martes, 19 marzo, 2024
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Llamadme encantada…

...y sí, encantada estoy de que a la alcaldesa de París, “oh lá lá”, le haya caído una multa por nombrar para puestos de responsabilidad a más mujeres que hombres

El gobierno francés impuso recientemente una sanción de 90.000 euros al Ayuntamiento de París, que dirige la hispano-francesa Anne Hidalgo -una de los políticos más prometedores del país vecino- por haber nombrado para puestos de responsabilidad en el consistorio a más mujeres que hombres. Lo extraordinario es que no sabemos que se haya sancionado jamás a ninguna de las millares de instituciones públicas de Francia en las que ocurre exactamente lo contrario.

La periodista, con su perro Killer
La periodista, con su perro Killer

Lo curioso del asunto es que la sanción, impuesta por el Ministerio de la Función Pública francés al Ayuntamiento que preside Anne Hidalgo, le llega vía una ley instaurada para fomentar la igualdad y paliar el claro desequilibrio que existe in saecula saeculorum entre ambos sexos. El patriarcado es lo que tiene, que ahora que ve amenazado su reinado está que trina y se revuelve, y, como tonto no es, aprovecha hasta lo que se creó para tumbarle, para resistirse a perder privilegios montando pataletas, porque una pataleta, y no otra cosa, es esto que acaba de suceder.

Y ¿quién da pataletas? Exacto, los niños consentidos y egoístas. Y ¿qué hay que hacer ante una pataleta?, ignorarla, ya se pasará sola.


¿Quién da pataletas? Exacto, los niños consentidos y egoístas. Y ¿qué hay que hacer ante una pataleta?, ignorarla, ya se pasará sola.


Y ahí voy, hagámoslo, alegrémonos de esta multa berrinche, porque gracias a ella quizá podamos denunciar a la muy honorable Real Academia de la Lengua Española, que en sus cuatrocientos años de lustre y esplendor sólo ha contado con once mujeres en sus ansiados sillones. Por no recordar que sus ilustrísimas, que arden de indignación ante la posibilidad de admitir el todas y todos, aceptan sin despeinarse, culamen, pechamen o canalillo. Se les ve mucho el plumero.

Anne Higaldo, una gran política. J.M. PAGADOR
Anne Higaldo, una gran política. J.M. PAGADOR

O el Tribunal Supremo español, órgano máximo de la justicia, que mucho vestirse con faldas y puñetas de encaje, pero tiene una representación femenina de un ridículo doce por ciento. Además, ni han movido una ceja ante sentencias tan aberrantes como una muy reciente, que califica de abuso y no violación (por tanto una pena menor), lo que hizo un ser humano despreciable que violó durante años, hirió, dejó embarazada, trasmitió el virus del papiloma y alguna otra barbaridad más, a su hijastra disminuida psíquicamente. No es violación, han dictado sus señorías de la Audiencia Provincial de Sevilla, y el TSJ otorga.

ESTOY MUY HARTA

Que una mujer puede hacer lo mismo que un hombre es obvio, ahí tenemos el último dato científico, el hallazgo de los restos de una joven enterrada hace 8.000 años con sus armas de caza, lo que demuestra que también los grandes animales estaban entre sus piezas a abatir, pero tengo mis dudas en el caso contrario, lo pronto que aprendieron a manejar los hombres el ordenador y lo que les está costando la lavadora; y lo que se quejan los jefes del supuesto absentismo de las mujeres, cuando no es cierto. Es mi caso. Yo, quizá haya llegado tarde alguna vez al trabajo por atender a mi hija, pero tenía un compañero que desaparecía lunes sí, lunes también por el resacón subsiguiente al “finde”, y al director le hacía gracia la ausencia periódica del compañero, pero se ponía de los nervios con mis diez minutos de cuando en cuando. Puede ser porque él mismo no faltaba nunca, pero dormía la mona en el sofá de su despacho con bastante frecuencia. Luego critican la sororidad femenina.

Sin entrar a discutir (que estoy ya muy harta) la necesidad de que los órganos políticos y sociales sean paritarios, daré un único y contundente argumento para aquellos que insisten en que lo importante es la valía. Mi respuesta es: “¡Ja ja ja, ¿la valía? Me troncho, solo hay que mirar alrededor!”.

¿Un poco raro, no?
¿Un poco raro, no?

Aceptemos pues esta multa como una bendición que debería constituirse en el disparo de salida, para acabar por fin con situaciones tan estrambóticas como una conferencia sobre la lactancia materna en la que los ponentes eran seis señores y ni una mujer.

Claro que yo a esos no les quitaría de la mesa de oradores, simplemente les hubiera acoplado un bebé en cada teta, a ver qué tal.

(Elisa Blázquez Zarcero es periodista y escritora. Su último libro publicado es la novela La mujer que se casó consigo misma. Diputación de Badajoz).

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