Sí, llamadme femme fatale. Es lo que los machirulos nos llaman a las mujeres para descargar en ellas (nosotras) la culpa de cualquier cosa que ellos hayan hecho mal. Sucede desde Adán y Eva, la primera hembra, tan malvada, ofreciéndole la manzana, y él, tan inocente, comiéndosela sin querer, y condenando a la humanidad a este mundo cruel fuera del paraíso celestial. Y en esto aparece Fernando Ónega, defendiendo al demérito y echando toda la culpa a Corinna.

Acompañan a Eva en el catálogo de perversas, Judith, Salomé, Cleopatra, Mata Hari… Y una larga lista de depredadoras de próceres, que, todo hay que decirlo, y no es un insulto sino una constatación, bastante gilipollas fueron, si hacemos caso a la historia que nos cuenta el patriarcado.
Bueno, pues así seguimos, con análisis surrealistas. El último en lanzar el suyo es el ínclito Fernando Ónega, que acaba de escribir La carta de Ónega a Corinna: «Amor con traición se paga» al emérito, y le disculpa tan ser-vilmente, que más que un periodista, se asemeja a un noble de la corte de Enrique VIII jugándose los bigotes y la cabeza si osara desvelar que el rey va desnudo. Según Ónega la culpa es, todita entera, no la que justamente le corresponda, de Corinna, una femme fatal de lujo, una falsa princesa que engatusó a nuestro pobrecito Juan Carlos, que no tenía ni idea de por dónde caía Panamá, ni qué es un elefante, ni una escopeta, ni una crisis, ni que con los 65 millones llegados de Arabia Saudí, (ese país donde sí te cortan la cabeza por decirle las verdades al rey), se pueden comprar 108,3 chalets en Galapagar (de golpe y sin hipoteca).
Según Ónega la culpa es toda, no la que justamente le corresponda, sino todita entera, de Corinna.
Que no digo yo que Corinna sea una santa, pero tampoco su real novio es un pardillo a la hora de recaudar dinero. Dios los cría y ellos se juntan.
ENRIQUE PONCE
Y cambiando de tercio, ¿qué me decís del asunto Enrique Ponce? ¿Otro incauto? ¿Seducido también por una jovencita que le ha robado todo, que cantaba José Luis Perales? Mucha gente se divorcia, pero él se ha empeñado en hacer bandera de su encaprichamiento por una casi adolescente que perfectamente podría ser su hija y que está recibiendo críticas descarnadas por ser una «robamaridos». Y menos mal que a este le ha dado por enamorarse durante la pandemia y no por participar en peleas de gallos como algunos de sus colegas.

Resumiendo, que ni Eva, ni Corinna, ni la ahijada de Baltasar Garzón son unas «lagartas», como tampoco el ciudadano Juan Carlos, ni el mataor Ponce ni nuestro primer padre, Adán, son unos cándidos varones arrastrados a la perdición. Lo que sí demuestran, ellos y sus defensores, es ser unos machistas de libro, porque no sé si os habéis fijado, pero en el asunto que me ocupa, ellas son solteritas y libres y ellos, dos señores mayores, casados por la Santa Madre Iglesia y con familia. En el caso del «demérito», con una familia de 40 millones de súbditos, ¡ahí es nada!
Con los 65 millones de Arabia Saudí se pueden comprar 108,3 chalets en Galapagar de golpe y sin hipoteca.
A uno le mandaba yo a hacer voluntariado con el PACMA, y respecto al otro, me conformaba con que se hubiera limitado a holgazanear de manera educada y decorativa, según sus funciones reales.

Bueno, se me hace tarde, me voy al Mercadona, ¿Os hace falta algo?
(Elisa Blázquez Zarcero es periodista y escritora. Su último libro publicado es la novela La mujer que se casó consigo misma. Diputación de Badajoz).