El franquista yate Azor deconstruido y reducido a cubos de chatarra comprimida en una performance titulada “Síndrome de Guernica”, obra del artista Fernando Sánchez-Castillo, que ha sido expuesta en diferentes ciudades de España, fue finalmente comprado hace un par de meses, en su recalada en Cáceres, por el magnífico Museo Helga de Alvear para su colección permanente. Pero el barco de recreo de Franco tiene otra historia que casi nadie conoce hoy y pocos recuerdan ya: la del funcionario extremeño del INEM (Instituto Nacional de Empleo) Francisco de Paula Sánchez Thovar, que, después del escándalo de haberlo utilizado Felipe González al poco de llegar al poder, se atrevió a pedir el yate para navegar en él, ya que era “de todos los españoles”. Eso le costó un injustificable y desmesurado castigo de la administración socialista, pero también fue el motivo burlesco de “Marineros del Azor”, la comparsa de carnaval dirigida por este periodista, en la que el represaliado tuvo el papel protagonista.
Cáceres, Extremadura.-
La culpa fue mía. La “maligna” idea se le ocurrió a este periodista y su buen y recordado amigo, el valiente Francisco de Paula Sánchez Thovar la secundó gustoso, aun a sabiendas de las consecuencias que eso podía tener para él, un honrado funcionario perteneciente a una arcaica administración donde pervivían, como el Azor, los usos franquistas de la represalia inmisericorde.
Eran los primeros años 80 del siglo pasado. Felipe González había ganado en 1982 las elecciones generales por la mayor mayoría absoluta de la historia de España, logrando casi el 50% de los votos y nada menos que 202 diputados. El nuevo presidente, que logró controlar a los militares golpistas y poner a España en la senda de la modernidad europea e internacional, desveló enseguida también su tendencia al egocentrismo, la buena vida y los delirios de grandeza.
La utilización del Azor por Felipe González para un crucero privado fue un escándalo nacional.
Y un buen día del verano de 1985 los españoles, y especialmente los militantes y simpatizantes socialistas, nos vimos sorprendidos y escandalizados por una información increíble de la que se hicieron eco unánime los medios del país, para pasmo de todos. Felipe González se había embarcado en el yate del dictador para pasar sus vacaciones, navegando por diversos lugares de nuestro litoral peninsular e insular en compañía de familiares y amigos.
La noticia cayó como una bomba en la sociedad española, especialmente en el ámbito de la izquierda. No solo era que utilizar el yate del dictador fuese una vergüenza desde cualquier punto de vista y que tal ostentación sobraba en un dirigente socialista, sino también, y sobre todo, que España no estaba para despilfarros y que, mientras Felipe se abstraía de ese modo grotesco de la realidad nacional, el paro era enorme y ETA asesinaba españoles un día sí y otro también. Precisamente, el año de Felipe a bordo del Azor, la banda terrorista mató a cerca de 40 personas, tres de ellas en aquel mes de agosto en el que Felipe pasaba sus vacaciones navegando en el barco del dictador.
El mismo agosto que Felipe navegaba en el yate del dictador, ETA mató a tres personas, de las casi 40 que asesinó aquel año.
El escándalo y el rechazo de la ciudadanía fueron generalizados y mayúsculos. Entre las propias filas socialistas casi nadie aprobó semejante salida de tono. Incluso el mismo Alfonso Guerra le pidió encarecidamente que no lo hiciera, como el exvicepresidente desveló luego en sus memorias, calificando semejante desatino como “el primer gran error” de su jefe. Ninguna consideración de nadie paró a aquel Felipe ensoberbecido que empezaba a perder el sentido de la mesura.
CARAS TRAVESÍAS
Las travesías de lujo del presidente en el Azor costaron además mucho dinero a aquella España deprimida. En sus periplos veraniegos de aquel año, el yate tocó diversos puertos -Rota, Lisboa, Ayamonte- donde hubo que montar el correspondiente dispositivo de seguridad. A bordo navegaban en principio, además de Felipe, su hermana Lola González, el marido de esta, Francisco Palomino, el entonces Secretario General de Pesca, Miguel Oliver y otros amigos. La entonces mujer de Felipe, Carmen Romero, embarcó en Portimâo, adonde fue traslada en un helicóptero al servicio de La Moncloa. Carmen se había quedado inicialmente en Sevilla y solo participó en la última etapa de la travesía.
La petición del Azor por un ciudadano particular tuvo repercusión nacional.
Cuando Felipe desembarcó de su lujoso crucero se quedó de piedra al ver las dimensiones del escándalo que había suscitado su conducta. Pero, en vez de reconocer su error y pedir perdón, manifestó con arrogancia su sorpresa por el revuelo generado y, a través de los servicios de comunicación de la Presidencia del Gobierno, explicó que temía derecho a unas vacaciones en las que nadie le importunase, que el yate pertenecía a Patrimonio Nacional, es decir, a todos los españoles, y que, por tanto, podía utilizarlo a su conveniencia.
Este periodista -a quien el asunto ofendió como a tantos socialistas- ejercía entonces la profesión en el diario HOY de Extremadura, con sede en Badajoz, y tenía amistad con Paco Sánchez Thovar, que además era hijo de uno de mis primeros redactores jefes en dicho medio, don Fernando Sánchez Sampedro. Paco era una gran persona y un hombre muy divertido y cordial, valiente y decidido.
Sánchez Thovar fue represaliado con un traslado forzoso a Barcelona, pero la justicia le dio la razón y volvió a Badajoz.
Por aquellas fechas, mi cuadrilla de amigos (de todas las ideologías, sin distinción ni rechazo de nadie, con socialistas, centristas y miembros del PP, como Miguel Celdrán Matute, que luego sería alcalde de Badajoz por largos años) formábamos una divertida comparsa de carnaval llamada “Los amiguitos juntos es lo más hermoso”, de la que fui uno de los fundadores.
Aquel grupo de amigos -cerca de una veintena con los añadidos- solíamos reunirnos en dos locales de la ciudad, el restaurante Cocina Portuguesa, para la cerveza del mediodía y los ensayos de carnaval, y el pub Sailor´s, para la copa nocturna. Fue en este segundo establecimiento donde empezó la broma que luego acarrearía la represalia contra Paco.
Paco Sánchez Thovar tenía un gran sentido del humor y, aunque por familia no lo necesitase, mientras estudiaba la carrera en Madrid ejerció algunos variopintos oficios, como el de sereno, por cuyo desempeñó mereció la atención de la prensa nacional de entonces. Es decir, estaba acostumbrado a una cierta notoriedad cordial que, además, le gustaba.
RETO ACEPTADO
Tras comentar los presentes aquella noche en Sailor´s el inaceptable atrevimiento de Felipe González y lo que eso tenía de agravio para una ciudadanía que había salido poco antes de una dictadura de casi 40 años, uno de cuyos símbolos opresivos era precisamente el yate Azor, y dado que el propio presidente, en una excusa inadmisible, había declarado que tenía derecho a utilizar un barco que era patrimonio del Estado y que había que usar, este periodista hizo el siguiente comentario en presencia de Paco y de otros amigos del grupo:
-Si el yate, según Felipe, es propiedad de todos, algún ciudadano debería solicitarlo oficialmente, a ver qué dice el presidente.
Entonces, Paco Sánchez Thovar dijo:
-Yo lo solicitaré.
-Estás de broma -le dije.
-No, no es broma. Voy a pedir el yate Azor -afirmó rotundo.
-Si te atreves a hacerlo, yo hago la información correspondiente y te aseguro que el asunto será noticia nacional de primera página al día siguiente.
Dicho y hecho. Yo mismo redacté en su nombre la instancia que Francisco Sánchez Thovar firmó y remitió, con todas las formalidades, a la Presidencia del Gobierno de España, y escribí la información que de inmediato publicó mi periódico, el HOY de Extremadura. Como yo había previsto -los periodistas también generamos a veces noticias, aunque eso no sea muy ortodoxo, pero la ocasión lo merecía-, la noticia saltó al día siguiente a los periódicos, las radios y las televisiones de la época. Paco fue llamado por numerosos periodistas del país e hizo “inocentes” declaraciones que publicaron la mayoría de los medios, repitiendo el mantra de que si Felipe González, un presidente que se decía socialista, podía utilizar el yate, él, como ciudadano español al corriente de sus impuestos, tenía el mismo derecho.
LA REPRESALIA
La instancia, salió de Badajoz con fecha 9 de agosto de 1985, viernes para más señas, y yo publiqué la noticia en HOY, adobada con unas declaraciones “exclusivas” de Sánchez Thovar. Dos días después, el lunes, 12 de agosto, el asunto había saltado ya a los medios nacionales, para regodeo general. En la instancia incluimos un párrafo desopilante puesto en boca de Paco y dirigido directamente a Felipe, que comentó toda la prensa española y que decía: “Estoy completamente de acuerdo con usted cuando afirma que sería un despilfarro tener amarrado el yate Azor y que el país no está para despilfarros”, tras lo cual, mi amigo pedía un turno en el barco, a fin de pasar unos días navegando por nuestros mares.
Pero la alegría por el cachondeo que se montó en toda España, con numerosos elogios a Paco por su valentía y por el eco logrado, duró poco. A la vuelta de agosto, cuando se incorporó a su puesto de trabajo en el INEM, recibió una increíble y abusiva carta llegada de las altas esferas del instituto. “Por la presente se le comunica que en el plazo de dos semanas deberá trasladarse usted a la delegación del INEM de Barcelona, donde a partir de ahora desarrollará su trabajo”, decía más o menos el escrito.
Paco, padre de familia, con su vida organizada en Badajoz, obedeció la orden, pero no se resignó. Tampoco me resigné yo, que, a fin de cuentas, era el “culpable” de la incalificable represalia por haberle animado a dar aquel paso, e inicié en prensa una campaña en defensa de mi amigo, que tuvo amplia repercusión nacional. Yo le ayudé también a presentar la demanda judicial contra el Gobierno por semejante atropello y, finalmente, varios meses después, la Audiencia Provincial de Badajoz le dio la razón y anuló su injusto traslado.
“MARINEROS DEL AZOR”
Paco regresó a Badajoz como un héroe, recibiendo innumerables felicitaciones de gentes de todo el espectro político, incluidos algunos socialistas, y los amigos le dimos una comida por todo lo alto. Pero, claro, el asunto no podía acabar así. De modo que me encargué personalmente de preparar una represalia contra los represaliadores, utilizando una de las mejores armas que existen para eso, la sátira y el humor.
En el otoño de 1985 propuse a mi grupo de carnaval, del que yo era letrista y dirigía los ensayos, que nuestra comparsa se disfrazase al año siguiente de “Marineros del Azor” para participar en la edición de 1986, con Paco Sánchez Thovar de protagonista, disfrazado él de funcionario antiguo, dado que ni con el cambio de gobierno cambiaban los viejos usos de la arcaica burocracia abusiva que asfixiaba a España. Paco se disfrazó al efecto, incluso con manguitos y leontina y visera, como puede apreciarse en las fotos que ilustran esta información.
Yo había fundado el nuevo Carnaval de Badajoz, con la ayuda de dos miembros de mi grupo de amigos -Luis Poblador Santos y Rafael Rodríguez Arbaizagoitia-, en 1980, celebrándose bajo mi organización en 1981 por primera vez desde 1936, como la periodista Elia de Ros publicó hace unos meses en este periódico: La verdadera historia de la fundación del nuevo Carnaval de Badajoz. El grupo aceptó de inmediato mi idea de disfrazarnos de “Marineros del Azor” y para la ocasión compuse unas “Sevillanas del Azor” que corrieron de boca en boca por la ciudad aquel año.
“DIECIOCHO MENOS UNO”
Con Paco ya regresado a su puesto de trabajo en Badajoz y vueltas las aguas a su cauce, transcurrieron casi tres años, hasta que la fatalidad se llevó a nuestro amigo. En la tarde del viernes 29 de enero de 1988 tuvo lugar el fatal accidente que le costaría la vida. La noticia de su muerte tuvo repercusión nacional no solo porque fue titulada por los medios utilizando el apodo de “el funcionario del Azor” por el que todavía se le recordaba, sino también porque la otra persona fallecida en el siniestro era la consejera de Emigración y Acción Social, María de los Ángeles Bujanda Alegría. Los vehículos de ambos habían colisionado en la autovía de Madrid, cuando Paco regresaba de la capital conduciendo su coche, a la altura de la localidad cacereña de Santa Cruz de la Sierra.
Su muerte causó un gran impacto en Extremadura y un tremendo dolor en nuestro grupo de amigos y nuestra comparsa de carnaval, que desde entonces pasó a llamarse “18 menos uno”.
(José Mª Pagador es periodista y escritor, y fundador y director de PROPRONews. Sus últimos libros publicados son 74 sonetos (poesía, Fundación Academia Europea de Yuste), Los pecados increíbles (novela, De la Luna Libros), Susana y los hombres (relatos, Editora Regional de Extremadura) y El Viaje del Tiburón (novela, Caligrama Penguin Random House).
SOBRE EL AUTOR
José Mª Pagador y Rosa Puch, 100 años de periodismo
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