domingo, 28 abril, 2024
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Llamadme mala madre…

...y quizá lo sea, porque yo no pedí un pin parental de mi niña en el cole

Llamadme mala madre y habrá que preguntárselo a mi hija. Quizá lo sea, al menos según los que quieren instalar el pin parental, porque, al contrario que ellos, yo no controlé exhaustivamente lo que le impartían a mi niña en el cole. Me fiaba, lo mismo que cuando la llevaba al médico. Además, claro está, me ocupé de inculcarle mis propios valores y mi “sana sana, culito de rana”, que, ambas cosas, no fallan.

La periodista, con su perro Killer
La periodista, con su perro Killer

De la misma forma debería llamar mala madre a la mía, que me metió en un colegio de monjas (el que pillaba más cerca), cuando en casa se respiraba un ateísmo poco convencional para la época, lo que no dejaba de provocarme bastante desconcierto. Hubo una temporada que pasé aterrorizada, porque pensaba que mis padres desembocarían de cabeza en el infierno, ya que la misa santificadora de los domingos no era práctica familiar ¡Pero aquí me tenéis, siete años con las monjas y atea perdida! Es lo que tienen las enseñanzas del cole, no son eficientes al cien por cien, como algún docente reflejaba acertadamente en Twitter: “Enternece que tantos padres tengan esa confianza en los profesores. No somos capaces de enseñar a poner bien las tildes y nos consideran capaces de volver maricón a un hetero”.


“No somos capaces de enseñar a poner bien las tildes y nos consideran capaces de volver maricón a un hetero” (un docente).


No consigo entender este revuelo. Las charlas que quieren controlar están controladas ya. Todo lo que se imparte en los centros educativos, objetivos, elementos transversales, contenidos, viene recogido en la LOMCE (Ley Orgánica para la Mejora de la Calidad Educativa de 9 de diciembre), el Real Decreto 126/ 2014 y el correspondiente en Secundaria, redactados y aprobados por el gobierno de Rajoy, siendo ministro de Educación José Ignacio Wert.

Las actividades complementarias no son un invento reciente, son diversas, van desde información sobre reciclaje, al Día de la Paz, los peligros de las redes sociales o la igualdad y la sexualidad. Están recogidas en las P.G.A de los centros, se integran en el currículo y se aprueban a principio de curso en el Claustro y el Consejo Escolar (donde hay padres). Si esos padres indignados tienen miedo de que a sus hijos les vayan a enseñar juegos eróticos antes de los seis años (una de las muchas burradas lanzadas sin ningún conocimiento por Santiago Abascal), que no les dejen entrar en Internet y que se metan en el Consejo Escolar y allí podrán conocer de antemano en qué van a consistir las actividades, que parece que andan bastante despistados a pesar de su inmenso afán protector. Los disparates que están vertiendo dan para un master o una película porno, pero llama la atención que el PP se posicione con Vox en contra de lo que ellos mismos redactaron, a ver si va a resultar que Wert fue un topo de este #gobiernodeizquierdasbolivarianobilduetarratraidoryecolojeta.


Que a los niños les vayan a enseñar juegos eróticos antes de los seis años es una de las muchas burradas lanzadas sin ningún conocimiento por Abascal.


NORMAL DESDE HACE AÑOS

A lo mejor estos padres tan preocupados de repente por lo que es normal desde hace años, son de los que no van por el cole ni cuando les llama “la seño” para hablar del nene, pero ahora claman al cielo porque se han tragado alguno de los numerosos y espeluznantes bulos difundidos por Vox, entre los que destaca, por delirante, una performance hecha en un museo brasileño, asegurando que se trata de unas clases de sexualidad de un colegio de pueblo. No sé si exagero, pero los veo a un discurso del manicomio.

Respecto a las materias de Igualdad, esas que se las mientas a los de Vox y los transformas en hombres lobo sin necesidad de luna llena, no es ideología, es una obligación que emana de los convenios internacionales y de la Constitución, por no hablar de que son un pilar básico en la lucha contra la violencia de género. Choca que los mismos que ponen cortapisas a estas cuestiones sean los que en Andalucía incluyen la tauromaquia o la caza como materias para la enseñanza. Suena tan estrambótico como la censura americana: muertes violentas en la tele, las que hagan falta, tetas y culos, vade retro, que es pecado.


Los niños son integrantes de una sociedad y es el bien de toda la sociedad el que debe prevalecer sobre el particular.


Una de las obsesiones de los defensores del pin es evitar las charlas sobre sexualidad, y precisamente, es en la prevención del abuso infantil y la lucha contra la pederastia, donde resultan imprescindibles para educar a los niños y niñas en las formas correctas en las que los adultos se relacionan con ellos, y en el caso LGTB para evitar la marginación por ser diferente.

Y otro tema que me descoloca es lo que ha dicho el Papa: “Los hijos no pertenecen a los padres”. Tampoco es novedad. Lo reflejó Khalil Gibran en 1923 en un bello poema y el Sumo Pontífice en 2017, antes del pin, o sea que más bien parece que lo argumentó en defensa de una enseñanza católica y no de la que nos ocupa, pero viene a confirmar lo que ya deberíamos tener más que asumido, que la formación no es solo la que quieran los padres, que por supuesto, sino la de la escuela, porque estos que llamamos hijos, no son apéndices nuestros, ni viven solo con la familia. Son integrantes de una sociedad y es el bien de toda la sociedad el que debe prevalecer sobre el particular.

Educación y los docentes consideran el pin parental una aberración. RTVEEducación y los docentes consideran el pin parental una aberración. RTVE
Educación y los docentes consideran el pin parental una aberración. RTVE

Así que dejémonos de debates absurdos y, como reza el proverbio, “cada uno en su casa y dios en la de todos”, o, como prefiero yo, cada uno en su casa y los Derechos Humanos en la de todos.

No olvidéis desbloquear el pin.

(Elisa Blázquez Zarcero es periodista y escritora. Su último libro publicado es la novela La mujer que se casó consigo misma. Diputación de Badajoz).

SOBRE LA AUTORA

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