domingo, 28 abril, 2024
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Llamadme politóloga…

...y acertaréis tan poco como aciertan los que lo son

Me explico. He leído estos días una frase que así, de entrada, me impactó: “Un subsidio no saca a nadie de pobre, es el trabajo lo que genera riqueza”. Algo similar ha afirmado el propietario del portal inmobiliario Idealista, el mismo que se mofó de la «paguita» y a la media hora presentó un ERTE para que sea el Estado quien asuma la paguita que les corresponde a sus empleados, es decir no le parece mal, que sea ese Estado al que critica, el que mantenga a sus trabajadores, ahora que él no obtiene tantos beneficios.

La periodista, con su perro Killer
La periodista, con su perro Killer

Cáceres.-

También los obispos españoles, en contra de lo que predica el Papa Francisco, se han mostrado disconformes con la implantación permanente de una renta mínima ¡Y eso que no sale de sus bolsillos! Según afirma Luis Argüello, Secretario General de la Conferencia Episcopal, eso “provocaría que grupos amplios de ciudadanos acabaran viviendo de manera subsidiada”.

En el otro extremo de la sorpresa, se sitúan dos ex ministros del PP, uno de ellos actual vicepresidente del Banco Central Europeo, conformes con la medida.

Pero a lo que voy, que me encaramo siempre por las ramas y ahora no puedo, que estoy ejerciendo de politóloga.


Ahí están esas voces alertando de que el Ingreso Mínimo Vital es injusto porque lo pagamos todos los españoles, no como el rescate a la banca, que lo pagó un señor que pasaba por allí.


La frase me obliga a reflexionar. Evidentemente, un subsidio no te saca de la pobreza. Como tampoco te saca de la pobreza un jornal de 900 euros al mes, por un trabajo al que echar 8 horas diarias, más las 2 entre ida y vuelta al lugar del mismo. Ese trabajo tampoco te rescata de la pobreza, y además te quita mucha vida.

Resumiendo, que una renta básica ayuda (poco, que la cifra no da para tirar cohetes) a tener algo con lo que comer y a poder encender un rato el brasero los días de frío, cuando ni siquiera se cuenta con la posibilidad de encontrar un trabajo por el salario mínimo interprofesional.

Lo cierto es que es bastante más deseable que el destino te hubiera dotado de unas piernas prodigiosas con las que hacer fintas y meter goles desde la escuadra, y así te rifarían los clubs; o unos ojazos verdes y, otra vez, unas buenas piernas, en este caso bien torneadas y kilométricas, con las que moverse con garbo por las pasarelas y cobrar millonadas por decir que debes tu belleza a que bebes mucha agua.

O ya, para órdago, haber nacido de familia con super posibles y tener así garantizadas de por vida y por cuatro generaciones sucesivas, sin mover un dedo, las vacaciones en yate por las Seychelles, los viajes en jet privado para tomar un Ruby Rose en el The White Barn Inn de Maine, el caviar iraní a la hora del aperitivo y el Möet Chandon para desayunar.

¿A quién no le interesa ese plan?

DONDE ENTRA LA RENTA BÁSICA

Pero como esa lotería les toca solo a unos cuantos privilegiados, y un trabajo digno es otro tesoro difícil de encontrar, ahí es donde entra la renta básica. No es la panacea, claro, y habrá quien se conforme con eso y prefiera escaquearse del sistema laboral ¿Y qué? Los vagos también tienen derecho a una vida mínimamente digna.


En el otro extremo de la sorpresa se sitúan dos ex ministros del PP, uno de ellos actual vicepresidente del Banco Central Europeo, conformes con la renta mínima.


En fin, cómo decía mi tía Carmen, que no es politóloga, pero les da cien vueltas a algunos, “es mejor ser guapa y rica que fea y pobre”.

Porque cuando no se ha sido bendecido con esos dones, ni con esa suerte, la Renta Básica es un consuelo. Y es justa, necesaria y, además, por mi parte, bienvenida, y que venga para quedarse. La sociedad no puede dejar a nadie abandonado.

Pero ahí están esas voces, alertando de forma abrumadora de que “el Ingreso Mínimo Vital es injusto porque lo pagamos todos los españoles», no como el rescate a la banca, que lo pagó un señor que pasaba por allí.

Hace escasamente dos semanas las redes ardían con frases como estas: «No nos están ayudando económicamente”. “Esto es una ruina, la gente no tiene para comer”. “En otros países están arrimando el hombro con los que menos tienen”.

Jesús Encinar, el fundador de Idealista, no ve bien la renta mínima. TWITTER
Jesús Encinar, el fundador de Idealista, no ve bien la renta mínima. TWITTER

Desde que se anunció el Ingreso Mínimo Vital, la letanía ha virado y choca que sean los mismos que entonaron la protesta anterior los que escupen ahora: “¡A chupar de la teta del Estado!”. “Si quieren comer, que trabajen”. “Esa renta es una limosna compra votos”.

En fin, la constatación de ese dicho argentino que tan claramente define el momento que atravesamos: “ser como la gata Flora que, si se la meten, grita, y si se la sacan, llora”

Amén.

O País, que diría Borges.

(Elisa Blázquez Zarcero es periodista y escritora. Su último libro publicado es la novela La mujer que se casó consigo misma. Diputación de Badajoz).

SOBRE LA AUTORA

Una colaboradora muy especial

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