El presente es un poco olvidadizo. De 60 años para abajo, pocos españoles habrán recordado hoy que hace exactamente 85 el sector más retrógrado y mayoritario del Ejército, con Francisco Franco al frente, se sublevó contra la República legítimamente constituida y convirtió lo que se pretendió como un golpe de Estado rápido y eficaz, en una guerra atroz que duró tres años, y que el dictador ganó gracias a la masiva ayuda de Hitler y Mussolini. Durante décadas fue delito criticar el 18 de julio e incluso bromear o burlarse de la nefasta efeméride. Luego, en la democracia, se normalizaron no solo la crítica sino también los chistes sobre el franquismo, como una forma de ganar por el humor lo que España había perdido por la fuerza bruta de las armas. Antonio Gala, un gran escritor e intelectual de izquierdas, fue uno de los que aplicó, además de la condena, el ingenio y la sonrisa al desastre.
Hoy hace exactamente 85 años que el general Francisco Franco dio inicio al golpe de Estado que encabezó contra la República Española y que, por su inepcia de estratega, lo que debió ser, según sus cálculos, una rápida operación militar que haría caer al Gobierno republicano en unas horas, se convirtió en una terrible guerra civil que duró nada menos que tres años. El golpe de Franco fue, sin duda, el más infructuoso y largo de los que han tenido lugar en la historia de las naciones, a pesar de la ingente ayuda material, financiera y logística de la Alemania nazi y la Italia fascista. Hitler y Mussolini facilitaron a Franco toda clase de medios financieros y militares, y apoyos navales, aéreos y terrestres, en una cuantía y proporción que excede con mucho la pobre ayuda que la República recibió de la URSS o de cualquier otra nación.
La ayuda nazi y fascista externa fue tan cuantiosa que, como bien dice Manuel Chaves Nogales en sus crónicas de la época, los españoles consideraron la llegada de fuerzas alemanas e italianas como una invasión. En el caso de los alemanes, la ayuda a Franco fue más técnica y de equipamiento militar que con unidades sobre el terreno, aunque la aviación alemana tuvo una participación masiva y criminal, protagonizando el primer bombardeo de la historia sobre poblaciones civiles sin ningún interés militar.
Hoy hace 85 años que Franco inició la guerra civil, un golpe de Estado que iba a ser rápido y que duró tres cruentos años.
En cambio, la ayuda italiana no solo proporcionó a Franco el apoyo de nutridas formaciones navales y aéreas, sino también divisiones completas de infantería y caballería, con sus oficiales y generales al frente. No hubo, del lado de la República, una ayuda en hombres y material equivalente. La URSS no envió a España unidades de infantería en defensa del Gobierno republicano. Y la única ayuda humana que llegó fue la valiente y sacrificada, pero poco útil sobre el terreno, de las Brigadas Internacionales, que vinieron a vivir más que nada una aventura romántica.
HEROICA RESISTENCIA
Pese a ello, pese a la abrumadora maquinaria de guerra puesta a disposición de Franco, la República se defendió bravamente y, en el ámbito de esa lucha, convirtiendo a Madrid en un ejemplo de la resistencia y la defensa de la libertad del pueblo español. Sitiada y cercada, carente de medios, de víveres, de soldados y de material, Madrid resistió heroicamente contra Franco durante los tres años de la guerra.
Julio Anguita quería ponerle el nombre de Gala a la avenida del 18 de Julio.
El general Miaja, cabeza militar de la defensa de Madrid, ha pasado a la historia como el jefe que fue capaz de esta hazaña contra viento y marea, representando, además, la parte más digna de ese Ejército, la que se mantuvo fiel al Gobierno legítimamente constituido, hasta el punto de defender bravamente la capitalidad nominal de la Nación contra los sublevados, todo ello a pesar del vergonzoso papel de ese mismo gobierno republicano, que huyó a Valencia en cuanto empezaron las hostilidades y que poco ayudó a la defensa de Madrid.
Manuel Chaves Nogales relata todo esto como el gran periodista y escritor que fue, en numerosas crónicas y artículos periodísticos, e incluso en su obra puramente literaria. Chaves Nogales fue uno de esos españoles, como él mismo dijo de sí mismo, “fusilable por ambos bandos”, porque su independencia insobornable le hizo enfrentarse intelectual y dialécticamente a unos y a otros, condenando, por ejemplo, las atrocidades cometidas en ambos frentes y en ambas retaguardias.
Hoy, 18 de julio de 2021, ochenta y cinco años después, cuando ya casi nadie se acuerda de aquello y menos que nadie estos jóvenes a quienes ya no se enseña la historia, es momento de que volvamos a recordarlo, para que nunca vuelva a ocurrir. Y una manera magnífica de hacerlo es leyendo a Manuel Chaves Nogales, cuya obra es, además, un gozo de altura literaria.
GALA Y ANGUITA
Y, se preguntará el lector, ¿qué tiene todo esto que ver con Antonio Gala y con Julio Anguita? Ya digo que no fue hasta mucho tiempo después, ya en democracia, cuando el humor hizo presa en el franquismo y en sus símbolos, y empezaron a circular cuentos, historias y chistes ridiculizando o bromeando sobre algo tan serio y trágico como aquella matanza. Y lo voy a explicar.
Por los años 80 del siglo pasado invité a Antonio Gala a dar una conferencia en Badajoz. El acto fue un éxito, tanto que tuvimos que contratar el teatro mayor de la ciudad, el “López de Ayala”, del que precisamente este año se cumplen 135. Desde horas antes del inicio del acto, la afluencia de público en la cola era tal que la fila daba la vuelta completa al edificio y se perdía por las calles aledañas. El llenazo fue absoluto y Gala salió muy satisfecho de su actuación y de la acogida.
Como responsable de su venida y como presentador y anfitrión suyo, tuve ocasión de pasar varias horas con él, de hacerle una entrevista y de charlar largo y tendido sobre toda clase de cuestiones. En la cena que tuvimos por la noche me contó la siguiente historia, adobada no solo con indiscutible ingenio sino también con su gracia cordobesa, aunque en realidad él había nacido en la provincia de Ciudad Real.
“Tengo -me dijo- amistad con Julio Anguita, que, como sabes es el actual alcalde comunista de Córdoba. Un día, paseando con él por la ciudad, llegamos a la avenida del 18 de Julio, que todavía se llamaba así. De pronto, en aquella calle, me dijo, «tengo intención de cambiar el nombre a esta vía y ponerle el tuyo. Desde ahora se va a llamar avenida de Antonio Gala. ¿Qué te parece?», me preguntó. Y yo le respondí: mira, alcalde, ¿para qué gastar dinero en cambiar los rótulos de la avenida, que deberás quitar y colocar unos nuevos si le pones mi nombre. Mucho más rápido y barato será que en cada rótulo actual, si lo que quieres es eliminar el recuerdo del alzamiento, añadas la palabra Anguita, sin necesidad de quitar ni cambiar ninguno. De este modo, se llamará “Avenida del 18 de Julio… Anguita” y todo quedará solucionado”.
Y Gala rio, con esa risa suya de niño travieso y tímido. Sus palabras fueron más o menos estas, con la licencia que me concede el tiempo, pero responden en esencia a lo que me dijo. “Avenida del 18 de Julio Anguita” era la forma que tuvo Gala no solo de bromear con la formulación de la triste efeméride, sino, sobre todo, de exponer que, al final, Córdoba tenía un alcalde comunista contra el viento y la marea de ese franquismo cada vez más residual, pero que aún hoy, avanzado ya el siglo XXI, perdura en algunos sectores de nuestra sociedad.
Por eso es bueno que abuelos, padres y profesores digan a los escolares y los estudiantes de hoy lo que ocurrió hace 85 años, y que volvamos a leer a Manuel Chaves Nogales, uno de esos españoles cabales y justos, tanto, que son “fusilables” por aquellos dos bandos que no deben volver a enfrentarse jamás.
(José Mª Pagador es periodista y escritor, y fundador y director de PROPRONews. Sus últimos libros publicados son 74 sonetos (poesía, Fundación Academia Europea de Yuste), Los pecados increíbles (novela, De la Luna Libros), Susana y los hombres (relatos, Editora Regional de Extremadura) y El Viaje del Tiburón (novela, Caligrama Penguin Random House).
SOBRE EL AUTOR
José Mª Pagador y Rosa Puch, 100 años de periodismo
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