbana.

Esto solo podrá hacerse si la conciencia que está surgiendo en pueblos, ciudades, territorios y gentes cada día más abandonados sigue creciendo, y se presiona con movilizaciones como las que se han llevado a cabo recientemente, que son las que han puesto lo rural en la agenda política de estos tiempos (Manifestación contra la despoblación. La “España vaciada” llena Madrid para exigir soluciones urgentes a unos políticos que les «olvidan» sin elecciones).

La gran ciudad ya no da más de sí. En la imagen, Dubai, ejemplo de urbanismo exacerbado. PAGADOR-PROPRONews
La gran ciudad ya no da más de sí. En la imagen, Dubai, ejemplo de urbanismo exacerbado. PAGADOR-PROPRONews

Parece que esa hora está llegando. Que la contaminación y el cambio climático están ya avisando con su asfixia a quienes habitan en las grandes ciudades, y que la llamada para restaurar y recuperar el espacio y la cultura rural ha empezado a salir a la calle.

(Juan Serna Martín, exconsejero de la Junta de Extremadura, es un destacado intelectual y activista medioambiental, escritor y columnista)

SOBRE EL AUTOR

Juan Serna, un intelectual de la ruralidad y el ecologismo

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