De verdad, no entiendo que un país tan español como el nuestro, donde hasta a unas patatas se les llaman “bravas”, se ponga de uñas por una cabalgata de los Reyes Magos con drag queens incluidas y no proteste, en la misma medida, por que tener un trabajo ya no garantice una vida digna, por poner un ejemplo.
Ahora que, por fin, se han acabado las Navidades, en esta ocasión con una absurda traca final, recuerdo las pasadas, cuando la frase «Carmena, no te lo perdonaré jamás», se hizo viral. La exclamó, indignada y al borde de las lágrimas, la muy chic Cayetana Álvarez de Toledo, ya que, al parecer, a sus niños les defraudó la cabalgata madrileña.
Y este año se ha vuelto a montar un buen pollo, entre otras banalidades, porque han desfilado unas drag, que, por cierto, no iban en tacones de 30 centímetros ni embutidas en latex, como suelen, sino ataviadas con unos pijamas de peluche (no sé qué es más incómodo, la verdad), y ellas no tampoco han sido los Reyes Magos, sino que iban en una carroza más de las dieciséis que componían el séquito.
Este año les he pedido a los Reyes un poco de sensatez ciudadana.
Hasta la Liga Española Pro Derechos Humanos solicitó al juzgado que se las prohibiese, a lo que este ha contestado con ese lenguaje que ellos se gastan, tan florido y críptico: “En este momento no concurren los requisitos procesales oportunos”, lo que, sin embargo, no afecta al procedimiento judicial iniciado a través de la denuncia, que seguirá su curso gastando tiempo y dinero del contribuyente.
Y Luis del Val, antaño comentarista de lustre, hoy en la COPE, se ha despachado con una frase para la posteridad: “La cabalgata de Reyes que se celebra en Vallecas será exaltación del gay, y que los niños aprendan que pueden ser maricones desde las edades tiernas. Y si me acusan de homófobo se pueden ir a la mierda». Contundente ¿eh?
Cifuentes y Cía, por su parte, aseguraron que las tales drag de peluche van contra el espíritu navideño, porque: “Los niños y las niñas (lenguaje inclusivo, eso sí) tienen derecho a vivir unas Navidades como tienen que ser. “
¿Y CÓMO TIENEN QUE SER?
¿Y cómo tienen que ser las Navidades?, pregunto inocentemente. Porque a mí me parece que el espíritu navideño está ya bastante de capa caída. O ¿es que alguien cree que las cabalgatas llenas de pitufos, “mikimouses”, carrozas de El Corte Inglés, y demás parafernalia, son estampas del Belén? ¡Pero si hasta Su Santidad, en la misa del Vaticano, celebrada el día 1, incluyó una Reina Maga!
Y no hablo de los últimos tiempos, que ya con Franco hubo una cabalgata en la que desfilaron toreros montados en Vespa, y hasta gheisas. ¡Supera eso, Carmena!
Y luego está lo del transporte. Los Reyes han llegado, desde que lo recuerdo, en todo tipo de vehículos, desde el camello y el yate, hasta la pala retroexcavadora, doy fe.
Yo, sin ir más lejos, una vez siendo periodista en “superactivo” me monté, junto con un cámara de TVE y Baltasar, en un globo. Baltasar era un concejal del PP y no era negro. Sobrevolamos mi ciudad de residencia, Cáceres, y he de confesar que fue precioso (para nosotros, no sé para los niños). Aterrizamos a las afueras. Desconozco si siempre es igual, pero nosotros caímos a saco en lo que a mí me pareció un aterrizaje de lo más forzoso. A mi compañero se le cayó la cámara y al pobre concejal, el turbante y los pendientes; todo su afán era colocárselos para que una pandilla de muchachos que nos había visto venir y corría a nuestro encuentro no se diera cuenta de la falsedad del disfraz, olvidando que le delataba la piel blanca del cuello, que le asomaba por encima de la capa de colorines y los churretones del tinte que le caían por las mejillas. Menos mal que llevaba caramelos.
Y además, y para más inri, en esta ocasión todo se ha complicado con la meteorología, tema estrella de las conversaciones españolas.
En Sevilla o en Extremadura, donde llueve más bien poco, el tiempo, que es juguetón y le gusta dar la nota, decidió abrir las compuertas del agua justo el día C. Un buen número de localidades optaron por adelantar el desfile y otra vez se armó. Gentes que jamás protestan por nada que merezca la pena, llevándose las manos a la cabeza y apelando de nuevo a las tradiciones.
Cómo si no supiéramos todos que los Baltasares, muchas veces son concejales blancos, que hace siglos los reyes eran 12, uno por cada una de las tribus de Israel, y que en la Biblia eran magos y se les nombra apenas de refilón.
Y yo, que paso de venerar tradiciones (ojo, menos la fiesta del Corpus de mi pueblo), sigo perpleja ante la incoherencia de una sociedad que hace un drama con una leyenda que nos contaron de pequeños y no movemos un dedo ante las injusticias reales.
Por eso, este año les he pedido a sus Majestades los Magos de Oriente un poco más de sensatez ciudadana. No ha llegado todavía. La espero por correo certificado y supongo que tardará unos días. Eso, o que he sido mala.
(Elisa Blázquez Zarcero es periodista y escritora).