miércoles, 24 abril, 2024
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El peligro de las identidades

Mira al futuro y no agites ese avispero

No me cuentes lo que fuimos, dime lo que vamos a hacer juntos. El cambio de época en el que estamos entrando nos convoca a fundar nuestras identidades en el futuro, en lo que vamos a ser y construir juntos, frente a la vieja postura que pone el foco en el pasado, en resaltar nuestras diferencias; a centrarnos en la creación de un legado desde principios y valores universales, abandonando la trinchera de nuestros himnos, banderas, quimeras y credos.

Juan Carlos Casco Casco
Juan Carlos Casco Casco

Cuando todo fluye con armonía desaparece la necesidad de reafirmar nuestras supuestas identidades y podemos prescindir de ese parapeto sin más problemas, la vida se torna más amable.

Échate a temblar cuando la gente comienza a removerse, invocar y hurgar en el valor identitario, la crisis está encaminándose a su clímax. En nombre de las identidades el ser humano es capaz de sacar lo peor de sí mismo, cometer tremendos errores y crímenes horrendos.

Ahora mira a tu alrededor y verás cómo comienzan a agitarse las malditas identidades: identidades nacionales, identidades religiosas, identidades ideológicas… Poniendo al descubierto la crisis de los estados-nación, las formas de organización y representación política, los fundamentos de las creencias religiosas…


Nuestra vida está determinada por la decisión personal de poner el foco de nuestra existencia en el pasado o en el futuro.


Definitivamente somos seres gregarios y necesitamos la ensoñación de la pertenencia a un orden o categoría superior con la que emparentarnos y convertirnos en garantes y guardianes.

Aunque vivimos atrapados en tradiciones culturales que reducen nuestro mundo a un conjunto de tics reconocibles, somos seres asimétricos que construimos nuestra memoria de forma artificiosa e interesada. De esta manera, detrás de cada ser humano se esconde una realidad ignota. Cada uno de nosotros es un observador que percibe el mundo desde su universo particular. Podemos estar contemplando un mismo acontecer y, a partir de él, observar y construir interpretaciones diferentes (incluso desde un mismo registro cultural).

Elaboramos nuestra memoria de manera diferente, aunque en ocasiones «compramos relatos inventados de memoria colectiva» por nuestra vocación social (tribal).

Vivimos atrapados en historias fabuladas para conferir sentido a nuestra existencia, pues nos horroriza la levedad y fungibilidad insoportable de nuestro ser. La intrascendencia nos resulta amarga, humillando nuestra condición en el limbo del nihilismo.

Es curioso cómo pergeñamos nuestra memoria: vamos llenando el almacén de nuestros recuerdos con imágenes sueltas (no tenemos suficiente «disco duro» en el cerebro para almacenar las «películas que hemos vivido»). Y luego, cuando necesitamos poner en pie nuestras vivencias para diseñar nuestros cursos de acción, cosemos esas imágenes sueltas con un relato interesado; de ahí que dos personas que estuvieron presentes en un mismo evento tengan narrativas y emociones diferentes, y lo cuenten como experiencias muy distintas. Así construimos nuestras narrativas desde nuestro universo cultural y particular, a favor de nuestros intereses.

Como no tenemos manera posible de construir historias iguales, creamos fabulaciones y leyendas colectivas (que después de repetirlas mil veces, nos parecen heroicas y verdaderas); nos sumamos a relatos épicos para fundar nuestras identidades (patria, estirpe, raza, religión…)

VIVIR ATRAPADOS EN RELATOS DEL PASADO

La identidad no deja de ser una forma de tiranía con la que nos atamos a una determinada tradición y nos cerramos al crecimiento como personas, a probar cosas nuevas, a transitar otros caminos.


El actual cambio de época nos invita a unirnos para construir un futuro común, no a disgregarnos esgrimiendo hechos diferenciales.


La identidad está emparentada con la visión reduccionista del mundo que se amplifica con Parménides, y permanece viva veinticinco siglos después (el ser humano es una realidad fija e inmutable). De aquí nacen los pensamientos:»“yo soy así», «nosotros somos así»… Desembocando directamente en «esta es nuestra identidad»… Para alimentar delirios inconsistentes de una supuesta «unidad de destino en lo universal», como proclama de muchos locos que han ensangrentado la historia con sus crímenes.

A lo largo del tiempo se ha librado una lucha por escribir la historia y adquirir el derecho a fabularla; quien lo logra se hace con el poder para gobernar la vida de la comunidad, crear y legitimar las instituciones, establecer sus normas y estándares, condicionar su existencia.

Retorcer la historia es tan fácil como dar la vuelta a un calcetín. Por inverosímil que pueda resultar un relato, es increíble cómo puede ser instalado en el imaginario colectivo. Basta dar un repaso sobre el origen de la nación, el nacimiento del universo, la creación de las instituciones… ¡Y, sin embargo, nos lo creemos! ¡Cuánta mierda es capaz de aguantar el ser humano para huir de la soledad!

La forma de perpetuar el poder es mantener al grupo atado a una narrativa del pasado, a una quimera, velando por extirpar los relatos del futuro que se pudieran abrir paso. Por eso la educación trabaja para perpetuar el pasado, para vivirlo y recrearlo, para mantener conversaciones pobres, para no salirnos del carril… Para fortalecer las identidades.

UN CONFLICTO: EL DISCURSO DE LAS IDENTIDADES

Pero si hurgas en el avispero, atente a las consecuencias, porque si nos ponemos exigentes ya sabes que no hay dos seres con relatos iguales. El conflicto estará servido. Puede que al final de la contienda solo queden dos púgiles malheridos peleando por detentar la quintaesencia de la pureza; los símbolos intocables y sus alegorías resultarán mancillados. Solo quedarán «traidores a la causa«.


Vivimos atrapados en historias fabuladas para conferir sentido a nuestra existencia.


Por muchas banderas, símbolos, himnos… de los que hagamos gala, si abrimos el espacio para que se manifiesten los seres asimétricos que somos, la habremos liado parda.

FUNDAR NUESTRAS IDENTIDADES EN EL FUTURO

Nuestra vida está determinada por la decisión personal de poner el foco de nuestra existencia en el pasado o en el futuro.

Si quieres generar acción y confluencia, convoca a tu gente a una gran obra de futuro, a construir un legado, a hacer una diferencia en el mundo, a trascender las malditas identidades del pasado.

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Pero ten cuidado, no seas incauto, cuando cites a la obra ten preparado el relato y la «utopía» que quieres construir, sustentado en una poderosa visión e interpretación del futuro. Si dices a tu gente: «vamos a inventar y votar el futuro que queremos», a no ser que lo hagas en una comunidad reducida y entrenada para el ejercicio, habrás nombrado a la bicha; las identidades brotarán de nuevo y la escaramuza aparecerá, imposibilitando el acuerdo.

La democracia no es perfecta, pues somos seres asimétricos, imperfectos e inacabados. Hay cosas con las que la democracia funciona y otras no. Si tu vocación es liderar, tendrás que aprender cuándo aplicar sus mecanismos. En demasiadas ocasiones se pone de manifiesto que la democracia se convierte en un subterfugio donde se parapetan los liderazgos débiles, la falta de coraje para tomar decisiones (mira el caso del Brexit en Gran Bretaña). Con líderes flojos, la democracia es un acelerador más para agitar las identidades destructivas.

En un nudo global y complejo, la actitud ética del liderazgo tiene que centrarse en fundar las entidades en lo que vamos a ser juntos, no en alentar las fantasías de lo que fuimos y sufrir los efectos narcotizantes de la estupidez humana.

Por supuesto que es importante saber de dónde venimos, siempre que nos sirva de impulso para dirigirnos con mayor ímpetu hacia donde queremos ir.

Hurga en las identidades y tendrás un conflicto; inventa un futuro y convoca a la gente para que lo construya, estarás creando un legado.

Los líderes flojos viven en la nostalgia del pasado, necesitan arroparse de himnos y banderas, sus conversaciones son retroactivas. Los líderes transformadores buscan consensos, velan por el futuro de la gente y construyen conversaciones proactivas para conducir a su gente a un futuro mejor. Tú eliges la posición vital que quieres jugar.

No hay tiempo que perder. Adelante!!!

(Juan Carlos Casco es un experto y consultor en Educación y Emprendimiento de prestigio internacional y actividad en diferentes partes del mundo).

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