¡Estamos hasta el gorro de los que estorban! El que no quiera que la obra avance, que no moleste. Cuando en una comunidad se pone en marcha un proyecto, automáticamente se forman cuatro bandos: los entusiastas, los contrarios (generalmente de la otra facción, partido…), los neutrales (ni fu ni fa), y los que estorban (generalmente gente de la casa). Los peores de todos y los más nocivos son los últimos (con amigos como ellos ¿para qué necesitamos enemigos?).
El mayor síntoma de decadencia de una organización está en la proliferación de los que estorban. Ciertos funcionarios que viven en la impunidad vitalicia de su puesto y lo utilizan como subterfugio, cargos cuya principal ocupación es que nada se mueva y otros adláteres.
Cuando el liderazgo es un bien tan escaso que solo aparece episódicamente para abrirnos un espacio de esperanza y darnos un sentido como comunidad en torno a un horizonte temporal; no podemos permitirnos a los que estorban, es necesario identificarlos con un marcador pues se convierten en auténticos agujeros negros que absorben la energía de los que se afanan en avanzar.
La reflexión sistémica es la tumba de nuestras organizaciones, el cubil ponzoñoso donde anidan los pobres de espíritu que asfixian nuestras organizaciones.
Liderar es convocar a una comunidad de personas en el tiempo para construir una gran obra. Cuando la declaración de la misión está formulada y empieza a abrirse paso, la gente comienza a posicionarse frente a ella y a alinearse en uno de los bandos. La primera prueba de fuego para quien lidera es aprender a descubrir quién es quién. Si no tiene habilidad para hacerlo, es posible que los que estorban arruinen su obra. ¡Qué triste es morir por el fuego amigo!
Para congregar a la comunidad es necesaria una declaración potente, capaz de inspirar y movilizar, crear la emoción de participar en algo trascendente, en lo que la gente puede poner lo mejor de sí misma, para hacerlo juntos y juntos construir un legado. Pero no es menos importante la tarea de saber lidiar con las 4 posturas resultantes, para estimular aún más a los convencidos, tender la mano a los contrarios, seducir a los indecisos y apartar a un lado a los que estorban.
Cuando llevamos tanto tiempo dando tumbos, sin una visión de futuro, la simple declaración orientada a una ambiciosa tarea colectiva, tiene la fuerza para levantar nuestra mirada, más aún cuando la misión está cargada de sentido común y coherencia. En estas circunstancias no podemos permitirnos las interferencias y el freno de los que ponen palos en las ruedas.
Necesitamos liderazgos decididos para quitarnos de encima a los cenizos, a esos sumideros de energía que impiden la marcha del progreso.
Tanto tiempo a la deriva ha debilitado la fuerza de nuestras convicciones, nuestro carácter está devaluado, nos movemos en la banalidad de los rumores y las creencias limitantes. Y desde esa postura e indefinición moral nos instalamos en la crítica permanente, todo lo nuevo que no parte de nosotros es atacado sin piedad. Cuando franqueamos estos límites estamos muy cerca de convertirnos en un auténtico estorbo. En esta postura, desde una actitud ética, estamos conminados a quitarnos de en medio, o si así lo preferimos, a hacer un uso legítimo de nuestro derecho a declararnos contrarios o incrédulos pero abiertamente y sin dobleces. La peor felonía es torpedear la nave desde dentro, traicionando a quien nos otorgó su confianza para sacar a flote el barco.
18 PISTAS PARA DESCUBRIRLOS
En el liderazgo es muy importante desarrollar el olfato para detectar a los que estorban, como difícil es la tarea por las posturas camaleónicas que adoptan (serviles por delante tóxicos por detrás).
1.- Los que estorban no tienen convicciones, solo creencias. Habitan un conversar pobre: yo creo que…, me da la impresión que…, a lo mejor resulta….
2.- Se mueven en la ambigüedad calculada para amparar su mediocridad y generar desconcierto e intriga: por ahí andan diciendo que… se rumorea …
3.- Son ladrones de energía y cansinos: no merece la pena el esfuerzo…. al final todo sigue igual… ya te digo yo donde irá a parar todo esto…
4.- Apelan al miedo, infligen temor, saben leer los momentos de debilidad para inocularlo: hay que tener cuidado…. vienen malos tiempos… yo no lo haría…
5.- Recurren a la reflexión permanente, a repensar las cosas, a la falsa seguridad para evitar el avance, a la «necesidad de la pseudocerteza científica»: demos el paso cuando estemos totalmente seguros…, hay que pensarlo muy bien…, podemos fracasar…, más vale pájaro en mano…
6.- Maximizan las consecuencias del error: nos podemos equivocar… y eso nos acarreará grandes males…, no nos podemos arriesgar…
7.- Se mueven en la incoherencia (dicen una cosa y hacen la contraria), predican la cultura del riesgo y el emprendimiento. Y en privado son los máximos guardianes del statu quo. No mueven un dedo por nada: aquí a lo segurito…, los experimentos, con gaseosa…
8.- Manipulan y recurren al chantaje emocional: todo este desvelo lo hago por tu bien…, siempre pensando en lo mejor para ti…
9.- Para cuando quedan en evidencia, tienen preparado un enroque y no encuentran problema en desdecirse si ven amenazada su posición, recurriendo al chantaje emocional: si lo hice así fue por protegerte…
10.- Nunca arriesgan, no se comprometen, es imposible construir acción con ellos.
11.- Viven en el mundo de la interpretación: no, es que tú me dijiste…, es que yo entendí…
12.- Buscan argumentos y excusas para parar la obra a cada momento, hasta que se den las supuestas condiciones favorables (unas condiciones que no se darán nunca): no arriesguemos más…, paremos hasta que lo hagan otros…
13.- Juzgan a los demás por sus errores y no por sus buenas obras. Si es necesario en su tarea de estorbar, no permiten que el otro salve su reputación.
14.- Dan un paso adelante para justificarse y pegan tres saltos atrás en cuanto te descuidas.
15.- Son adanistas, tienden a pensar que siempre son los primeros: eso ya lo pensé yo…, yo sabía que eso no funcionaría…, ya lo dije yo…
16.- Cuando el proyecto ofrece sus primeros éxitos (a su pesar), saltan a la cabeza reclamando la paternidad de la obra: la idea se me ocurrió a mí primero…, yo fui el primero en ponerlo en marcha…, y todo gracias a mí…
17.- Buscan aniquilar la reputación del que avanza. Sus tics verbales son reconocibles: Sí, peeero…, es que…, eso es muy difícil…
18.- Cuando se te ponen al lado te dejan sin energía, vamos que te amargan el día. Ya sabes a quién me refiero, ahora te será más fácil reconocer a quienes frenan el avance de tu vida o de tu comunidad y evitarlos en tu camino.
ENEMIGOS DETRÁS
Churchill decía: «nuestros adversarios están enfrente, nuestros enemigos detrás» (delante tenía a los laboristas, detrás a los parlamentarios de su grupo).
Andreotti, que tenía también el colmillo retorcido y conocía como nadie los entresijos de las organizaciones, refería: «hay amigos íntimos, amigos, conocidos, adversarios, enemigos, enemigos mortales y… compañeros de partido».
Vivir en este tiempo necesita de personas decididas, que hagan mucho y que piensen lo necesario, solo lo necesario (el mundo de hoy es acción e innovación: reflexión/acción/acción/acción/reflexión…). La reflexión sistémica es la tumba de nuestras organizaciones, el cubil ponzoñoso donde anidan los pobres de espíritu que asfixian nuestras organizaciones. Necesitamos liderazgos decididos para quitarnos de encima a los cenizos, a esos sumideros de energía que impiden la marcha del progreso.
Tengo una enorme confianza en el ser humano, pienso que incluso los cafres son importantes para la obra, pero el que no esté dispuesto a dar un paso al frente, que lo dé al lado y cuando quiera que se incorpore desde una actitud ética renovada; pero que no moleste la marcha porque en ello va el futuro y la vida de toda la comunidad.
A un lado los que estorban y Adelante!!!
(Juan Carlos Casco Casco es un reputado experto y consultor en Prospectiva, Educación y Emprendimiento, de prestigio internacional y actividad en España y en diferentes países de Europa y Latinoamérica).
SOBRE EL AUTOR
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