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“Nosotros fuimos los primeros en pisar Liria”

Hoy, cuando se abre al público el soberbio palacio de los Alba, nuestra reportera Elisa Blázquez cuenta su experiencia en la visita que le hizo a Cayetana, invitada por la duquesa, junto a un grupo de artistas cacereños

Desde hoy, 19 de septiembre, el madrileño palacio de Liria, una de las regias propiedades de la Casa de Alba, abre sus puertas al público. Previo pago de 14 euros, quien lo desee podrá pasear por algunos de sus salones y estancias y embelesarse ante cuadros de Tiziano, Velázquez, Goya, Murillo o Zurbarán, entre otros muchos genios. A partir de hoy, las obras de arte que albergan sus paredes dejarán de ser contempladas exclusivamente por los ojos de los más allegados, para disfrute de la infantería, esa que solo ve palacios en las películas y en los museos o en algún organismo oficial reconvertido. Pero nosotros, la autora de estas líneas y un grupo de artistas cacereños, puede decirse que fuimos los primeros plebeyos en pisar Liria. Lo hicimos cuando la duquesa aún vivía, e invitados nada menos que por Cayetana, en una divertida relación de reciprocidad que contamos aquí.

Cáceres, Madrid.-

El edificio del palacio fue construido en Madrid en el siglo XVIII y desde principios del XIX es la residencia oficial de la Casa de Alba y principal sede de su imponente colección de arte y archivo histórico. Liria se encuentra en la calle Princesa, en una zona conocida antiguamente como barrio de los Afligidos. Está considerado el domicilio particular más grande de Madrid y en la época de su construcción fue aclamada como la mejor mansión de la aristocracia, solo superada por el Palacio Real.


“Queremos ir a su palacio”. “¿A cuál de ellos?”, dijo la señora con naturalidad pasmosa.


Asegura el actual Duque de Alba que mantener el Palacio les cuesta mucho y que nadie les ha ayudado. No es como con sus fincas, Cabra Alta y Cabra Baja, expropiadas por la Junta de Extremadura en el año 1990, por una cantidad a decir del entonces diputado autonómico Isidoro Hernández Sito, excesiva, ya que según afirmó, aquellas tierras no valían nada, eran estériles y malas, tanto que remató con una frase para la posteridad: “pero si allí hasta los lagartos llevan cantimplora”.

Uno de los salones de Liria.
Uno de los salones de Liria.

No es el caso del palacio madrileño, que, doy fe, es una maravilla. Y doy fe porque he sido una de las pocas personas que lo ha visitado cuando entrar en él, si no eras del grupo familiar o de amigos, era casi misión imposible. Hasta ahora solo era visitable los viernes, en un horario muy reducido, lo que generaba unas listas de espera de más de dos años. Pero allá por el invierno de 2012 un grupo heterogéneo, podríamos incluso decir un grupo “raro”, fuimos de los pocos «privilegiados» que pisaron aquellas relucientes baldosas, sin necesidad de hacer cola, entrando por la puerta grande y hasta el corral, que dicen en mi pueblo.


En el invierno de 2012 un grupo heterogéneo, incluso “raro”, fuimos de los pocos «privilegiados» que pisaron aquellas relucientes baldosas.


CAYETANA, ELECTA

Todo se gestó en Cáceres, ciudad a la que no le faltan palacios y palacetes. Se había celebrado el Festival Pop Art, organizado por la asociación cultural Bon Vivant, con conciertos y la llamada Expo Party, una exposición en la que un grupo de artistas elegía un personaje y lo interpretaba dándole un toque pop en forma de escultura, pintura, collage o montaje fotográfico. Por la galería de seleccionados de esta actividad pasaron Juan Carlos Rodríguez Ibarra, Fidel Castro, Belén Esteban… Y aquel año la democrática elección recayó en la Duquesa de Alba.

La obra fotográfica de Elisa Blázquez que enamoró a Cayetana.
La obra fotográfica de Elisa Blázquez que enamoró a Cayetana.

No me pregunten por qué, pero el caso es que yo, periodista de provincias, era una de las “artistas” que participaba en el evento. Elegí para mi composición un cuadro de Jan Van Eyck “El matrimonio Arnolfini” que retitulé «El matrimonio Alba Díez” -por Cayetana y por Alfonso- y lo llené de detalles contemporáneos, incluyendo una lámpara de Ikea, mi propio perro Killer, Lira, la perrita de una amiga y unas copas de champán.

Para sorpresa de los organizadores, Cayetana decidió venir a inaugurar la exposición, colgada en el bar Carpe Diem.


Para sorpresa de los organizadores, Cayetana decidió venir a inaugurar la exposición, en el bar Carpe Diem, donde la duquesa se encaprichó de mi obra y de una hucha de porcelana en forma de perrito.


Allí la duquesa se encaprichó de mi obra y de una hucha de porcelana en forma de perrito, genialidad adquirida en un chino por Marce Solís, cuya portentosa imaginación había encontrado en aquel estante del bazar un retrato casi calcado de la duquesa, unos morritos rojos y llamativos, unos ojos picaruelos, que Marce y su creatividad, completaron con un estropajo de color blanco, como su característica melena ducal. Se trataba de una obra con mucho humor que de alguna manera “se reía” de la propia grande de España, aquí convertida en mascota. Pero a Cayetana le gustaron ambas y dijo que quería adquirirlas.

UNA INSÓLITA TRANSACCIÓN

Al día siguiente su secretaria nos convocó a tomar un café con ella y nos propuso la transacción. No aceptamos dinero (tampoco me pregunten por qué). Marce tomó la palabra y le pidió que nos dejara visitar su palacio. Ella contestó:

– ¿Cuál?

– El que más obras de arte tenga -saltó rápido Marce.

– Pues no se hable más, el de Liria.

Y ahí se cerró el trato. Pero fijaos en el detalle de la contestación: “Queremos ir al palacio”. “¿A cuál?”, dijo la señora con naturalidad pasmosa. Una respuesta de otro mundo, un mundo al que no pertenecíamos, pero que nos abrió las puertas por un día, casi como cuando cenicienta se coló en el baile.

Yo que soy, o quizá debería decir era, muy generosa, completé la petición con la propuesta de que no fuéramos solos los dos, sino todos los artistas que participábamos en la exposición. Me pareció una gran idea, pero creo que fue el inicio de mi fin y el de Marce como miembros de aquel selecto club de artistas pop. Obviaré contar el porqué y paso al relato.

EN LIRIA, COMO DE EXCURSIÓN

Unas semanas más tarde estaba todo organizado y en Liria nos presentamos, como si fuéramos de excursión, los artistas de la Expo Party y algún amigo extra que se apuntó. Allí nos esperaba un guía instruido y ameno que nos condujo por habitaciones que solo pisaban los nobles pies de los habitantes de la casa, sus amigos y los empleados encargados de su mantenimiento, entre ellos un sobrino de Andrés Pajares, con el que echamos un rato muy bueno y que se fotografió con el perro al que Marce había puesto de nombre “Dogquesa”.

El Palacio de Liria es el domicilio particular más grande de Madrid.
El Palacio de Liria es el domicilio particular más grande de Madrid.

Nosotros no perdimos un zapato por la escalinata de mármol, dejamos allí nuestro Matrimonio Alba Díez y la Dogquesa, que, a buen seguro la auténtica, situó entre sus más queridas obras maestras, concretamente y según confesó al propio Marce, el perrito ocuparía un lugar en su mesita de noche. Y si algo me impresionó de aquel ya impresionante caserón cuajado de prodigios fue la mezcla de cotidianeidad y lujo que se apreciaba a simple vista; el retrato de la XIII Duquesa de Alba pintado por Goya en 1795, muy cerca de una mesa dispuesta para la comida con la sal en su envase de cartón, tal cual, sin un triste salero de plata o de cristal de Bohemia, que es lo que yo hubiera esperado, o como nos contó el guía, mezclados en una sala, los cuadros más exquisitos con los recuerdos que Cayetana se había traído de la India en un viaje con su marido. Tesoros artísticos de valor incalculable junto a tapices de 20 euros, o fotos de sus hijos jugando en la playa al lado de otras con Felipe González o el rey, en la maravillosa biblioteca en la que se conservan las cartas de Cristóbal Colón, la primera edición de El Quijote o el testamento de Fernando el Católico nombrando heredero a Carlos V. La historia de España, de América y de Europa entre estantes de libros y un sofá desvencijado en el que me fotografié y al que he añadido la bandera tricolor virtual, foto que suelo subir al Facebook cada 14 de abril, con la coletilla “Una republicana en palacio.”

LA DUQUESA NOS SALUDA

En la biblioteca finalizó la visita y allí acudió la duquesa a saludarnos y a tomar una cerveza y unos aperitivos con nosotros.

Y es que la vida es así de curiosa, no hay más que ver lo que cuenta el duque actual, que asegura que tiene que abrir el palacio para sanear las cuentas, y el otro hermano, el famoso y antaño apuesto jinete, Cayetano Martínez de Irujo, que posó, Dogquesa en mano, no sin cierto recelo por si utilizábamos la imagen en su contra o la cedíamos a la prensa que entonces él odiaba. Luego resultó que un periódico local sacó la foto de las redes sociales y fue publicada en otros diarios de su grupo empresarial. Marce durante unos días temió algún tipo de represalia o denuncia, pero no pasó nada. Ahora Cayetano cuenta sus intimidades (mucho más fuertes que retratarse con un perrito de labios rojos), en un libro que sale a la venta casi al mismo tiempo que el heredero del ducado abre las puertas familiares a la curiosidad del pueblo llano.

Nuevos tiempos, nuevos aires.

Me pregunto dónde andarán ahora el Matrimonio y la Dogquesa. Seguro que en la basura, pasto de ratas o triturados sin piedad, me temo, pero, al menos, por algún tiempo tuvieron el honor de codearse con los grandes. Nos queda el consuelo de que no todos los artistas pueden decir que una obra suya lució junto a un Goya o un Velázquez. Aunque, pensándolo bien, estaremos al tanto, no vaya a sacar a subasta nuestras obras un día de estos la sala Christie’s.

(Elisa Blázquez Zarcero es periodista y escritora. Su último libro publicado es la novela La mujer que se casó consigo misma. Diputación de Badajoz).

SOBRE LA AUTORA

Una colaboradora muy especial

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