viernes, 26 abril, 2024
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Llamadme romántica…

…pero a mí, que Bárcenas no haya recurrido a airear el contenido de los catorce maletines, que dice que tiene a buen recaudo, conteniendo información más peligrosa que una bomba de neutrones y, como consecuencia, cargue con 33 años de cárcel (bueno, al final serán tres o cuatro, ya lo sé) a cambio de que su mujer saliera libre, me parece muy, pero que muy becqueriano.

Yo es que me lo imagino repeinado y declamando:

¿Papeles?….

y tú me preguntas por los papeles,

mientras firmas en Suiza

con una Mont Blanc azul.

¿Y tú me lo preguntas, Rosalía?,

esos papeles los custodias tú.

La periodista, con su perro Killer
La periodista, con su perro Killer

Perdonad la licencia poética, pero es que este tema me chirría tanto que o me lo tomo a risa o me largo de este, mi querido país, porque, al contrario que Albert Rivera, que solo ve españoles, y el PP que solo ve casos aislados, yo veo gente cabreada y a punto de Revolución francesa.

Pero ahora que Bárcenas constata su peor pesadilla con los 15 años de condena que le han caído a su Rosalía (bueno, serán uno o dos en este caso), se replantea la conveniencia de activar el ventilador de la ya sabéis qué, sacando, por fin, a relucir los misteriosos maletines que, a deducir de sus insinuaciones, contienen pruebas que fulminarían al ya fulminado M. Rajoy. ¡Pero qué intriga! ¿Y si no es él? ¿Quién será en realidad M. Rajoy? ¡Estoy loca por saberlo!


Al contrario que Albert Rivera, que solo ve españoles, y el PP, que solo ve casos aislados, yo veo gente cabreada y a punto de Revolución francesa.


Hasta el momento la estrategia negociadora de Luis ha sido no chivarse, para salvaguardar a su santa (muero de amor), pero la demoledora sentencia altera el panorama y nos encontramos con la posibilidad de que el hijo de ambos, Willy, el vocalista de Taburete, quizá rescate para los bolos de su grupo aquella vieja canción que repetía insistente: “Prepárate, va a estallar el obús.

Si Bárcenas sabe más de lo que ha dicho, y todos creemos que sí, tiene la obligación de contarlo y sobre todo tiene la obligación de devolver lo robado, porque de eso se habla poco y el pueblo llano nos olemos que, en menos que canta un gallo los tendremos esquiando en Baqueira Beret, con equipamiento recién estrenado, o durmiendo plácidamente la siesta en las hamacas de su embargado, aunque utilizable, chalet de Marbella.

A mí esto me recuerda a las pelis del oeste, donde los ladrones, tras salir del trullo, iban al escondite a recoger el botín con la intención de pegarse luego la gran vida. Pero no olvidemos que la vida y la justicia en las películas son siempre mejores que en la realidad (por lo menos en el cine clásico; si nos vamos a Lars Von Trier la cosa cambia), así que no era tan sencillo… Sigo con la escena, “el malo” , cumplida su condena y sin haber soltado prenda del lugar donde le aguardaba el producto de su atraco, traspasaba la puerta del calabozo, miraba con desconfianza a un lado y a otro de la solitaria calle, y partía a galope de su caballo (no me preguntéis de dónde salía el caballo, no tengo ni idea, cosas del cine clásico).

EL SOCIO TRAICIONADO

Oculto tras la última casa del pueblo se agazapaba el “socio traicionado” (siempre hay un socio traicionado en estas historias), que partía con disimulo en pos de él. Tras un penoso camino, cuando “el malo” había desenterrado los lingotes de oro de a una onza, iba “el socio”, le descerrajaba dos tiros y se quedaba con los lingotes.

Luis ha actuado como un verdadero Romeo. RTVE
Luis ha actuado como un verdadero Romeo. RTVE

Había veces que, para hacerlo más interesante, les seguía también “el bueno”, y mientras “el malo” tiroteado se desangraba en el suelo, “el bueno” y “el socio traicionado”, sostenían una pelea épica que nos tenía unos minutos en un sinvivir, hasta que, por fin, el “socio traicionado”, y ahora además traicionero, daba un traspiés y se caía por un barranco. Entonces la música de fondo se intensificaba y “el bueno” le agarraba “in extremis” de la mano para salvarlo, aunque después de otros minutos de angustia se resbalaba y caía. La música subía y subía de volumen, atronando el cine, “el bueno” ponía cara de pena, pero de: ¡qué bien, ya no tengo que pensar si me decanto por la perpetua revisable!, y se secaba el sudor con un pañuelo revenido, mientras observaba con su vista de lince el revolotear de unos buitres. THE END.

No creo que esta película vaya a acabar así, pero yo, ingenua de mí, espero ansiosa un final feliz, final que pasa por que dejemos al descubierto las vergüenzas, y vayamos a lo que nos interesa, o sea gobernar el país para la sociedad en general y no para la élite. Harta ya, como muchos, de que Pujol anuncie que va a tirar de la manta, y la mantenga bien sujeta por las esquinas, pero contenta de que un juez haya confirmado lo que todos sabíamos: que el Partido Popular mantuvo durante años un sistema institucional de saqueo de lo público y que se financió con dinero negro, al menos desde que se fundó hasta 2008, cuando Rajoy ya hacía 4 años que lo lideraba.

Afirmó Groucho Marx, en una frase que no me gusta un pelo, que detrás de todo gran hombre hay una gran mujer. Yo propongo otra: todo Clyde tiene su Bonnie, quizá por aquello de que la familia que roba unida permanece unida, aunque ahora, y mientras explota el “obús” Romeo y Julieta versus Luis y Rosalía tendrán que conformarse con el vis a vis.

¡Ay, el amor!

(Elisa Blázquez Zarcero es periodista y escritora).

SOBRE LA AUTORA Y SUS ACTIVIDADES

Una colaboradora muy especial

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